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Mis dedos no acarician,

descubren el universo en tu vagina.

Se adentran silenciosos y escuchan

el suave murmullo de tus carnes húmedas.

Mis dedos se perdieron en el interior de tu cuerpo.

……….

Invitación de la carne a la carne

y así fundirse

en el movimiento eterno de los amantes.

……….

Entre las brumas de nuestros cuerpos

un rumor de vida aflora desde tus entrañas.

Aroma de pequeña muerte que nutre mis días.

……….

Amamos porque vivimos

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y somos sabedores de este amor porque morimos.

Quizá, cuando demos el paso sin retorno

será cuando comprendamos la esencia de este amor.

……….

1ª aproximación a otro estado de percepción / En la Concha de Artedo (14.07.08)

Esa línea que llamamos horizonte no existe, es una convención, algo que el hombre ha acordado para la

representación del paisaje. Ese espacio, que definimos con una línea, es un concepto deforme por

indefinido, próximo a la idea de inmensidad.

Allí donde ponemos el fin, es donde podemos intuir el infinito.

Qué desengaño saber que nunca tocaremos el cielo al navegar hacia el horizonte.

Naufragio del sueño imposible del marinero.

La mirada se adentra en el mar con paciencia y esmero

y antes de llegar a lo que aparenta ser la unión con el cielo

aparece ante los ojos algo indefinible

y al concretar la mirada, en un imposible afán por comprender, el alma se estremece ante ese

intersticio del abismo.

¡Abdiquemos de cualquier representación y sumerjámonos en sus tinieblas!

Canto imposible entre la tierra y el infinito.

Por el oriente caen las nubes sobre el mar y del mar se escurren sus brumas hacia el cielo

y sumido en este movimiento de unión, mi percepción se precipita hacia esa inmensidad.

El estado de pérdida en que me hallo causado por lo inmensurable, decrece en mérito de la plenitud del

instante que emana de la lucidez de los sentidos: los fluidos del cuerpo se tornan ligeros y se unen al

movimiento de los vapores del cielo y del mar.

Lo que aparentaba ser una pérdida ahora se aparece como la posibilidad de comprender aquello que no

entendemos

El sonido de las piedras que arrastra el mar e incrusta contra el malecón bajo mis pies, aterriza

este canto al infinito que nace entre la inmensidad

que separa y une

el mar y el cielo.

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……….

Mis labios rodean tus nalgas, siempre a ciegas,

buscan el sabor íntimo de tu cuerpo.

Poseído y perturbado por tu aroma me ahogo.

Tu carne es mi desierto y mi mar azul gris plomo.

El deseo: mi perdición y mi vida.

…………

Hunde tu huella en lo oculto de mi cuerpo, irrumpe

con tu vida en él y desgrana

las perlas negras que rodean tu cuello,

nacidas

en las entrañas de mi deseo

…………

Los amantes se entregan el uno al otro

con el fin de morir el uno en el otro.

……….

(1962-2008)

El uno de agosto al medio día murió Leopoldo Alas

… ¡Qué locura! El amor de mi vida ha dejado un reguero de polen en la huída. ¿No es graciosísimo? Que

sea precisamente un residuo de amor lo que tenga que consolarme de no ser amada… ¡Qué curioso!

Ahora me da por pensar que las personas sentimos todas a la vez. No hay que decir “estoy sola”; “hace

soledad”, es lo que hay que decir. Como hace frío, calor… Hace miedo. Hace tristeza. Hace orgullo. ¡Me

hace gracia! Ahora me tiemblan las manos y no puedo dormir…

Fragmento del monólogo previo a la muerte de Julieta en “Última toma” (1985) estrenada en la Sala

Olimpia de Madrid C.N.N.T.E.

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Me gusta ese sentimiento de unión de los hombres previo a la muerte.

……….

