NARRADORA.- Los señores Palavrakis habían ganado el concurso de baile, pero no sonreían. Todo lo contrario, las bocas trazaban una pesada horizontal sobre sus rostros deprimidos. Por la mañana la señora Palavrakis había estado confeccionando un trajecito de marinero para su caniche ciego, y el señor Palavrakis había salido en busca de una colegiala sin escrúpulos que le entregaba sus braguitas usadas a cambio de revistas y chucherías. Así era la vida de Elsa y Mateo Palavrakis.

MATEO.- ¿Seguro que están usadas? ¿Seguro que te las has puesto? ¿Quién te compra las bragas? Deberías comprar tus propias bragas. Deberías elegir tus bragas. Es algo íntimo, ¿me entiendes? Intimo. Es tu elección, tu punto de vista sobre las cosas, tu carácter. Hasta el gusano tiene un punto de vista sobre las cosas. Toma, coge el dinero. Cómprate unas bragas que te gusten. Tienes derecho. No dejes que tu madre elija por ti. Cómprate unas bragas bonitas. Algún día tienes que empezar. Es algo importantísimo. Hazme caso, importantísimo. Ya tienes edad para comprar tus propias bragas. ¿Cuántos años has cumplido? ¿Doce? ¿Doce años? Buena edad para hablar con una mujer. Doce años. Una auténtica mujer. No estás a gusto, ¿verdad? Yo tampoco. Somos las víctimas. Ante todo somos las víctimas. Nunca lo olvides. Las víctimas. Te ha pegado. Tú padre te ha pegado. Cerdo. Y sólo porque eres hermosa. Sabe que no puede ponerte una mano encima si no es moliéndote a golpes. ¡Los padres! ¡Todos iguales! Te ha pegado. Te ha pegado por tus labios, porque tienes en la boca toda la sangre de una herida. Preciosa. Preciosa tu boca. ¿Un caramelo? Algo dulce para una mujer dulce. Lo dulce es lo que nos obliga a vivir, el deseo de lo dulce nos mantiene con vida. El deseo de lo dulce. Lo dulce. Ya veo, no estas a gusto. No estamos a gusto. Yo también lo odiaba. A mi padre. Lo odiaba tanto como tú al tuyo. Y salía corriendo a robar chocolatinas, pasteles , caramelos, y me hinchaba hasta reventar. Gracias a lo dulce fui capaz de sobrevivir. No dejes de comer dulce. No hagas caso a tus padres, las muelas , las caries, bah… No les hagas caso. Doce años. Buena edad para hablar con una mujer. Doce. ¿Sabes quién soy? ¿Te han hablado de mí? Te lo habrán contado, te lo habrán contado todo. ¿Sabes lo que pasó? Imagino que sí. Lo sabes. Voy a decirte una cosa, nunca tengas hijos. ¡Nunca!