El objetivo de este ENCUENTRO es una ficción, más o menos creíble, un juego o una excusa (que esperamos que sirva). Pero el sentido de hacer este encuentro no está en función de ese objetivo, ni de ningún otro tipo de resultado que se pueda alcanzar. El sentido está en función de una forma de hacer, que es lo que nos preocupa y lo que queremos discutir, la forma que va a dar sentido a este encuentro, una forma de estar con, de hacer y de deshacer, de hacernos y de deshacernos.

Y con esto ya estamos en el juego. Estas son las reglas, aceptar el juego de los juegos, un juego que se juega a sí mismo, en el que caben otros juegos y otras reglas, un juego que se está haciendo, es decir, que lo estamos haciendo mientras lo estamos jugando. La pregunta sería, entonces, ¿a qué estamos jugando?

Si lo jugamos bien, si respetamos las no reglas de este ponernos en juego, que sería lo mismo que respetarnos en tanto que nosotros, aceptaremos que no hay reglas previas y que nada está en función de lo que quede después del juego, porque después del juego ya no queda nada que nos podamos llevar fuera de ese nosotros mismos, al menos en un sentido material, como mucho la documentación de lo que ha pasado, grabaciones, imágenes y palabras, y eso ya es otra historia, o mejor dicho, esa es la historia, las historias.

Si el final es lo que da sentido a la historia, el juego es un modo de organizar un presente que no cobra sentido por el final de esa historia, sino por el camino, por el cómo se fue jugando, por lo que fue pasando durante la partida. Un espacio de rupturas, de experiencias. Al final pueden ganar unos y perder otros, o perder todos, o ganar todos, pero eso es solo el resultado, una excusa para alimentar el juego, la ficción que lo sostiene, que nos sostiene. Preguntar a qué estamos jugando, equivaldría entonces a preguntarnos por la ficción, la ficción que nos sostiene.

El JUEGO, como la propia ficción democrática, tiene que estar continuamente reinventándose, porque carece de un fundamento previo, de un dios o una esencia que lo garantice más allá de ese presente compartido, plural y siempre distinto, sostenido por una serie de relaciones, conflictos, diferencias, vínculos, lazos, desencuentros…, sostenido por las propias reglas del juego, o dicho de otro modo, su esencia serían esas mismas reglas, que no están en función de ningún fundamento previo o principio trascendental, más allá del hecho de que nos permitan seguir siendo… abiertos, en relación con, expuestos, públicos… lo que en política “democrática” llamaríamos libres. Igual que la democracia, el juego tampoco está ya en función de un fin o de una meta, dejando al descubierto esa humanidad de la que habla Nancy “que se halla expuesta a la ausencia de todo fin dado –de todo cielo, de todo futuro, pero no de todo infinito. – Expuesta, existente”. Ese modo de exposición, que funda una ontología sobre el aquí y el ahora, sobre lo más exterior desplegado en superficie, es el principio inestable y abierto sobre el que se reinventa el rito de la democracia.

Vamos a jugar a que nuestra ficción es esa idea de comunidad, de grupo, de colectivo, de unidad, de encuentro, de intercambio, de nosotros…en el contexto de la “cultura-democracia”, eso es lo que podemos ganar, o posiblemente perder. ¿De qué tipo de comunidad o comunidades se trata? ¿Formamos parte de alguna comunidad? ¿Artistas, pensadores, intelectuales, ciudadanos, activistas, catalanes, vascos, españoles, europeos, parados, funcionarios, autónomos, ciudadanos del mundo, gente normal, frikis? ¿Cuáles son las reglas que nos articulan como grupo? ¿Cuál es su historia? ¿Cuál es nuestra ficción?