2ª aproximación a otro estado de percepción / Capilla Scravegni en Padua pintada por Giotto entre

1303 y 1305

En el paño este de la Capilla, Giotto pinto dos “correti” o nichos del coro que son canto a la ilusión. Dos

habitáculos unidos por una perspectiva común a los pies de un gran arco, representan dos pequeñas

habitaciones con bóveda de crucería, una lámpara colgando y una ventana al fondo de cada uno. Lo

chocante e intrigante de estos frescos es el contraste entre el cielo que simula verse a través de estas

dos ventanas, luminoso y claro, y el pintado tanto en la bóveda de la capilla como en el fondo de las

escenas de la vida de María y Jesús, bañado con un azul ultramar uniforme y profundo que domina

como colorido toda la capilla. Este ultramar no representa la noche, tampoco el amanecer, nos

comunica con lo intangible de la existencia.

Y en medio del abrumador azul la ilusión de dos ventanas nos habla de la cadencia de los días: del paso

del tiempo.

Eternidad y caducidad.

Los dos cielos conviven, nuestra mirada se pasea por esta contradicción y nos mueve a la duda sobre la

percepción de aquello que nos rodea.

……….

Lo que vemos y lo que nosotros mismos ocultamos a la mirada.

……….

El olor de la tormenta,

engendrada en la lucha del ardor y la incomprensión, baña tu cuerpo.

Mientras duermes

absorbo este hedor y me revuelco en él

…………

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Recogerme en tu cuerpo,

vencer la ansiedad que me provoca y sentir

el movimiento interno que se genera en los dos.

…………

Al observar los pliegues de la piel en tu cuerpo,

se genera en mí un movimiento incontrolado hacia tu interior,

como si fuera la única posibilidad de mi existencia.

…………

Qué imposible palabra debiera surgir de la carne

para celebrar su entierro en la carne que la engendra

…………

El aire que juntos producimos nos envuelve

y envolverá más allá de nuestros límites.

…………

3ª aproximación a otro estado de percepción / La vieja acacia (agosto 2008)

A escasos metros de la puerta de mi casa, hay una vieja acacia, deformada por una poda absurda

hecha hace treinta años.

Treinta años pareciendo morir y rebrotando desde sus imposibles entrañas.

Entrañas huecas, refugio de pequeños murciélagos.

Cada mañana, ella misma, me insinúa con voz tenue la posibilidad de una tala, y si hiciera caso de

dicha sugerencia suprimiría de la puerta de casa esa imagen de caducidad que me saluda con dureza al

despertarme.

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Es una cochambre de árbol, su sombra es irregular y no sirve, más de un treinta por ciento de sus

ramas están secas. Aquella poda absurda deformó su silueta y la dotó de una especie de zona bulbosa a

modo de capitel coronando el tronco.

Ese gran muñón casi dobla el diámetro del tronco. A él conducen, a modo de músculos debilitados por

el tiempo, fibras todavía vigorosas y otras ya inútiles: arterias de vida y grietas de muerte,

entrelazadas de manera imposible hasta ahogarse en esa protuberancia leñosa. Y ahí del mismo tumor

nacen o se extinguen ramas y proyectos frustrados de brotes. Monstruo vegetal y sin embargo en su

deformación reside su fuerza y es testimonio de su lucha por mantenerse en píe.

Su sombra no refresca una tarde de verano, pero entre sudores no puedo dejar de ser fiel a la cita con

esta acacia al caer la tarde, y leer y palpar en su tronco la huella de su supervivencia, en él están

inscritos un sin fin de caminos, algunos viven otros murieron. Ese troncho deforme alberga su esencia:

imposible alma vegetal.

La acacia parece resquebrajarse y puede ser representación de muerte y al mismo tiempo mantiene en

sus pocas ramas un verdor vibrante como esperanza de vida.

¿Cómo desprenderme de su antiestético porte y su aparente inutilidad si alienta mis días?

¡Qué fácil perder de vista su verdadera enjundia al enredarse nuestra mirada en su decadencia y

deformidad!

La apariencia de lo que vemos nos oculta lo que pudiéramos ver.

……….

Depositar mi cabeza, aunque solo sea un instante,

en ese espacio que se forma entre tus pechos y tu vientre.

Ese fragmento de tu cuerpo parece creado para alojar mi rostro.

Depositarme en ti

nada más

cobijarme en tu piel

y así protegerme en esta noche oscura.

…………

La noche cubre la luz

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como los amantes se cubren

para engendrar el movimiento del alma

que da sentido a su existir.

