Me abro la cabeza, 2013
Video poema 4’39’’
Cámara y edición Alfirio Mendoza

Escribir se trata de algún modo de asumir el riesgo, sabiendo de antemano que no hay manera de enunciar la realidad. No me interesan las simplificaciones de los fenómenos pero el lenguaje siempre atenúa. El poder de la imagen poética está en su puntualidad, en la posibilidad de que la palabra, que es una ficción, calce casi milimétricamente con lo real. Al utilizar cualquier palabra formo parte de la tradición, de la construcción de la mentira para dominar. La palabra es en sí misma un medio de dominio y una ficción. La uso aún en soledad para comunicarme conmigo misma. Eso, o ella me usa. Caigo en la tentación de necesitar intermediarios que digieran la realidad por mí. Hablo neciamente para dar testimonio de mi existencia, como si no me bastara con existir. Confieso que vivo en la ficción del imperio de las palabras, muy frecuentemente evadiendo la vida misma. La vida es demasiado real y cruda. El sistema de relaciones humanas exige mentiras, eufemismos, diplomacias, complicidades en la estafa, flexibilizaciones de nuestro rigor, de nuestra honestidad, si no comprendemos eso tenemos tres destinos posibles: la cárcel, la hospitalización o la muerte violenta. La represión a la que es sometida nuestra conducta es omnipresente. La rabia natural que esto genera no es total, se mantiene tibia. Hay un instante en el que es posible decir NO ante esa fuerza exterior más poderosa que nosotros; y en una experiencia estética, crear nuestro testimonio de liberación. Dispositivos con los que no solo damos evidencia de nuestras transmutaciones, sino que además esperamos con todo nuestro anhelo poder propiciar algún autodescubrimiento en otras personas. Son imágenes que buscan, sin lograrlo, la realidad, pero son simulacros, en tanto toda sintaxis lo es. Esa es la paradoja interna que genera la tensión que sustenta al poema, al arte; la tensión entre el simulacro y la realidad, un simulacro que señala al simulacro. Toda sintaxis está sujeta a un sistema de poder que la regula. Los sistemas de poder son sistemas de ficciones que se mantienen gracias a la imposición de la que son capaces. Las imágenes artísticas son textos también, son sintaxis. Son composiciones de significados que se dirigen hacia un significado global, aún en su polisemia. Es por esto que las imágenes artísticas no alcanzan nunca lo real, lo real es irrepresentable. En este poema en específico, Me abro la cabeza, hago una especie de arqueo antropológico del imaginario cotidiano caraqueño. Son situaciones que vivo o que he vivido. Las más de las veces se trata de una especie de traducción del paisaje, solo escucho y digo qué está pasando a mi alrededor. En otro tipo de imágenes hablo sobre experiencias que he tenido. Muchos de estos versos son escritos en situaciones al límite: voy caminando por la ciudad y voy escribiendo. Como la ciudad es tan vertiginosa resulta este ritmo, esta cadencia adentro del poema que queda denotada con la declamación. El paisaje del fondo se trata de un sector de la avenida Guzmán Blanco, también conocida como Cota 905, un espacio que forma parte de mi entorno diario, una imagen que veo varias veces todos los días, incluso mientras escribo esto puedo verla de reojo. Los sonidos que escucho desde aquí son los que impregnan el poema. Las imágenes son mi obsesión por dar testimonio de lo insólito de la realidad cotidiana de esta ciudad, asumiendo que lo insólito sólo existe en función de un referente (no sé si es referente o esperanza) que tenemos de una ciudad supuestamente normal, al contrastarnos con esa ficción, nuestra realidad nos parece insólita. Aunque quizás, la realidad en sí misma, en cualquier lugar del mundo sea insólita, ilógica, abrumadora, superior a nosotros por mucho, impredecible, irrepresentable, indecible y la poesía sea lo que más se le acerque a la posibilidad de enunciarla.


eirka-ordosgoittiErika Ordosgoitti (Caracas, 1980) vive y trabaja entre Caracas y Bogotá. Es licenciada en Bellas Artes en la Escuela de Educación Superior de Bellas Artes Armando Reverón de Caracas (IUESAPAR). Actualmente desarrolla su tesis “El estatus ontológico del arte” para el grado de Maestría en Artes de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL). Ganadora del Premio Joven Artista, Fundación MISOL de las Artes, Bogotá (2014); Primera Mención de Honor, Salón SuperCable de Jóvenes con FIA, Caracas (2011); mención de honor, 34 Salón Nacional de Arte Aragua, Maracay (2009); Premio Universidad, Primera Exposición Nacional de Arte de la Universidad, Caracas (2009). Su obra ha sido expuesta en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá, y en muchas galerías privadas. Es co-productora y co-curadora de la Bienal Internacional de Performance de Caracas, directora de P3 Plataforma de Arte de Acción y de El Avispero residencia artística en Venezuela.