Vivimos rodeados de cámaras, de dispositivos de grabación, de aparatos capaces de capturar la imagen de nuestros cuerpos y el sonido de su voz. Siendo conscientes de la época que envuelve y rodea a las creaciones, encontramos que cada vez es más estrecha la relación de los trabajos escénicos y de acción con el audiovisual, y cada vez son más los artistas que – paralelamente a sus obras en las que la presencia directa o en vivo el es factor principal, – realizan obras especificas para el medio audiovisual. Aquel pensamiento inicial que rodeó a las artes performativas que veía en el audiovisual algo a rechazar – ya que el simple hecho de documentar una acción cambiaba el significado la obra- se ha modificado, debido quizá a la inevitabilidad de ser documentado que ha provocado que muchos de los artistas hayan decidido de una forma u otra adentrarse en este medio y explorarlo a través de la creación. La edición de In-presentable 2007 ha sido la primera ocasión en la que se han programado varios vídeos de consulta abierta al público durante todo el festival. El factor común de todos estos vídeos es el nexo de los artistas con el propio festival: los audiovisuales están realizados por artistas que han participado a lo largo de las cinco ediciones que se llevan programando desde 2003. Las obras transitan desde la documentación de espectáculos en vivo hasta obras específicas para la cámara y la fecha de producción abarca desde el año 1995 hasta el 2007. Las obras, aparentemente bajo discursos muy dispares (tanto por el año de su realización como por la diferente forma de utilización del medio) confluyen sin embargo en un punto común: la utilización de las posibilidades del tiempo, el espacio y la presencia humana en el audiovisual. International Festival, en su vídeo It happened the day after tomorrow introduce al espectador en un nuevo espacio-tiempo, en el que los diferentes materiales “encontrados” de películas, terminan por evidenciar un paso del tiempo que gracias a la manipulación de la ficción acaban por dejar al observador de estos cambios temporales con una sensación de poseer una existencia demasiado efímera. El vídeo comienza “4´33´´ después”, y en pantalla aparece la imagen de un hombre que cae al suelo. La cámara recoge ese instante, la imagen fluctúa y termina por desaparecer…Estas imágenes extraídas de una película de ficción marcan el inicio de una sucesión de imágenes encontradas, en las que los cambios temporales se reflejan en pequeños subtítulos : “one year earlier one year later happy birthday 3oo years later seven years later one year later 18 months later London, 1897……four centuries later two months later…….” ¿Qué es el tiempo cuando lo enfrentamos al ser humano?. En esta obra se utiliza el nombre de la pieza de John Cage para adentrar al espectador en una nueva mirada del mundo del celuloide, y hacerlo consciente de la posibilidad de manipular el tiempo de la ficción y a su vez de la imposibilidad de cambiar el transcurso del tiempo real. El paso del tiempo mientras se está proyectando el vídeo, el paso del tiempo físico del espectador, el paso del tiempo que averiguamos gracias a los letreros de cada «salto», retrocediendo siglos, unos minutos después, unas horas antes…. En la ficción se obtiene el poder de adelantar, retroceder infinitas veces el tiempo, y es quizá esa posibilidad la que hace que el espectador viaje con su cuerpo inmaterial, pero es también la que en el último instante provoca el regreso al cuerpo físico y con ello la constatación de que nuestra naturaleza material no obedece a las leyes de la ficción. A lo largo de los cinco minutos de duración de esta pieza las imágenes se intercalan, y en muchas de ellas observamos diferentes cuerpos en acción: un cumpleaños, imágenes en el espacio, una azafata y pasajeros de un vuelo…mientras tanto una música de orquesta hace este viaje temporal “realidad”. En la última de las imágenes podemos ver a unos niños corriendo, mientras en un margen de la pantalla se observa el letrero: North Texas, Present day. El cuerpo del espectador regresa al presente ficticio de este modo, pero con la experiencia de un viaje a través del tiempo y del espacio. Han transcurrido cinco minutos reales, ha pasado el tiempo, y todo sin contar con el deseo de permanencia humano. En The corridor obra también de International Festival y realizada a partir de material encontrado, la presencia humana en los numerosos planos de pasillos y naves deshabitadas se hace notar por el sonido. El cuerpo es audible en algunos cortes: respiraciones, pasos… Paisajes sonoros que remiten a un espacio vacío en el que el individuo, el espectador, puede adentrarse gracias al sonido y al movimiento de la cámara que indica que algunas imágenes pertenecen a una persona caminando mientras el sonido remite al cuerpo : voces, susurros, maquinaria, movimiento de cámara, cables de electricidad, fluorescentes, puertas a lo lejos, respiraciones, ruido de viento, lluvia, metal, una silla de ruedas vacía, goteras, luces que se apagan, llantos, gritos, disparos, noche de tormenta, ruidos de pisadas corriendo, respiración acelerada, huida del pasillo, velocidad cada vez más intensa….. agua que cae a un charco goteando… y oscuridad. En ninguna de las escenas aparece la imagen del cuerpo y sin embargo éste se encuentra ahí, junto al espectador. Esa ausencia de imágenes humanas conecta con las fotografías del francés Atget, en las que lo inerte predomina, por el efecto de una larga exposición de tiempo, y del que solamente quedan las estructuras arquitectónicas. The corridor provoca