C O R E Ó G R A F X S es un marco de investigación continuada que cuestiona “la expresividad del concepto de nosotros hoy”. Concebido por Paz Rojo, con la colaboración de la académica y activista Manuela Zechner y el arquitecto, guionista y performer Emilio Tomé, pretende investigar a partir de una serie de prácticas y herramientas el significado de nosotros cómo una continua experimentación de la cultura que vivimos. Queremos habitar y pensar la autonomía de un nosotros como condición abierta que traduzca un proceso incorporado de la precariedad en la que vivimos y trabajamos; como procesos que se caracterizan por una constante actividad que nos pueda ayudar a entre-ver cómo sostenernos en esa movilidad que caracteriza nuestro tiempo y por cuáles serian sus implicaciones en nuestros vínculos, nuestras vidas y prácticas cotidianas.
Marco conceptual: los lugares del cuerpo como activismo sensible
“Si la democracia moderna supuso la invención de la libertad, la democracia radical desea hoy ser la invención de lo común.” Jean Starobinski
En los años 70 encontramos el intento, por parte de algunos artistas y coreógrafos, de incorporar la vida cotidiana y colectiva a través del cuerpo. El contexto vino dado por la revolución de Mayo del 68, el surgimiento del movimiento hippie en los 70, el surgimiento del movimiento feminista y el movimiento gay que representaban una nueva manera de entender el concepto de igualdad. La democracia era el futuro.
Aquellos coreógrafos que se unieron bajo el nombre de THE GRAND UNION en New York, llevados por el deseo de democratización del bailarín especializado y competitivo, planteaban la posibilidad de democratizar el cuerpo así como su tonalidad y presencia escénica. Su objetivo era crear relaciones igualitarias, distribuyendo el poder de la mirada, el tono corporal y la presencia del cuerpo. El resultado de este movimiento fue la creación de una suerte de sociabilidad improvisada, a través de la cual se pretendía situar la experiencia escénica como un acontecimiento por hacer entre todos.
Sin embargo, pronto se encontraron con el problema de cómo la situación “improvisada” y colectiva no dejaba de ser el lugar en el que sobrevivir a lo colectivo (y todas sus implicaciones) a través de individualizar al yo, adjuntándole miles de roles, identidades y representaciones. Así, estos bailarines no dejaron de ser un colectivo de “autores” personales, nombres que competían entre sí, con sus lenguajes y sus intereses individuales, creando una experiencia dialógica de la identidad: un nombre cancelaba al otro sin plantear una convivencia que no fuera del uno por el otro, un nosotros antagonista y discrepante. Sus yo-es estaban en la primera línea del juego dejando así paso a formas de improvisación de supervivencia y lenguajes utilizados con el objetivo de significar, dar sentido, identificar “eso” que estaban siendo en colectividad.
El “Contact Improvisation” como metodología coreográfica fue otra de las técnicas de la época cuyos principios básicos estaban inspirados en premisas de igualdad y cuyos efectos nos sirven de analogía a lo que ocurrió con las improvisaciones de la GRAND UNION: aquello que se suponía era sostener en contacto un espacio entre dos o más cuerpos, supuso la tecnificación y la institucionalización del mismo, resultando en una forma de con-tacto legitimada y estandarizada y, como consecuencia, indiferente al contacto. O, al revés, resultó en la producción de un nosotros indiferente, cuya manifestación se basaba en una continua negociación homogeneizadora y reguladora, traducida en técnica como forma de instrumentalizar las relaciones entre las 2 partes pero sin aprehender lo que de verdad estaban moviendo, afectando en el otro y, por tanto, negociando. Proponemos contextualizar nuestra investigación a través de estas culturas coreográficas que, desde los años 70 se han inscrito en y con lo común, como lugar de potencialidad y emancipación existencial. Reapropiaremos algunos de los conceptos que definieron dichas culturas corporales y sociales, en cuestionando qué es lo que estas significan en las democracias de mercado actuales, en relación al yo post-modernista y al cuerpo. El objetivo es producir herramientas y prácticas que nos ayuden a vislumbrar la posibilidad de abrir ciertas tonalidades afectivas como lugar de proliferación de lo común.
A partir de aquí, y en respuesta al contexto de esta historia y cultura, pretendemos reflexionar sobre la idea de lo común HOY desde la perspectiva del cuerpo y las democracias actuales, con el objetivo de percibirlos como movimiento atravesado por las pluralidades sensitivas, cambiantes, afirmativas y sensibles que aparecen e intervienen en los mismos:
¿Podríamos tomar el espacio con/en el que nos movemos como un lugar común el cual pertenece por igual a todos y cada uno de los participan en él? si es así, ¿cómo éste puede ser sostenido y dado por todos y cada uno de los que participan de/en/con él?, ¿cuales serian los lugares de resistencia y alteridad que estarían condicionando la (des)apropiación y/o producción común? ¿Qué clase de aperturas, fisuras y fugas discursivas y corporales necesitamos generar para ir más allá de manifestaciones preestablecidas?
La filósofa catalana Marina Garcés expone la pregunta por la dificultad hoy de decir nosotros, por como a veces recurrimos a identidades externas que nos digan quienes somos, para que nos reconozcan (¿como iguales pero, de manera hiper-personalizada?) o de cómo a fuerza de generalizar, nos convertimos en universalizaciones vacías. La escritora revisa el concepto de nosotros desde el punto de vista de la historia filosófica. Historia(s) de las cuales recogemos la perspectiva del filósofo Merleau-Ponty. Sus estudios nos ayudan a entender las formas en las que podemos abrir el yo a su existencia más impersonal, de manera a que incorpore lo sensible, lo que acontece entre los cuerpos que componen nosotros como un común por hacer.
Además de tomar como punto de partida esta idea, nos interesa encarnar, estudiar, investigar y experimentar las “condiciones” que le hacen posible así como “sus consecuencias e implicaciones” en el contexto de las democracias actuales.
Objetivos
1. Entender el movimiento como ecosistema colectivo y/o desapropiación individual; como lo que está entre nosotros cultural, vital, corporal y socialmente y sobre como aprehender la sostenibilidad de tal sistema
2. Entender y cuestionar el concepto de NOSOTROS como concepto-nombre que se convierta en un verbo, una posibilidad de actividad continuada, encarnada y percibida a través de relaciones y paisajes multiplicados
3. Visibilizar y comunicar un espacio de investigación relacional, que apoye y ayude a elaborar un estudio ampliado de las preguntas y las herramientas que vaya generando para que se llegue a prácticas y herramientas accesibles a otros colectivos artísticos o sociales
4. Definir una práctica de contacto entre cuerpo colectivo intérprete y cuerpo colectivo espectador, promocionando la interacción entre los dos territorios