Según Roger Bernat , el teatro, el teatro de arte minoritario, lo mismo que el arte de acción que se mantiene en circuitos artísticos, carece de efectividad política inmediata, ya que su público no es susceptible de ser aleccionado y a lo máximo que se puede llegar es a una autoafirmación complaciente. Intentando ser consecuente con estas ideas, Roger Bernat centra sus piezas en temas que pueden afectar realmente a un público compuesto por personas con ideologías y condición social muy similares a las del propio autor. Y la consciencia de la necesidad de rehuir tanto la provocación como el podio le ha llevado a la práctica de un tipo de teatro de lo inmediato, en el que lo teatral y lo performativo vuelven a disolverse.
La experiencia social y formalmente más interesante realizada hasta ahora por Bernat ha sido su serie Buena Gente. Se trata de seis «piezas de resistencia» presentadas durante la temporada 2002-3 en espacios autogestionados de Barcelona. No se trataba de espectáculos cerrados, sino de presentación de materiales elaborados con relativa rapidez durante tres semanas de trabajo. En el proceso de creación Roger Bernat colaboró con uno de sus actores habituales, Juan Navarro, y, en cada una de las piezas y en función de su tema, con un invitado. El invitado no tenía por qué tener experiencia teatral, pero sí estar dispuesta a participar en «un diálogo horizontal» y aportar cierta experiencia sobre el tema abordado. Los invitados fueron: un cantante de boleros («De la imposibilidad de conjugar el verbo amar»), un informático («De la imposibilidad de estar en todas partes»), un transexual («De la imposibilidad de comprenderse uno mismo»), una sordomuda («De la imposibilidad de decir la palabra justa»), un viejo («De la imposibilidad de pensar la propia la muerte»), un mago («De la imposibilidad de ser dios»). A cada uno de ellos se les pedía que aportaran sus ideas y su experiencia durante la preparación de la pieza y, si querían, participaran en su presentación. En las presentaciones coincidían entonces uno o dos actores (Juan Navarro y Agnès Mateus), un invitado que podía tener experiencia escénica pero no actoral (un cantante, un mago, un escenógrafo…) y el propio director, que actuaba por primera vez, sin hacer ningún esfuerzo por demostrar habilidad dramática alguna, pero implicándose al máximo física e intelectualmente en la interpretación de las piezas.
La idea del diálogo, presente en el proceso, se trasladaba a la recepción de las piezas. La ruptura con la división teatral entre escena y sala comenzaba en el procedimiento de la convocatoria: la publicidad circulaba en internet como invitaciones lanzadas por el propio Roger Bernat con el asunto «Tengo un plan». Los espectadores debían llamar a un teléfono para reservar su entrada, y en ese teléfono podían ser atendidos por el propio Roger. (Esta clandestinidad lúdica la ha practicado durante años Simona Levi desde la sala Conservas en el Raval de Barcelona y, más recientemente, Pablo Berástegui y María Palacios, organizadores de los Lunes de la Fábrica en Madrid o Semolina Tomic, promotora de un nuevo espacio alternativo en Barcelona llamado l-Antic.)
Las características del espacio obligaban a los actores a trabajar con los mínimos recursos y alejarse radicalmente de cualquier lujo escénico, y sus dimensiones imponían la proximidad física entre convocantes y asistentes, favoreciendo así un tipo de comunicación horizontal y muy poco ritualizada. El resultado era una especie de ejercicio ensayístico en formato escénico, en el que tenía cabida la reflexión intelectual, la confesión íntima, la cita, la exposición, el humor o el juego. El ensayismo se hacía manifiesto tanto en la intencionalidad discursiva y no ficcional como en la provisionalidad de la propuesta final, que se presenta siempre como aproximación y nunca como conclusión.
