Con la llegada de la democracia, surge en Cataluña una segunda generación de grupos del llamado Teatro Independiente, heredero de las formas estéticas y de los métodos de creación de sus antecesores (Els Joglars, Comediants…), sin embargo, se apartan de la temática política, antifranquista, e inciden en una mayor espectacularización.

La Fura dels Baus surge en 1979, entre Moià y Barcelona, rural y urbana, como una amalgama formada por profesionales de diferentes ámbitos: Bellas Artes (Marcel.lí Antúnez), música (Micky Espuma, Carles Padrissa), títeres y teatro de objetos (Álex Ollé, Pep Gatell), mimo (Jürgen Müller)… Nacen como grupo de teatro de calle aunque con un espíritu claramente subversivo. Otra influencia será la Barcelona contracultural, con su estética urbana e industrial, que los acerca a otros grupos europeos de la década de los 80s como Royal de Luxe o IOU.

El salto hacia la internacionalidad

Esta espectacularización creciente del teatro catalán en los 80s encontró una salida en el circuito de Festivales nacionales, de programación innovadora y multidisciplinar (la época postfranquista del Festival de Sitges, la Fira de Tàrrega, el Festival de Valladolid, el Festival Internacional de Granada…). En este período, aparece la figura del programador profesional, vinculado a ayuntamientos, a instituciones autonómicas o a los propios grupos. En nuestro caso, cabe destacar la labor de Andreu Morte, responsable en gran parte de la proyección internacional del grupo hasta 1987, año en el que accedió al cargo de director del Mercat de les Flors, tetaro municipal de Barcelona.
Pensemos en la vitalidad que acompañó al cambio hacia la democracia, una vitalidad vinculada al deseo de acceder a una realidad cultural internacional. No extraña, pues, que en la primera trilogía del grupo. Accions (1983), Suz/o/Suz (1985) y Tier Mon (1988), algunos críticos vieran influencias del movimiento punk, de la performance centroeuropea o del butho japonés. Sin duda, el deseo de cruzar fronteras está presente en los inicios de La Fura dels Baus, un deseo en el que pervive el espíritu mediterráneo del juego y de la fiesta. En aquellos primeros montajes, destacaba la agilidad de un teatro lúdico y vivencial que rompe las barreras arquitectónicas uniendo actores y espectadores en un mismo espacio. Es el llamado «lenguaje furero», un lenguaje de participación, neorritual y que el grupo ha recuperado en espectáculos posteriores como Noun, MTM, Manes (que configuraban la segunda trilogía), OBS, Òbit…

A nivel internacional, como otros colectivos nacidos en el ámbito alternativo de Europa y América, el grupo busca una lectura sensorial e inmediata de sus espectáculos. En su caso, han conseguido traspasar un imaginario de minorías (teatro contracultural, alternativo, etc.) para proyectarse en una dimensión que podríamos calificar de popular. Una popularidad ligada a su concepto de espectáculo, transformable y de múltiple alcance, que se ha materializado a través de diferentes géneros: teatro, ópera, cine, TV, conciertos, CDs, actos publicitarios, ceremonias olímpicas, naumaquias, DVDs, propuestas on-line…
A lo largo de sus 26 años de historia, La Fura dels Baus ha creado un lenguaje espectacular propio, aparentemente violento pero sin agresividad intelectual, un lenguaje dúctil que ha funcionado en diversos formatos. Justamente, esta permeabilidad les ha permitido incidir en una franja enorme de público, del rockero al profesional urbano, siempre con un fuerte impacto mediático.