ESTA HISTORIA no va a empezar en Valencia, ni va a acabar allí, sino que ya empezó y continuará. El juego no dejará de jugarse. Una partida, otra partida. Un encuentro, un taller, un festival, una cena, unos vinos, un seminario… Aunque cada vez sea distinta, haya otros jugadores, tenga lugar en otro sitio y las reglas hayan cambiado. En este sentido, el encuentro de Valencia, sin nombre y sin objetivos, es un estadio más, un punto más dentro de una red que se va tejiendo y destejiendo. Queremos entenderlo así, como un espacio de transición entre lo que (nos) ha ido pasando antes y lo que (nos) irá pasando después. Un aquí y un ahora más dentro de un continuo que no deja de romperse para volver a soldarse, formando una nueva historia que trate de salvar las rupturas, de dar sentido a lo que no tiene otro sentido más que el ser jugado, el estar ahí a disposición, inclinado, a punto de caer, el estar jugándotela, jugándosela. El ahora ahora, y luego mil momentos para seguir discutiendo en qué historia, dentro de qué comunidad queremos meter lo que pasó… para clasificarlo, entenderlo, identificarlo, manejarlo… en función de otros momentos, de otras rupturas.

A este marco de trabajo —¿de juego?— hemos dedicado una gran parte del encuentro, organizado en torno a un espacio común donde, en principio sin presencia de público (aunque no descartamos que dependiendo de lo que vaya pasando, se pueda abrir en algún momento, ya hacia el final), estaremos todos juntos. Ese espacio es el eje del encuentro y ahí pasaremos la mayor parte del tiempo. En principio, esto se desarrollará a lo largo de la tarde del martes, el miércoles completo, y el jueves y viernes por la mañana.

Para este espacio os pedimos que penséis en propuestas concretas para realizar con un grupo de unas 30-40 personas. Pueden ser temas de reflexión, juegos, experiencias físicas, o todo lo contrario. Es un espacio que iremos haciendo a partir de lo que vayamos proponiendo. Es suficiente con que cada uno consiga compartir a lo largo de estos días el sitio donde está, desde el que trabaja, observa y trata de relacionarse con el mundo, en definitiva, el sitio desde el que vive y se trabaja, siente y piensa.

En qué estás pensando ahora, qué te pasa por la cabeza… y por el cuerpo? Qué es lo último que aprendiste a pensar, y a hacer? Qué cosas te inquietan, y qué cosas te dejan indiferente? Qué movimiento le propondrías hacer a los otros? De qué tipo de movimiento se trata? Hay que juntarse más, separarse? Nos tenemos que dar la espalda, mirarnos sin vernos… pasear con indiferencia. Claro que también se puede compartir un no movimiento, una no práctica, una no acción o una no idea, y es parte del juego. No es extraño que estemos aquí y ahora haciendo no se sabe qué?

Compartir “eso” quiere decir ser capaces de ponerlo en juego, de convertirlo en un espacio de inter-acción y relación con. El objetivo (la ficción) no es que al final seamos más amigos, sino menos nosotros mismos, es decir, menos iguales a nosotros mismos. En otras palabras, el objetivo es el movimiento. Luego podemos discutir el sentido de ese movimiento.

El resto del tiempo, es decir, la tarde del jueves y el viernes, más el sábado completos, estarán dedicadas a presentaciones de proyectos, desarrollo de temas teóricos, propuestas de análisis, discusiones y encuentro con el público. En realidad este espacio no deja de ser una continuación de lo que vaya ocurriendo por las mañanas, pero en otro formato, formato – representación. Ahí las reglas del juego, al menos inicialmente, están más delimitadas por unas formas de comunicación consensuadas: conferencia, charla, mesa redonda, exposición, debate.

Jugadores:

Robert March, M.Ángel Martínez, PKMN, Idoia Zabaleta, Txalo Toloza, Sergio Cabrerizo, Esther Belvis, Esther Arribas, Saioa Olmo, Vicente Arlandis, Ricardo Antón, Rosa Casado, Silvia Zayas, David Herráiz, Ricardo Amasté, Pepe Patricio, Olga Martínez Yuste, Luigi Gómez, Sandra Cendal, Paulina Chamorro, Zara Rodríguez Prieto, Paz Rojo, Fernando Quesada, Carolina Boluda, Óscar Cornago, Antonia Gomis, Amador Fdez. Savater, Alberto Conderana, Sandra Gómez, Miguel Angel Altet, Martina Botella, Pablo Caruana, Juan Loriente, Joseph Particio, Esther Arribas, David Pérez, Juan Navarro, Quim Pujol, Isaak Torres, Rafa Tormo i Cuenca, Eva Caro, Gabriel Ochoa, Eva Zapico, Victor Silva, Sonia Martínez, Martina Botella, Marisol López Rubio, Diana Delgado, Itxaso Corral

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