LA OBRA ES UN RECORDATORIO PARA EVITAR QUE CONTINÚE LA NEGLIGENCIA DE LAS AUTORIDADES, AFIRMA LA ARTISTA UTILIZA SU CUERPO COMO LIENZO PARA MOSTRAR LA VIOLENCIA DE 50 DE LOS MÁS DE 300 CASOS

(Nueva York) Con la presentación de su obra Mientras dormíamos, la activista cultural y artista mexicana Lorena Wolffer logró interrumpir y paralizar momentáneamente la realidad neoyorquina con las historias y las heridas de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez. En la obra, presentada como parte del festival internacional Performance Currency, Wolffer utiliza su cuerpo como mapa simbólico que documenta y narra la violencia de 50 de los más de 300 casos registrados, desde 1993, de mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, Chihuahua.

En un espacio con paredes desnudas de tablarroca como fondo, Wolffer se presenta sentada en una plancha de la morgue, en Chasama, centro de performance en construcción. Se quita los pantalones de mezclilla, se sube la playera blanca y el brassier, y con la precisión desapasionada de un cirujano, comienza a marcarse el cuerpo con rayas que representan las heridas de las mujeres asesinadas en Juárez. Una voz masculina en off cuenta y describe, caso por caso, los detalles de cada mujer y cómo fueron atacadas.

«La obra está centrada en los homicidios de mujeres con nombre y apellido, con la intención de dejar atrás términos genéricos y abstractos como ‘las mujeres de Juárez’. En el proceso de marcar mi cuerpo -además del registro- busco transformar los actos ‘privados’ de la violencia en actos públicos: mientras grabo sobre mi cuerpo los golpes, cortadas y balazos que cada una de estas mujeres sufrió, miro detenidamente a los espectadores precisamente para transformarlos en testigos», dice Lorena Wolffer en entrevista con La Jornada.

A diferencia del contexto mexicano, en el cual esta obra sirve como un recordatorio, la presentación en Estados Unidos sirve para informar al público de una realidad que muchos desconocen, aunque sea el país que tiene frontera con Ciudad Juárez. En los últimos dos años, Wolffer ha presentado esta obra en Cardiff, Gales, y Kuopio, Finlandia, y próximamente lo hará en París, Francia, donde ahora está viviendo.

En el performance, Lorena Wolffer crea una proximidad espacio-temporal que da al público la capacidad de responder a la violencia, les da un sentido de responsabilidad que viene de sentirse involucrados e implicados en ese acto.
Wolffer acumula la violación de todas esas mujeres sobre un sólo cuerpo, marcándolas con rayas que al final del performance irradian sobre su matriz como arcos de dolor.

Cuando termina el performance, Wolffer se tapa el cuerpo y cabeza con cobijas, dejando marcada en la memoria de la audiencia una imagen efímera que reta a la estabilidad y la permanencia de todo su entorno, empezando con la terminal de Grand Central de lado, y la calle 42, la misma donde activistas marcharon el Día de Muertos para exigir el fin a la violencia hacia las mujeres en Juárez y en todo el mundo.

«Aunque sé que mi obra es apenas una denuncia entre muchas otras, la seguiré presentando el tiempo que haga falta. Como dije antes, este performance también funciona como una especie de recordatorio y creo que entre más recordatorios existan, será más difícil que se postergue la negligencia de las autoridades locales y federales, en ambos lados de la frontera.

«Creo que la consecuencia más dramática de estos crímenes -después de los crímenes mismos, por supuesto- ha sido la aparente institucionalización de la violencia hacía las mujeres en Ciudad Juárez. La impunidad que caracteriza estos funestos actos parece indicar que existe un nuevo contrato social en el que se permiten y toleran los asesinatos de mujeres. Y creo que esto no va a cambiar hasta que cada uno de los casos sea resuelto», concluye la activista.