Yo, en mi ceguera,

me duermo junto a ti

y busco desesperado la luz de tu interior.

¡Tanto respeto acumulado!

…………

La cabeza entre tus muslos

La mirada en tu sexo

y mis manos en la tierra:

enterradas

…………

Canto de amor

que vomitan los pliegues de tu cuerpo.

Canto que nace entre las sombras

por la fecundación de la luz en tu carne.

…………

4ª aproximación a otro estado de percepción / Un bonito culo (agosto 2008)

En cierta ocasión vi una mujer por la calle que me llamó la atención de manera particular, llevaba una

falda que trasparentaba sus bragas y la parte no cubierta por ellas de un bonito culo, tanto era así que

no pude quitar mis ojos de su cuerpo.

Por supuesto tuve que superar cierta vergüenza, pero insistí en mi mirar ante el prodigio de la

naturaleza, hasta caer en la cuenta que el color de las bragas que asomaban ligeramente por encima de

la falda, no coincidía con el de las que se trasparentaban: estaba ante un trampantojo, sin lugar a duda

menos sutil y trascendente que aquellos de los maestros del barroco, pero ante un trampantojo digno

de nuestro tiempo.

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Entonces mi mirar intentó desvestir a la mujer e imaginar como sería su verdadero culo: imposible, la

imagen perfecta del trampantojo impedía a mi imaginación cualquier acercamiento a una posible

realidad.

¿Qué les ocurriría a sus amantes? ¿Sufrirían de desilusión ante el desfallecimiento de la ilusión? O por el

contrario ¿la carne real y su proximidad superarían cualquier invención óptica?

Al continuar con mi paseo y aunque ya lejos de la visión de lo que parecía un bello culo, y dejo la duda

en mí sobre lo que entendemos por un bello culo, mi pensamiento siguió hilvanando apuntes sobre

este afán de los hombres y mujeres de camuflar su cuerpo a la búsqueda de cierta perfección siempre

imposible ¡Qué importante es para nuestra sociedad la apariencia! La basura y la mierda en casa o la

silicona dentro del cuerpo y el pecho en ristre, aunque pierda lo que de maravilloso tiene el contacto de

un pecho carnal, sea cual sea su tersura, con otra piel.

Pensé en mis amantes, en los secretos descubiertos en nuestros cuerpos en esas noches donde el

tiempo rompe con sus coordenadas habituales, y en el gozo que nos produjeron estos descubrimientos

¡Qué lejos de las perfecciones o imperfecciones y qué lejos de nuestras apariencias! Todo lo contrario,

la ilusión del cuerpo surge en su abandono al momento, en la íntima unión que generan los cuerpos

amantes.

……….

No miro y me pierdo

¡Cuánto miedo y cuanta confianza en ti!

al internarme bajo la bóveda de tu piel.

…………

Mi mano se desplaza en la oscuridad,

la temperatura guía su movimiento casi inapreciable,

sin brusquedad se introduce en tu cuerpo.

Solo necesitaba tu calor

…………

¿Cuándo la mirada olvidará

la apariencia de las formas

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y se adentrará en ellas

descubriendo en cada mínima parte de tu cuerpo

el misterio de la carne de los amantes?

……….

Mi tierra parda gris

mis manos azul gris

me amaso con la tierra a la búsqueda del color.

Las manos enterradas:

pardo azul gris.

Extraño color, no es oscuro, es color sombra

es la modestia del color

el sueño del no color,

pero es el color de mi pensamiento, el color

de mi cerebro amasado con mi paisaje.

…………

Me dijiste:

Miedo por el estruendo de los pájaros al amanecer.

Y en la noche

Una mano se introduce en una masa negra coronada por un cráneo.

Agostado, el viento ya no mece mi cuerpo.

(Agostar: la acción de sentir el peso de la vida sobre la espalda e irse dejando caer con suavidad.)

…………

Un instante de silencio y escucho

el leve batir de la hojas del chopo.

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Este rumor diminuto

basta para impulsar en mi interior

el deseo de estar en ti y ser parte de esta tierra.

Unión parda de la que nace

estremecido un fuego pardo.

