Fleshdance es una coreografía en la que el potencial táctil de las superficies no determina el movimiento sino que el movimiento hace visible la apariencia de las superficies y sus cualidades. Flesh no es una barrera entre el cuerpo y la materialidad externa; es una superficie táctil que determina el movimiento por su habilidad para ver mediante la tactilidad, para desear y disolverse en el momento de la sensación y la aflicción. Tres bailarines, tres figuras, tres cuerpos que, siendo a la vez sujeto y objeto, dan y reciben sensaciones. Como si fueran un animal retorcido, los cuerpos se sueltan en el suelo y así se mantienen durante el desplazamiento. Patas, garras, alas, miembros inmovilizados, palmas rítmicamente no funcionales sienten las superficies límite del espacio. Al exponer la carne en el sistema de economía del intercambio de miradas, los bailarines comunican la carne como la materialidad de la existencia. La alegría de la carne no es ni su anhelo ni la posibilidad de su realización, sino que prolifera en el proceso de la multiplicación de las zonas erógenas y los niveles de intensidad en la superficie que crea.

Reseñas

“It seems that the true protagonist of Fleshdance is a complexly staged “collective gaze” that at the same time subdues the bodies and unleashes the realm of desire. The most uncomfortable thing is that we, as viewers, start to realize that our piercing gaze contributes to the dissection of the performers’ flesh… and I would argue that the process through which we are pushed as the performance unfolds, toward an understanding of cannibalistic appetites of our own eyes wide open, is without a doubt a highly critical and aesthetic force of Fleshdance”.
Nataša Govedić, Zarez

«[…] genuine dance ritual without a doubt; painful and stubborn in its search for disorder … uncompromising in relation to the predominant conventions of loveliness and order»
Maja Đurinović, Vijenac