Primera pieza de una serie de acciones-instalaciones (es decir instalaciones trasformadas por la presencia y acción de actores o personas) basadas  en la inmediatez del momento, explotando al máximo el carácter efímero del hecho escénico, trabajando en función de los espacios y proponiendo otro tipo de relación entre la obra y el espectador fuera de la convención propuesta por la arquitectura teatral (en diferencia con las obras escénicas de una larga y compleja preparación, y pensadas para durar y ser presentadas en diferentes espacios).

La aparición reciente en la prensa de una fotografía de los restos de una pareja enterrada abrazada hace aproximadamente 5.000 años en las cercanías de Mantua (Italia). Los osarios que continuamente se descubren y son testimonios de las atrocidades del hombre (Fosas comunes de la guerra civil y posguerra española, Fosas en Irak, las inmensas series de  calaveras y huesos encontrados en Camboya tras el dominio de Pol Pot y los jemeres rojos, Aushwitz, Hiroshima etc. etc.) Son puntos de partida para la creación de «Maternidad y osarios» obviamente esta es la aproximación al segundo termino del título.

En cuanto a la  maternidad, paradigma del amor,  y dado que en las dos obras escénicas del ciclo existen alusiones al tema, en particular en «Que me abreve…» cuyo espacio escénico estaba cubierto de arroz como símbolo histórico de la fertilidad, se hacia necesario un desarrollo. El encuentro con Marisa Amor, antigua colaboradora y en la actualidad embarazada, ha precipitado los hechos.

Una obra efímera para una actriz embarazada a modo de reflexión sobre el amor y la muerte.

Carlos Marquerie

«En el centro de la amplia sala del Espacio Tangente, con pared blanca de fondo decorada con láminas del autor, se disponen sillas, ceniza y una cama. Fusiles y calefactores cuelgan del techo. Una mujer embarazada acaricia a un hombre tumbado en la cama. Diez artistas se desnudan, se tumban en la ceniza y se meten en sacos de plástico; en uno, entra una pareja abrazada. Son muchas las sensaciones que transmiten al público estos artistas con su lenguaje corporal, gestos y miradas de complicidad. «Maternidad y osarios» lleva impreso el sello de lo efímero desde su aparición, pues nace con vocación de morir al día siguiente de su estreno. Es la primera de una serie de acciones-instalaciones creadas en torno a lo efímero del hecho escénico. Se plantea una intensa reflexión sobre la vinculación entre amor y muerte, maternidad y osarios, gozo y dolor, placer y desesperanza, que están en la raíz de la historia del ser humano. Lástima que el texto, que desglosa la reflexión, prácticamente no se oyera, que parte de sus palabras se contagiaran de lo efímero y se volatilizaran antes de llegar al oído de los espectadores.»

Julía Amezúa, «Escena Abierta, festival singular», ABC.es (21.01.2008).