Edición Buenos Aires [1]
El Proyecto BIOROOM [2] curado por Juan Urraco, consistió en un ciclo de intervenciones escénicas realizadas en diferentes espacios domésticos en torno las biografías reales de sus habitantes y protagonizadas por ellos mismos.
BIOROOM es una invitación a pensar las posibilidades escénicas que existen al asomarnos a diferentes espacios de intimidad, y así tratar de comprender mejor el mundo que nos rodea. Propone transformar espacios de uso cotidiano en escenarios temporarios para dar lugar a experiencias escénicas que modifiquen la forma de mirar al otro, a la ciudad, a la vez que posibiliten una experiencia performativa de intimidad. Bioroom invita a hospedarse por un momento en la vida del otro, en su intimidad y desde ahí repensar la de uno mismo.
En la Edición Buenos Aires (2014) las ¨Cápsulas¨ (intervenciones escénicas) que se crearon fueron: La Merienda con dirección de Juan Urraco y Felipe Restrepo, y La Cocina con dirección de Cecilia Pérez-Pradal. Fuera del Ciclo y también enmarcada en el Proyecto Bioroom se creo una tercera cápsula Juan Carlos Romero [3] sin estrenar.
BIOROOM supone un trabajo interdisciplinario, con busquedas y esteticas múltiples en tanto que cada Cápsula implica la dirección de un nuevo creador, evidenciando la multiplicidad de lenguajes emergentes en una ciudad, y la convivencia pacifica y retroalimentativa de los mismos. (Urraco, 2012)
A nivel procedimental, la propuesta de Bioroom es minimizar al máximo todos los componentes de ficción: no hay actores, no hay guiones cerrados, ni escenografía, ni iluminación. La performance resulta ser una parte de la historia de vida de una o varias personas reales en sus propios domicilios. De este modo, Bioroom recupera el valor colectivo de las biografias de ciudadanos comunes de Buenos Aires, de vidas anónimas e invisibles.
El espectador es participante activo en estas performances, y se vuelve una pieza fundamental en este conjunto de experiencias de intimidad, ya que queda en el centro de la experiencia performática, de un mundo inestable que lo involucra e interpela desde la cercanía.
Este proyecto redefine el concepto de intimidad, lejos de los patrones estandarizados e impuestos por los medios masivos de comunicación y de la espectacularización, concibe la intimidad como dispositivo evocador de memoria e historias de los sujetos, de un colectivo, de una comunidad determinada que posiblilita construir un nosotros.
Así presentaba Juan Urraco la línea curatorial de BIOROOM:
La habitación es una caja, nos dice Michelle Perrot (en Historia de las alcobas, 2011), real e imaginaria. Cuatro paredes, techo, suelo, puerta y ventanas estructuran su materialidad. Su tamaño, forma y decoración varían con el tiempo y con los ambientes sociales. Su cierre, al igual que un sacramento, protege la intimidad del grupo, de la pareja o de la persona. La habitación además lo protege a uno mismo, sus pensamientos, sus cartas, sus muebles, sus objetos. Como trastero acumula. Como defensa, repele al intruso. Como refugio, acoge. ¿Qué sucedería entonces si invirtiéramos estos parámetros? Que acogiera al intruso. Que ese gabinete de prodigios como le llama Perrot se abriese al otro. ¿Qué sucedería entonces si fuéramos invitados a husmear en algunas habitaciones reales en Barcelona, en Buenos Aires, en Berlín? (Urraco 2012)
Los anfitriones de los BIOROOM son los huéspedes reales de esas habitaciones. No actores. Dispuestos a compartir intimidad. Las suyas, reales, sin ficcionalizar.
Seguramente la historia del barrio se cuela en la biografia del sujeto en cuestión, y forman una red, que habitación tras habitación intervenida, irá configurando un nuevo mapa de las ciudades intervenidas por Bioroom, alternativo, un mapa íntimo de la ciudad. (Urraco 2012)
Notas
[1] BIOROOM Buenos Aires (2014) se realizó en el marco del Ciclo de Intimidad Escénica, curado por un equipo de investigadores y creadores compuesto por María Fernanda Pinta -investigadora y docente UBA, Juan Urraco -investigador, creador y docente UNICEN, Federico Baeza -investigador y docente UNA, y Cecilia Pérez Pradal- docente UADE y creadora escénica Puctum Cía. El Ciclo de Intimidad Escénica contó con el apoyo del UNA Crítica de Artes y del Fondo Nacional de las Artes, Beca Nacional para proyectos grupales. Tuvo lugar del 11 al 14 de junio de 2014 en CABA, Buenos Aires, Argentina.
[2] La 1º edición de BIOROOM tuvo lugar en Barcelona en 2012. BLOG http://bioroombarcelona.tumblr.com
[3] La Cápsula tiene como protagonista a un destacado artista plástico Argentino Juan Carlos Romero, precursor del arte conceptual y político latinoamericano, activista político y social. Faltando pocas semanas para estrenar el Bioroom Romero tuvo un grave problema de salud y decidimos posponer el estreno de su Cápsula.
Cápsulas
BIOROOM BS. AS. Cápsula 1: LA MERIENDA
Juan Urraco
2014
Performers: Residentes del INSTITUTO GERIATRICO SERRANO – MiRTA SEIJO.
Realizador audiovisual: Felipe Restrepo.
