Los 8 de julio

(Experiencia sobre registros de paso del tiempo)

La propuesta de trabajar sobre vidas de personas reales nos planteó la necesidad de organizar un marco de procedimientos diferentes, de repensar lo ficcional y los puntos de partida de la construcción escénica. En esta obra lo ficcional se instala en el proceso previo a la representación y la representación se constituye como una exhibición (organizada estéticamente) del material acumulado. No partimos del intento de crear una ficción a través de una vida real, sino de presentar un registro más cercano a lo documental.

Así es como partimos de una convocatoria, y a su vez esa convocatoria pasó a ser el marco ficcional de la obra. Esta convocatoria, que circuló por mails y a través de diarios, solicitaba personas nacidas el 8 de julio de 1958. Esta reunión azarosa y aleatoria de personas con el mismo día de nacimiento dio lugar al encuentro de tres vidas reales, Alfredo Martín (actor y médico psiquiatra), María Rosa Pfeiffer (profesora de Estética) y Silvio Francini (comisario de abordo y pintor). Esta gente participó de una experiencia real donde se le dieron consignas a cada uno durante 6 meses. Alfredo tenía que filmar a María Rosa (que en ese momento estaba embarazada). María Rosa, hacerse sacar en la calle un rollo de fotos. Silvio, pintar un mismo árbol a lo largo de esos 6 meses.

De esta manera, en una especie de combinación de registros (cuadros, video, fotos) se provocan situaciones que dan lugar a que presenten (y no representen) sus vidas. Aparece así un eje conductor y temático: El paso del Tiempo. Esto supuso no trabajar una ficción con sus leyes específicas, sino que las líneas se fueron cruzando dentro de este juego de la experiencia de lo que realmente sucedía con ellos en ese tiempo. Y esa realidad (con todas sus posibilidades y limitaciones) es sobre lo que trabajamos. Así fue que, como Silvio no podía estar presente por su trabajo, es representado en el escenario por su mujer, Alicia Linaldelli de Francini (maestra jardinera). Y la ida a Santa Fé de María Rosa determinó su participación telefónica. También nos interesaba presentar sin ningún proceso de simbolización la realidad inmediata de este año. Por eso la obra empieza y termina con entrevistas realizadas el 8 de julio del 2002 en Plaza de Mayo. En este momento, el extremo quiebre social y la crisis política obligan también a replantearse los modelos de representación y de construcción ficcional, y esta propuesta de biodrama es un espacio propicio para esta reformulación experimental.