De ardor el cuerpo parece desplomarse,

para permanecer en ese irrepetible silencio.

……….

5ª aproximación a otro estado de percepción / 1º paseo por la ribera del Mondego ( Montemor – o –

Velho / Portugal / 10 de agosto de 2008)

Doce del medio día en la ribera del Mondego. El sol cae con dureza, leves brisas fluviales amainan su

efecto sobre mi cuerpo.

Una gran masa frondosa de árboles, arbustos, cañaverales y juncos cubren la ribera opuesta a la que

yo estoy y desde la que observo. Esta masa de mil verdes se refleja sobre la superficie del río. La

mirada recorta de entre toda la visión una sombra y olvida el frescor verde y placentero del paisaje.

Esta pequeña y al mismo tiempo inmensa, por lo desconocido que encierra, oscuridad parece convertir

en volátil su entorno. Las sombras parecen perdurar en su profundidad y generan un estado parecido al

del vértigo: te absorben y el miedo se agarra al cuerpo.

El gran vacío de la sombra enmarcado por la danza de las ramas y hojas que la circundan. Hojas que

brillan con violencia y tras ellas la negrura de las tripas de la arboleda.

Lo que ves es hermoso y lo que no ves hace vibrar el cuerpo.

Lo que veo me alienta y lo que no veo es lo que me produce el deseo oscuro de la vida.

Y ahí me hallo, entre la luz, la sombra y el reflejo en la superficie del cauce.

El reflejo es una imagen perfecta, pero anhela la profundidad de las sombras.

El reflejo te da la conciencia del movimiento y la sombra te hace intuir el desquicio ante lo desconocido.

El reflejo sobre la serenidad del río desequilibra y la distancia entre el verdor y las sombras hiela la

sangre.

La sombra reflejada es como un dulce sueño de aquello que estando despierto suspende el ánimo en la

vida,

es como una palabra de alivio ante la mirada de la muerte.

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……….

Busco desesperadamente la pasión en tu mirada.

No hay resignación posible.

Morir sí, pero con pasión.

…………

Los poros de mi piel,

como ojos nocturnos,

se ciegan ante tu cuerpo.

…………

La carbonilla acumulada anega mis ojos,

irritándolos termina por secarlos y la mirada

busca resquicios donde reposarse sobre tu cuerpo.

…………

En el incendio de las vísceras

renuevo los humores de mi cuerpo, antes

que la helada noche enfríe la sangre hasta detener su fluir.

…………

6ª aproximación a otro estado de percepción / 2º paseo por la ribera del Mondego (Montemor – o –

Velho / Portugal / 10 de agosto de 2008)

Regreso al Mondego al caer la tarde. Quiero o deseo un nuevo encuentro con lo que habita entre la

arboleda, sus sombras internas y los reflejos de ambas en la superficie del río. La tarde se nubló y no

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soy capaz de entender la diferencia entre la humedad que emerge del río y la que desprenden las

nubes. Los verdes que se estiran bajo la difusión de la luz por las nubes, se han llenado de matices y

las sombras adquieren una discreción que para que la mirada se aproxime a ellas, con las renuncias

que esto supone, precisa de una concentración decisiva y difícil de conseguir.

Verdes infinitos bogan hacia una oscuridad sutil. El paisaje vibrante y rotundo de la mañana se ha

envuelto de melancolía.

La bruma que emana del río y las diminutas y casi inapreciables gotas de lluvia se mezclan por encima

del cauce, formando un intersticio de levedad entre los abrumadores verdes y sus sombras, y la

sutileza de sus reflejos. Hay una mínima brisa incapaz de alterar los volúmenes de los árboles y el

equilibrio del paisaje, pero sí es capaz de dotar al conjunto de un ligero movimiento o vibración que me

produce un sentimiento de fugacidad, como si en cualquier momento todo pudiera romperse y

desaparecer.

Mi mirada desea apropiarse de esta revelación del paisaje, pero no hay nada aprensible, todo,

absolutamente todo está en una continua y sutil mutación.

No puedo agarrar nada y esta imposibilidad de registro del instante concluye en mi abandono al

paisaje, y a unirme a él en su respiración y latir.