Dirección general: Juan Urraco
La Cápsula LA MERIENDA tuvo lugar en una Residencia privada de ancianos del barrio de Palermo, un barrio exclusivo de clase media-alta de Buenos Aires. Así se presentaba al público esta Cápsula: Lejos del frenesí y a un ritmo disonante al de la realidad de las calles de Buenos Aires, hay un acontecimiento que sucede cada día a la misma hora, entre los muros de un instituto geriátrico. Un momento de intimidad en el que un grupo de abuelos sale de sus habitaciones para formar parte de un ritual accidental e involuntario, la merienda. ¨Esa instancia del día estaba asociada a una cuestión de satisfacción y plenitud que en ningún otro momento del día lo experimentaban los abuelos. Se vivía una consciente lucidez alrededor de la merienda que nos impulsó a involucrar ese momento durante la actividad.¨ (Urraco, 2014)
Al entrar a la Residencia el público, unas 18 personas como máximo, se encontraba con un video instalado en la sala de espera que les interpelaba ¿Alguna vez pensaste en tu vejez? A su vez una serie se sobres sobre la mesilla contenían preguntas o fragmentos de testimonios de los ancianos internos que invitaban a reflexionar sobre la vejez cercana y la muerte. Este inicio incomodaba y al mismo tiempo introducía al público en una reflexión y emocionalidad que contrastaba con la frialdad del ambiente institucional.
En el desarrollo de la performance el público divido por grupos visitaba alguna de las habitaciones, acompañado por miembros del equipo de creación de la Cápsula, donde los esperaban los ancianos que allí residían y contaban algunos momentos de su vida con la ayuda de unos pocos objetos que documentaban los relatos y hacían de hilo conductor entre las historias. Se revaloriza el archivo biográfico de los abuelos para ponerlo en contacto con la memoria. El espacio habitacional invita al espectador a una mayor inmersión con el mundo del geriátrico. Los objetos, los olores, los colores adquieren su propia identidad. (Urraco, 2014)
En la parte final de la Cápsula todo el público asistía al salón comedor de la Residencia donde tenía lugar el gran acontecimiento, la esperada merienda. Los abuelos y los espectadores cantan y piden deseos. Hay una mezcla de nostalgia y felicidad. (Urraco, 2014)
El público en muchos casos salía conmovido de la performance, la empatía con los abuelos internos era inevitable, y quizá podía activarse una reflexión sobre la proyección de la propia vejez y sobre la invisibilidad y falta de vínculos con los ancianos en nuestras sociedades contemporáneas.
Vídeos: https://www.facebook.com/Bioroom/videos
BIOROOM BS. AS. Cápsula 2: LA COCINA
Cecilia Pérez Pradal
2014
Performers: Camila O´Reilly, pareja e hijo.
Asistencia Dramatúrgica: Ariel Dávila (Córdoba, Argentina)
Dirección: Cecilia Pérez-Pradal (Argentina-España)
LA COCINA Tuvo lugar en un apartamento del barrio de clase alta porteño Belgrano R. El Bioroom estuvo protagonizado por Camila O´Reilly , una joven chef que desde la intimidad de su cocina profesaba su pasión por la cocina vegana. En esta cápsula nos asomamos a la cotidianeidad de esta joven madre, cocinera vegetariana y estudiante de un profesorado de yoga, para retratar escénicamente su intimidad, invitamos al público a entrar a su casa y a experimentar su mundo cotidiano, el de su cocina, su familia, y la crianza de su niño Ramiro, con toda la ´crudeza´ con la que se presentaba.
Camila recibía al público, formado por grupos de 7 personas como máximo [1] , en el portal de su casa y los hacía a pasar como si de un conjunto de amigos o alumnos de sus clases de cocina se tratara. Al iniciar la performance los invitaba a participar de una meditación guiada por ella en la habitación de su niño devenido espacio multiusos del apartamento. El público entraba de lleno en su intimidad, se descalzaba cómodamente y experimentaba una meditación yogui rodeado de los juguetes del niño. Antes de pasar a la cocina los visitantes lavaban sus manos en el baño del apartamento como parte del ritual y filosofía doméstica del hogar. En la cocina se ponían delantales variopintos y colaboraban en la preparación de unos brownies veganos, una receta creada por la dueña de casa. Todo el grupo interactuaba en la intimidad de la pequeña cocina, los ingredientes y los pasos de la receta se iban mezclando con historias, fotos, objetos y experiencias de vida que Camila compartía con el grupo. Las preguntas e intervenciones de los asistentes pasaban a formar parte de la dramaturgia abierta de la performance, ya que cada vez era diferente.
El acto de cocinar fue la puerta hacia su archivo biográfico. Una vez que los brownies se metían al horno, el público pasaban al salón del piso y sentado cómodamente en el living junto a la familia de Camila, pareja e hijo, tomaban un té yogui preparado especialmente para el encuentro y degustaban los brownies que habían cocinado juntos. En ese momento de merienda Camila enseñaba al público el borrador de su libro inédito ¨La cocina del alma¨ y recogía impresiones del grupo de espectadores que en alguna ocasión terminó reflexionando sobre el punto de cocción de los proyectos y animándola a publicarlo. Como cierre de la performance la pareja de Camila, un músico cantautor de rock-indie que lleva salas de ensayo en Buenos Aires, tocaba una canción que había compuesto cuando esperaban a Ramiro, el hijo de ambos, que ya tenía 1 año y 9 mese y estaba allí compartiendo la intimidad de su salón con el público, y al mismo tiempo mirando sus dibujitos animados en un ordenador.
Cocinar y comer juntos como experiencia de intimidad, como acto que desgrana la memoria, presente en las recetas, las formas de organizar la cocina, de disponer la mesa y de dar inicio al ritual de la comida, en el que se cruzan constantemente los límites entre naturaleza y cultura, entre lo crudo y lo cocido, entre ficción y realidad.
Notas:
[1] Cabe destacar que solo se podían adquirir localidades vía mail, identificándose, ya que las funciones se realizaron en domicilios privados.
Otros materiales
Cecilia Pérez-Pradal, «La intimidad como propuesta escénica», Efímera Revista, 7 (2015).