sensaciones similares en el espectador, pero a diferencia de estas fotografías de principio de siglo, en esta obra el sonido no ha desaparecido y tampoco el movimiento. El espectador permanece inquieto, porque escucha que hay algo “vivo“ en pantalla, y espera que de un momento a otro aparezca ante sus ojos. Otra de las obras de International Festival que se puede consultar es Comrades. En este caso, el material encontrado proviene de escenas de películas bélicas, y es el cuerpo del soldado el protagonista de esta reedición de contenidos. Estas tres piezas muestran un camino común. La manipulación de las imágenes de estas películas comerciales forma un nuevo discurso y un nuevo recorrido que habla del cuerpo, de su identidad, de su manipulación y de su reutilización con fines artísticos. Un nuevo concepto de cuerpo e imagen del cuerpo se hace visible gracias al montaje de los innumerables fragmentos que componen sus creaciones. De la invisibilidad, no del cuerpo, sino del objeto, trata la pieza Coffee de Mette Edvardsen, en la que asistimos a un ritual doméstico ante la cámara. Un hombre sentado en una mesa, se toma un café. Pero faltan elementos que el espectador no puede ver. Se esparce el azúcar en la mesa…falta la taza…. ¿Qué es lo que puede registrar el objetivo de la cámara? ¿Qué es lo real y que es lo que pertenece a la ficción?. Al transcurrir la acción con una normalidad aparente, se provoca una participación cómplice en la que, como en un juego, el espectador añade mentalmente aquello que es incapaz de ver. Una nueva forma de tomar café en un espacio encapsulado, diferente a nuestra vida cotidiana. Un acto banal que traslada al espectador al ocultarle lo que por lógica debería ser visible. De la visibilidad de cuerpo oculto, del cuerpo y su pasado, habla la obra Ballets Rusos, Variaciones de Sigfrido y Odette de Mauricio González. Su gestos se encuentran marcados por la textura de su cuerpo formado por el trabajo de muchos años en compañías de danza. Su ritmo corporal, es el ritmo acompasado, como las numerosas clases que entrenaron su cuerpo día a día. Después de una vida dedicada a la danza, cuando el cuerpo ya ha madurado y se resiste a los cánones impuestos por la danza occidental, ¿qué es lo que queda en ese cuerpo de bailarín? ¿Dónde queda la vida real, y donde queda la ficción vivida a través del ballet?. Mauricio, decide hacer una revisión de todos los ballets que han pasado por su vida. Una revisión que cuestiona la danza y que juega con ella. En este caso revisa El Lago de los Cisnes, creando una obra para la cámara. Estamos en 2007, y ya somos muy jóvenes o muy viejos para los Ballets Rusos, para vestir trajes de hace dos siglos, para romances entre cisnes y príncipes. Estamos en otro mundo, en el que caminar con los pies abiertos ya no tiene más sentido. Mauricio cierra sus pies, vuelve a la realidad, pero mantiene retazos de su otra vida, cuando era Sigfrido. Como ocurre con muchas de las obras de In.presentable, los artistas reflejan en sus trabajos cierto rechazo a las ficciones impuestas desde el exterior, y juegan a soñar, a construir su propio mundo desde ficciones propias. En el imaginario de Mauricio, Odette y Sigfrido trabajan en una fábrica de vodka, y en sus cabezas resuenan ecos de la música de sus Variaciones. Sigfrido coloca las botellas de licor y les pone un tapón al ritmo de la música, que suena con sus primeros gestos del cuerpo. Tras una pausa, Mauricio es Odette. Ataviado con una bolsa de plástico transparente, a modo de tutú, va guiando las botellas, que se llenan de líquido, y golpea los tapones para efectuar su cierre. Cada movimiento es marcado por un tempo musical. Su memoria corporal y sonora actúa como unión de estos dos mundos (el mundo del ballet y el mundo de lo real). Los trajes actúan como elemento común, provocando la asociación visual. El sonido de la música de piano, se entrecruza con el sonido repetitivo y rítmico de las máquinas y los choques entre botellas. Estos particulares Ballets rusos terminan con el silencio de las máquinas, y Mauricio diciendo “vamos”. Se cierra una puerta y todo se vuelve oscuro. La función ha terminado. En El ABC de la Performance, se puede observar a unos jovencísimos “Torreznos”. En esta obra, en la que Jaime Vallaure y Rafael Lamata comparten Videoacción con Daniela Músico, la performance y sus clichés son el objetivo a derribar. Como si de una enciclopedia se tratase, van enumerando uno a uno y en orden alfabético todas las acciones repetitivas que hacen que la performance se haya convertido en lo que es: un producto más, en el que hay que seguir ciertas instrucciones para lograr alcanzar el estereotipo de la crítica y del mercado del arte, como ir desnudo, cortarse la piel, utilizar sangre y vísceras…. En clave de humor, van nombrando todo lo que un buen performer debería hacer para asegurar el éxito en sus propósitos. El final de la pieza termina de este modo: “Salud para el gremio de la performance. Salud suficiente para entender sus propias enfermedades” . Esta obra, realizada en 1995, sigue sin embargo teniendo toda la actualidad en el presente. Han pasado 12 años, y el “gremio de la performance”, sigue teniendo enfermedades propias que siguen sin entenderse. In-presentable es un Festival que trata de curar esas enfermedades. Una pequeña grieta, en la que se pueden rescatar pequeñas cápsulas de tiempo en forma audiovisual. Solamente con pulsar el PLAY, se accede a su memoria, y a esas acciones específicas para la cámara. Todo un remedio para no perecer en los estereotipos de las artes del cuerpo.