Hola, mi nombre es Denise. Nací en Bello Horizonte, Brasil. Mis abuelos eran rusos, mi padre americano, mi madre brasileña. Pasé la infancia en los Estados Unidos, y cuando volví a Brasil, no hablaba portugués. Fui a una escuela donde nadie me comprendía.  Entonces, desde niña me pregunto cómo puedo relacionarme con los demás, cómo puedo acercarme al resto.  Yo y tú. Nosotros. Tú y yo, en este espacio, ahora. Yo y tú. Tú y yo. Yo tú, yo tú, tú yo, yo você, yo você, você e eu, yo y tú.  Tenemos que hablar de nosotros, y para mí es más fácil hablar de nosotros bailando. Por eso quiero empezar este trabajo bailando para ustedes un pas-de-deux, una danza de dos, un dúo. Quiero bailar para ustedes un pas-de-deux romántico, un ballet, un clásico.

Quiero bailar un pas-de-deux contigo.  Calma. No te pongas nervioso. Quédate tranquilo. Concéntrate. Prepárate, porque yo también tengo que prepararme, y poner la música.  ¿Estás concentrado? Entonces quédate ahí. Imagina. Imagina que nosotros empezamos en el centro. Tú, de un lado, yo, del otro. Tú, extiendes la mano, yo la cojo. Tú me llevas un poquito delante de ti, yo muy despacio subo mi pierna, subo, subo, subo, subo. Tú me sueltas y me abrazas. Yo respiro y tú me levantas, y giras conmigo. Muy suavemente yo pongo mi pie en el suelo y tú, en un impulso, me llevas hacia adelante. Yo bajo el cuerpo y me quedo delante de ti, tú detrás de mí. Me preparo. Tú giras, levantas mi pierna, me coges por la cintura, me vuelves a poner en el suelo, pones la mano en mi espalda, me levantas y me llevas hacia el otro lado. Ahí me bajas, me quedo sola y caminas hasta el centro. Y entonces giras y saltas, giras y saltas, giras y saltas, y corres por el escenario, corre, corre, corre, […] me coges por el brazo, toma impulso, y salto, y tú saltas, yo salto y tú saltas. Y tú me lanzas en un último impulso y yo salto. Terminamos. Tú caminas hacia un lado, yo para el otro, hasta encontrarnos en el centro. Y ahí una vez más você yo, você yo, tú y yo. Giro, levanto mi pierna, me coges por el costado, me levantas, me llevas por el escenario, paras, me miras y me llevas hacia fuera.  ¿Por qué bailas? ¿Cuál es el concepto, el contenido filosófico, político y social de tu danza?  Cuando empecé a bailar fue más fácil relacionarme. Me casé con un bailarín que hoy es un gran coreógrafo de una gran compañía de Brasil. Cuando tenía más o menos 18 o 19 años, me fui de gira por Argentina. Enfermé y tuve que volver a Brasil. Mi marido se quedó allí, se enamoró de otra bailarina en Buenos Aires y yo volví, conocí a un músico, me enamoré y el matrimonio se acabó.  Al principio yo era muy, muy, muy dramática, me encantaba el expresionismo, la intensidad. Había descubierto la danza moderna. Aprendí con mis maestros y coreógrafos que debía poner emoción en cada paso, en cada movimiento, en cada gesto. Tenía que sentir la danza, tenía que sentir en la danza todos los sentimientos.  Quiero aprovechar este momento. En Brasil se dice así, “aproveitar a ocasion”.