Todas las piezas compartían una serie de rasgos comunes: los materiales eran presentados sin una excesiva elaboración, aunque sí sometidos a una composición sutil, pero definida; se renunciaba a la interpretación y al personaje y se apostaba por el habla y la gestualidad cotidiana; el vestuario era casual: chándal, camisetas, deportivas…; la renuncia al aparato espectacular iba acompañada por una puesta en evidencia de la artesanía, utilizando por ejemplo ketchup para mostrar la sangre, provocando el llanto mediante gotas, iluminando con linternas y lámparas de emergencia… Pero cada pieza presentaba también sus peculiaridades. Algunas derivaban del propio tema. Así, «De la imposibilidad de estar en todas partes» comenzaba con los actores fuera de la sala llamando a teléfonos móviles de diferentes espectadores, a quienes en la entrada se les había preguntado su número; los actores daban instrucciones a los espectadores para que transmitieran informaciones o ejecutaran acciones; y esta actuación en ausencia se prolongaba durante varios minutos antes de que Roger y Juan aparecieran. La singularidad de «De la imposibilidad de ser Dios» derivaba de los impresionantes números de magia, realizados por Nicolás Acevedo: mago y director de escena aparecían como personalizaciones de Dios, y al mismo tiempo que se insistía en la falsedad de lo teatral, incluida la propia pieza representaba, se provocaba al espectador mediante trucos absolutamente eficaces.
Una de las presencias más fuertes fue la de Iago Pericot, pionero del teatro visual en Cataluña en los setenta, que colaboraba en su condición de viejo. «El día que Iago me contó su cáncer –explica Roger-, estuve veinte minutos sin parar de reír». Y esto resultó decisivo: en la pieza Iago Pericot gozó de un gran protagonismo y también hizo reír al público con el relato de su enfermedad. Aunque, como en todas las piezas, el humor iba siempre acompañado de invitaciones a la reflexión y ciertas dosis de sana melancolía.
La melancolía se acentuó en el espectáculo que Roger Bernat estrenó el 18 de diciembre de 2003 y en el que se recogían muchos hallazgos realizados durante el proceso de Buena gente. Como las piezas, La la la la la también es fruto de una colaboración; en este caso, con el actor Juan Navarro y el artista visual Ignasi Duarte. Coproducido por el Teatre Lliure y el Mercat de les Flors, fue representado sin embargo en la plaza Margarita Xirgu, que se extiende entre ambos, en un barracón provisional construido para la ocasión: se trataba de mantener así el tipo de espacio probado en las piezas y, consecuentemente, la inmediatez en la comunicación con el espectador. De hecho, la representación comenzaba con una invitación a beber café formulada por la actriz Agnès Mateus, a la que seguía la intervención de Roger Benat, siempre presente en escena y con un protagonismo mayor aún al asumido en las piezas. Las palabras y las acciones de Roger tenían como contrapunto las acciones (físicamente más potentes) de los dos actores y los fragmentos textuales (la mayoría escritos por el propio director) proyectados al fondo. Con una progresión imperceptible, resultado de una minuciosa construcción, se iban sucediendo imágenes, informaciones, gestos, confesiones íntimas, acciones, breves diálogos, propuestas plásticas, pensamientos, secuencias de vídeo, juegos, silencios… que ofrecían al espectador la oportunidad de mirar al otro, de mirarse a sí mismo en el otro, de escuchar, de elaborar la reflexión propia, de reír, de distanciarse o de intervenir (en un partido de fútbol con los actores casi al final de la pieza).
(Texto extraído de SÁNCHEZ, José A. «El ensayismo escénico de Roger Bernat»)
Compañía
General Eléctrica
Web
Otras obras
- Bones intencions (2003)
- De la impossibilitat de conjugar el verb estimar (2003)
- De la impossibilitat de ser Déu (2003)
- De la impossibilitat de trobar la paraula justa (2003)
- Bona Gent (2002)
- De la impossibilitat de concebre la pròpia mort (2002)
- De la impossibilitat de ser a tot arreu (2002)
- De la impossibilitat d’entendre’s a un mateix (2002)
- Trilogía 70 (2001)
- Que algú em tapi la boca (2001)
- Flors (2000)
- Verismes (1999)
- Joventut EUROPEA (1999)
- Álbum (1998)
- Confort Doméstic (1998)
- 10.000 Kg (1997)
- Una història d’amor (1996)
- El desig de ser dona (1996)