……….

¿Cómo obviar el engaño de lo que ven los ojos?

Con cuidado nos abandonaremos en las ranuras

donde el tiempo se escurre y la mirada se volverá untuosa:

mirada líquida: licuada entre nuestras carnes.

……….

Mi mano inerte se abandona

sobre tu plácido vientre,

no acaricia, sólo se deposita

y tu vientre la acoge cediendo ligeramente su musculatura

y formando una sutil concavidad.

Las dos pieles al juntarse aumentan de temperatura,

se dan calor mutuamente, y sudan,

y estos sudores se unen celebrando esta pequeña unión.

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…………

El miedo al desamor.

Cuando aquello que me sujeta a la vida es el amor.

…………

A la sombra de una flor me protejo

y en el silencio escucho tu cuerpo.

…………

Viajo a tu encuentro y al aterrizar no dejo de mirar al suelo, observo unas zapatillas que me recuerdan

al par que te regaló tu hermano.

Y anhelo tus labios oscurecidos

por el color de la sangre que los habita,

transparente tu piel

me muestra tu sabor,

cuanto más pálida

más directo parece el acceso a tus entrañas.

…………

7ª aproximación a otro estado de percepción / 3º paseo por la ribera del Mondego (Montemor – o –

Velho / Portugal / 11 de agosto de 2008)

Este viejo cauce, en su día navegado por fenicios, es sumamente extraño. Se le ve amplio y tiene toda

la apariencia del poder de su antiguo caudal, hoy desviado hacia un canal, para evitar las continuas

crecidas que anegaban cultivos y pueblos. Hoy su movimiento es excesivamente tranquilo y nos habla

desde la experiencia de sus días de gloria y furor, en contraste con su presente domesticado por la

mano del hombre, envuelto en la melancolía del que tuvo, y hoy se resigna a ser objeto de la apacible

contemplación.

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No es difícil imaginar su bravura al contemplar la agreste rivera de enfrente, sin embargo los reflejos

que produce en su superficie serían imposibles de percibir si sus aguas bajaran con la fuerza de antaño.

Llevo tres días observando y disfrutando de estos reflejos, meditando sobre ellos y en una continua

contradicción entre la visión de la ribera de un río grande y poderoso, y la quimera de una superficie

sosegada y plena de reflejos y matices dignas de un lago. Pero ahí reside su extraña atracción: dos

apariencias en contraste. El cauce abierto en la tierra por los golpes constantes de la violencia de las

aguas y la quietud artificial de su estado actual.

El viento mueve la superficie del agua, en su quietud de viejo cauce vigoroso, y parece sufrir.

Este tramo amansado del Mondego conserva su memoria, y está escrita en las oscuridades de su

ribera. En ellas podemos leer el dolor de las inundaciones pasadas, la riqueza que brindó la navegación,

y el movimiento infinito y cambiante de su antiguo fluir, que nos hubiera aproximado a entender el

sentido de la vida.

……….

Deshacer la mirada para en el desaliento

distinguir la hondura de lo que vemos.

……….

Ayer follamos en silencio.

Inimaginable la palabra

cuando los cuerpos hablan

con la elocuencia de sus enigmas

y la entrega de su destino.

……….

El sentido trágico del amor

se revela en el secreto

inefable de las lágrimas

bañando el cuerpo del amante.

……….

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8ª aproximación a otro estado de percepción / amanecer del 18 de agosto de 2008

Entre las brumas del sueño, en esos instantes de confusión entre lo que soñamos y lo que somos, vi las

hendiduras de las huellas de nuestros cuerpos en el colchón, cubiertas de tierras color gris paja,

mezcladas con otras blanquecinas con brillos plata, y en menor cantidad, arenisca color ultramar

intenso. Esta especie de escombrera en miniatura, esparcida por el lecho, casi llenaba la oquedad

dejada por tu cuerpo, mientras la mía aparecía cubierta con una ligera costra de restos diseminados.

Al desperezarme, y todavía entre esas mismas brumas que enredan los límites del sueño, me agarré a

tu cuerpo con la vehemencia producida por ese sentimiento de tránsito en el que impera una necesidad

de adherirse a la vida.