Quiero aprovechar este momento para hacer un espacio nuevo, hacer de este espacio un espacio nuevo, crear para nosotros otro espacio. Imagínate que este techo es mucho más alto, que este espacio tiene una profundidad infinita, que todo, todo, todo es más amplio, más grande. Que de lo alto baja una luz azul, muy suave, que va creando en este espacio todo un ambiente. Y delante de mí una luz blanca que pasa muy despacio por mi cuerpo.  Pero mejor voy a cambiar esta luz, voy a poner otra iluminación, algo más simple. Imagínate que la escena está totalmente oscura y sólo hay una luz blanca, aquí, en el centro, un foco. Y delante de vosotros un telón rojo, pesado, cerrado. Yo, por detrás de este telón, vengo corriendo, me pongo en el centro debajo del foco, me quedó ahí, quieta, preparándome para empezar, esperando a que el telón se abra.  Bailo porque no sé cantar, no sé pintar, no soy poeta. Bailo porque si para mí el mundo tiene algún sentido cuando bailo… no consigo ver en él ningún sentido si no bailo.  En los años ochenta conocí a los coreógrafos contemporáneos. Eran muy inteligentes, hablaban de cosas que yo no entendía. Cuando estaba con ellos me sentía así, bastante estúpida, una tonta. Ellos eran… “la vanguardia”. Me enseñaron, por ejemplo, que el bailarín no se queda así, sintiendo. El bailarín, piensa. Entonces me sentí dividida entre la emoción y la razón. Yo pienso o yo siento, pienso o siento, yo pienso o siento, pienso, pienso, pienso, siento, pienso, siento. Yo pienso, no siento. Aprendí con ellos una manera muy distinta de movimiento, y aprendí también a pensar mi danza, a pensar cada paso, cada gesto, cada movimiento, con unas palabras y un vocabulario para mí totalmente nuevos.  Do nivel alto eu desço em espiral para o plano baixo, sigo o fluxo e trabalho os meus pontos de apoio e entro no plano médio. Escavo, levanto os meus calcanhares e direciono a minha tibia para o metatarso. articulo a minha unidade superior para o alto e baixo a minha extremidade em um movimento de resistencia. Perfuro o espaço trabalhando linhas curvas e movimentos  redondos até chegar em uma suspensão. Entro no plano sagital. Traço uma diagonal com movimentos retos e continuos, retos e continuos. Lanço meu corpo contra a gravidade até voltar a minha posição inicial. Solto o corpo. Relaxo a minha musculatura, libero o anus, solto o ar e comparo.  Atravieso el espacio trabajando líneas, curvas y movimientos redondos, hasta llegar a una suspensión. Entro en el plano sagital. Trazo una diagonal con movimientos rectos y ¿torcidos?, rectos y torcidos. Lanzo mi cuerpo contra la gravedad hasta llegar  a la posición inicial. Salgo del cuerpo. Relajo la musculatura. Direcciono los isquiones y los perineos, libero ambos.  Me encanta, me encanta el teatro. Siempre que asisto a una obra, y miro al actor, el actor me parece una entidad. Y después de tantos años bailando, me decidí a estudiar teatro. Leyendo a Stanislavsky, a Grotowski, he descubierto que el acto no tiene la necesidad de estar ahí sintiendo o pensando. Él usa la imaginación, usa la memoria. Fue ahí cuando descubrí que mi memoria es la memoria del otro.  Las músicas y los discursos de mi memoria:

“Maria, Maria é um nome… Perna, braço, braço, costas, desce o braço, mão no ombro…Todo dia a mesma coisa, todo dia a mesma coisa, ave Maria cheia de graça, senhor é convosco, bendita sois vós…Ponta de Areia…Não é monstruoso que este ator consiga… One two tree , contract five, one two tree ,release five…  A alma insuflada…. Adeus sala, adeus cadeira, adeus piano de tocar adeus tinta de escrever adeus papel de assentar. Adeus as moças sentadas,adeus a luz de iluminar, adeus prá tudo que vi , adeus a esse lugar.” (bis)

Queridos Yan Ritzema, Thomas Lemen y Helena Katz: Cuando pienso que un día no voy a volver a bailar me duele. Aunque sea esa danza pequeña que a veces viene como una ola amorosa y otras como un dolor insoportable. Esta soledad pública, llena de memorias y de imaginación. Sueño con bailar algún día algo que me haga merecedora de la vida y del mundo. Quería bailar algo importante, protestar contra la violencia, algún pensamiento político o filosófico, hablar de la miseria humana. Pero sólo consigo exponer mi fragilidad.  Quería bailar para salvar a los otros. Pero bailo, queridos amigos, para salvarme a mí misma. Un beso grande, Denise.  Creo que he conseguido acercarme a vosotros, relacionarme mejor, estar más cerca, pero si es incómodo, me puedo quedar más lejos, me puedo quedar a la derecha, a la izquierda. Voy a hacer lo siguiente. Te doy esta carta, en cambio tú me dices ahora donde me pongo en escena, en este espacio. ¿Ahí? Me voy a colocar donde me estás diciendo. Me coloco ahí porque siempre, siempre he obedecido. Que yo recuerde, desde el inicio hasta ahora, nunca he dicho “no”. La sensación que tengo es de estar, desde hace mucho tiempo, conformada. Tengo ganas de gritar. Pero yo nunca grito.  Gracias. Gracias. Gracias. Obrigada. Obrigada. Obrigada. Gracias.  Entonces si empiezo aquí, tengo que dar toda la vuelta y terminar aquí, en el centro. La única certeza que tengo es este punto, es lo cierto, ¿no?  Quiero bailar para vosotros ahora. Os voy a pedir un poco de paciencia. Voy a prepararme. Y empiezo aquí, en el centro. Y pienso cada gesto, cada movimiento, cada paso. Imagino que mis brazos son mucho más largos, que las piernas más fuertes y más potentes, que mi cuerpo es otro, que mi rostro es otro, que yo soy ahí, ahora, la imagen que siempre he querido ser, que yo soy ahí, ahora, lo que yo imaginé que vosotros queríais que yo fuese.  Cierra los ojos, por favor, cierra los ojos, cierra los ojos. Por siempre, los ojos.  ¿Ves?