«Toda forma tende a convención, toda institución tende a conservadurismo: o teatro precisa da resistencia da literatura, que cos seus novos materiais, obrigalle a revisar os seus medios e técnicas para desenvolver no nos medios e técnicas. Non hai teatro novo con obras vellas.»
«Sí cuando un texto non se pode representar o productivo ou interesante para o teatro.»
(Citas de Heiner Müller incluidas en el programa de mano)

El texto se utilizó como un guion mínimo que dio lugar a cuatro meses de ensayos durante los cuales los creadores fueron aportando su propia visión. A las máscaras y los títeres procedentes de su trayectoria anterior se unió la danza y el teatro; todo ello dentro de un marco escénico que permitía la libre alternancia de distintos lenguajes, según las necesidades de expresión que iban surgiendo. El objetivo final era presentar un espectáculo abierto en el que el público se viera obligado a construir su propia historia. A través de la música, realizada en directo y acompañada de sonidos cuadrafónicos producidos por un sintetizador, Baltasar Patiño ofrece en el plano sonoro un efecto de disonancia que se buscaba igualmente en los otros niveles del espectáculo. Junto a la música, destacó el empleo de la luz, creada también por Patiño, para la construcción de una atmósfera fantasmagórica, donde los elementos muertos, como los muñecos de escayola, de profunda expresividad, las hojas secas o los objetos, como teléfonos o relojes, convivían con los actores. El texto era dicho por una voz en off, que discurría en paralelo a los movimientos abstractos de los dos actores/bailarines. Un imaginario surrealista quedaba poblado por figuras femeninas, multiplicadas por los muñecos, que reflejaban a una Ofelia (Ana Vallés) que ocupaba el centro del espectáculo, haciendo de contrapunto a Hamlet.
La crítica mostró cierta exasperación ante una obra de ritmo detenido que no remitía a un referente ilusionista, en beneficio de la creación de un mundo escénico propio, desarrollando una de las ideas de Müller incluidas en el programa de mano.

Críticas:
Mauro Armiño, «Pobre Hamlet», El Sol (21.11.1990), p. 52.
M. Blanco, «Hamletmaschine, buscando la participación activa del espectador», El Correo Gallego (1.11.1989).
Núria Sábat, «Títeres para dar y tomar», El Periódico , Espectáculos- (7.05.1990).