MUJER:¿SIEMPRE UNA CONVIDADA DE PIEDRA?

«La idea-fuerza representativa de este montaje, estructurado en una sola y larga pieza coreográfica, constituye -desde la óptica de su creadora- un preexamen de los roles de nuestra sociedad asigna a la mujer. En su etapa de pre-producción, Carbone acopio durante 3 meses información sobre maltratos y torturas a los que su genero ha sido sometida por excelencia, y sobre la discriminación que las afecta por su sola condición de tales.  Para ahondar en su enfoque fatalista, la artista se ha valido de una estética lindante con lo «dark». Los tonos oscuros de la iluminación; la música seleccionada (collage que incluye a Ravel y Pink Floyd, entre otros); y una escena central constante que pareciera remitir a un funeral (en que la Carbone es, además de la mujer que vemos muerta, el inconsciente colectivo femenino); propician un clima escénico bastante cargado donde se suceden imágenes, sensaciones y metáforas. Vemos desfilar en escena a una mujer travestida como hombre, en permanente actitud de negación de su feminidad; también a la mujer sumisa y complaciente; a otra, dura e insensible como una piedra. En ese contexto de agresividad -que es una recreación de la realidad desde lo grotesco- las bailarinas apelan a movimientos enérgicos, corporalmente convulsivos. Así, por ejemplo, resulta sugerente la construcción de la escena en que una figura masculina -sin cabeza- simula poseer con violencia y desde una postura de dominio al objeto-mujer en el escenario. En otro plano, cada cierto tramo de la obra, una mujer de riguroso luto pasea su duelo, con la mirada ausente; mientras que otra, tumbada en su cama, se ensimisma en sus traumas de ausencia de goce sexual, en la cruda alegoría -casi exp.-incita- al tema de la virginidad perdida. Y así, Carbone arquitectura, al igual que ésas, oras múltiples escenas; el problema es que intenta hacerlo todo al mismo tiempo; lamentablemente la simultaneidad de tantos focos de atención para el espectador, lejos de conseguir el impacto deseado en su sensibilidad, terminan mas bien por aturdirle. El hecho de renunciar a un hilo conductor que ordene narrativamente la sucesión de imágenes tampoco debe ser licencia para el desorden.  La proyección en video de imágenes de una mujer embarazada al inicio de la obra es la puerta de entrada a la mujer en su estado mas sublime; imagen que de alguna manera opera como contrapeso, respecto de las escenas que se sucederán enseguida. La presencia masculina en la obra tiene un carácter funcional, bastante limitado; creemos que pudo sacarle mayor provecho dramático a esa su condición de ser «el otro» en la dimensión dialéctica del conflicto hombre-mujer.»

Paul Cavali, Danza Dance Danse Dans Tanz, Escuela Nacional de Danza Clasica y Contemporánea, INBA – Boletín E-Zine, 2000.