La performance aborda dos conceptos: por un lado, la preocupación por el desgaste del cuerpo y la exploración de los límites físicos y por otro, el cuestionamiento de determinadas situaciones sociales vividas por el público. En este sentido, la artista reflexiona sobre las distintas posibilidades que pueden surgir ante una situación social organizada. Se cuestiona qué ocurriría si el público que acude a una sesión de teatro o arte de acción encuentra dos filas de sillas enfrentadas: ¿Están organizadas para sentarse o son parte de la escenografía? Ante esta doble posibilidad la decisión de la audiencia puede determinar el desarrollo de la acción, ya que se inician situaciones nuevas improvisadas, aunque consideradas previamente por la artista como elementos que pueden incorporarse al trabajo. ¿Qué pasaría si el público ocupara su espacio de trabajo, si nadie se sentara en las sillas, si el público que se sienta se niega a levantarse o si ella misma es incapaz de transportar todas las sillas hasta donde se propone?
El planteamiento surge desde un concepto narrativo que posteriormente se concreta en una estructura formal.
Para desarrollar esta idea, la artista pretende acumular un número determinado de sillas que dependerá del espacio disponible, sujetarlas con cinta de embalar y transportarlas en zigzag con el objetivo de hacer un gran esfuerzo físico. Para ello, dispone dos filas de diez sillas enfrentadas y preparadas antes de que el público llegue.