Prometeo es otro intento de eliminar kilómetros entre el teatro y la obra de arte. Que el estimulo para crear obras de arte se parezca en algo al impulso que da como resultado un espectáculo, es francamente sospechoso. Nuestro trabajo jamás debería acabar convirtiéndose en una función. No obstante, el teatro nos resulta imprescindible. De esta relación amor-odio surgen los problemas relacionados con la palabra y las imágenes. El teatro garrapata de la palabra parece haber agotado todas las posibilidades de poesía. O para decirlo de forma menos radical, la palabra no es poesía suficiente dentro del teatro. Se ha buscado la poesía en las imágenes. La danza ha. viajado tantas veces en dirección .prohibida, hacia lo gratuito. ¿Es que sólo la palabra tiene la capacidad de acercarse a la poesía? ?Tan difícil es dotar de un contenido trascendente y de poesía a una serie de imágenes teatrales (sin exigirle a estas imágenes que ilustren o completen nada, sino que, por el contrario, sean capaces de articular su propio discurso)? Siempre que nuestras imágenes sean de cartón piedra, huecas, mentirosas, se anda con los ojos vendados por un despeñadero. Si, en cambio, una forma, un material, una señal de video, es capaz de transmitir una intención, ya hay algo de terreno ganado y es posible que, con un poco de suerte adquiera aún mayor valor que la poesía escrita en el papel, quizá por lo poco acostumbrados que estamos a expresiones de este tipo dentro de una sala de teatro. En las galerías de arte, por el contrario, es moneda corriente y en vez de asustar, establece una comunicación. Ahí están Beuys y Duchamp. Ahí están Serra, Long, Nauman, Twombly, Boltanski o Morris. Acabar con las estructuras del espectáculo. Acabar con la duración aproximada del espectáculo. Estar predispuesto cada artista a encontrarse con formas que no sean ni representación teatral ni acción. Ni performance ni instalación. Sino lo Inclasificable. Lo único que se espera del público es que esa noche traiga consigo el alma. «Usted puede comprar el Fausto -dice Andrei Tarkovsky- pero ¿es capaz de leerlo verdaderamente? Para asimilar la obra de arte hay que hacer un esfuerzo parecido al del artista cuando rea. El arte siempre espera ser comprendido por alguien». No obstante, tus propios colegas te preguntan por qué en tu último trabajo has utilizado materiales como el plomo o la sal marina en vez de mentiras que los representen y que sean más… funcionales. Cuando explicas que te interesa conceptualmente ese material, porque significa la única oportunidad de transmitir tu paisaje y tu poesía, te miran como si fueras un imbecil. Dentro de cada uno tendría que haber estímulos que superen en mucho una tela pintada, un catálogo de gestos cotidianos y una palabra vulgar. Si sólo llevas eso dentro de ti, no te queda más remedio que el teatro. Si en cambio piensas en tu poesía pequeñita, tienes la suerte de contar con el teatro.
Rodrigo García