Dominio de las imágenes

Para los miembros de La Fura dels Baus, el tratamiento de la imagen escénica, presencial o virtual, contiene un importante componente plástico vinculado a sus orígenes, cercanos a la Pèrformance. En los últimos años, el grupo ha iniciado una intensa colaboración con artistas plásticos como el escultor Jaume Plansa, con quien han trabajado en cinco montajes. También con los arquitectos Enric Miralles y Benedetta Tagliabue, con los cineastas Manuel Huerga, Fernando León de Aranoa o Isidoro Ortiz, con los videoartistas Franc Aleu o Emmanuel Cartier, ingenieros y creadores de artificios como Roland Olbeter, informáticos como Sergi Jordá… todos ellos han contribuido en la multiplicación y riqueza visual de La Fura dels Baus a partir de 1992.
Podemos decir que la imagen, tecnológica o no, y la acción inmediata dominan el lenguaje espectacular de La Fura, y esta es una consideración que los vincula con el mundo plástico y el musical. Recordemos que, en sus inicios, el grupo se autodefinía como una formación de teatro y música, y que algunos de sus componentes provenían del rock catalán.
Por ello, la banda sonora y rítmica de sus producciones ha sido uno de los puntales de su lenguaje, un hecho que los ha acercado de forma natural hacia la ópera. Su primera incursión en el género lírico fue La Atlántida (1996), con partitura de Manuel de Falla, poema de Jacint Verdaguer y esbozos escenográficos de Josep María Sert. Estrenada en el Festival de Granada, supuso la histórica recuperación de un proyecto abortado por la Guerra Civil.
Esta línea operística ha sido continuada con títulos tales como El martirio de San sebastián, de Debussy; La condenación de Fausto, de Berlioz; D.Q. Don Quijote en Barcelona, una ópera de nueva creación con partitura de Joaquín Turina; La flauta mágica, de Mozart…

Nuevas tecnologías

La Fura dels Baus ha utilizado la tecnología como una herramienta creativa, una herramienta para mostrar a un ser humano cambiante y paradójico.
En la década de los 90s, La Fura inicia su teatro digital que define en su Manifiesto Binario como «la suma de actores y bits 0 y 1 que se desplazan por la red». Es decir, la escena deviene interactiva al compartir espacios reales y virtuales (pantallas, 3D…) conectados y con aportaciones constantes. Una de las experiencias consistió en una videoconferencia a tiempo real que conectaba cuatro ciudades europeas (Bruselas, Girona, Friburgo y Tárrega) y cuyo propósito era la creación de una performance intercultural cuyo carácter experimental también repercutía en el público ya que convivían cuatro tipologías de espectadores: aquel que seguía físicamente la representación en su ciudad, el fan furero que les acompañaba en su periplo, un probable espectador virtual a través de la videoconferencia y el internauta que accedía al proyecto mediante una página web interactiva. La Fura dels Baus es, en este sentido, un sólido y genuino laboratorio escénico, más allá de una serie de propuestas más o menos provocativas, más o menos resueltas.
En sus espectáculos de sala, all’italiana, como Ombra, F@ust 3.0, XXX, La Metamorfosis… el grupo explora la composición escénica tradicional, la escena en perspectiva, en convivencia con los formatos cinematográficos y televisivos (zooms a través de iluminaciones o proyecciones fragmentadas, apuntes de reality shows…). Al mismo tiempo, La Fura dels Baus juega con una trasposición de la actualidad y con la interrelación entre actores presenciales y virtuales proporcionando a los montajes una gran complejidad dramatúrgica.
La disolución del rol del creador individual, dado el carácter de colectivo de la compañía, es otro de sus distintivos. También para F@ust 3.0. se creó un software gratuito, el FMOL, para recibir aportaciones de temas musicales breves. Entre los recibidos, el grupo seleccionó unos cincuenta, con su autoría participada en la SGAE, para confeccionar una banda sonora colectiva basada en leitmotiv que acompañaban a cada personaje a lo largo de la representación. Este método de trabajo se repitión en D.Q. y en L’Home delMil.lenni, acto multitudinario para celebrar el año 2000 en Barcelona.
Por otra parte, la atracción hacia la imagen filmada ha cristalizado en la primera producción cinematográfica del grupo: F@usto 5.0. (2002), un film en el que la singular estética de La Fura dels Baus encontró un nuevo canal de expresión y de recreación de este personaje goethiano, un clásico de referencia para el grupo, que ya habían tratado anteriormente en teatro y ópera y al que consideran su coetáneo, un símbolo de la insatisfacción humana.
Quizá en los últimos años, La Fura ha tendido a enfatizar todo aquello vinculado a las nuevas tecnologías, a veces incluso en detrimento del contenido o del sistema narrativo de sus producciones. Por otro lado, las nuevas opciones que estas nuevas tecnologías proporcionan al mundo del espectáculo también afectan a la percepción del espectador: es un proceso en evolución que requiere tiempo, riesgo y reflexión. Sin duda, La Fura dels Baus es uno de sus protagonistas.