La historia oficial no es otra cosa que una interpretación específica del pasado. Una manera de determinar el presente a partir del pasado, una forma de justificarlo. Promueve un sentimiento de unidad y legitima un régimen, Normalmente se presenta como unívoca y además cuenta con mayores posibilidades de difusión que las de cualquier otro relato.
Este proyecto nació de cara a la elección presidencial del 2012, ante la incertidumbre del regreso del Partido Revolucionario Institucional al poder después de 12 años de alternancia. Este proyecto es una construcción personal de un periodo que no vivimos en su mayoría: los 71 años de gobierno del PRI. A través de una larga investigación buscamos construir un relato de nuestro país, no mejor ni más completo que los demás, pero sí nuestro. El proyecto “PRI” consta de un libro (La revolución institucional) y una obra de teatro (Derretiré con un cerillo la nieve de un volcán). A partir de estos dos soportes intentamos pensar el partido y el país, pensar el pasado para poner en perspectiva el presente. Una parte será efímera y la otra permanecerá un poco más. Partimos de la idea de que parte de lo que somos es el cuento que nos contamos de lo que somos. Este proyecto es la tentativa de inventar un siglo, un pasado y un país: Inventarnos.
La fundación del partido oficial en 1929, bajo el nombre de Partido Nacional Revolucionario fue un acto de “imaginación política” que terminó con un periodo en el que se llegaba al poder a partir de las armas. Buscamos profundizar en esta historia, queremos entender a un organismo político que fue un instrumento de reconciliación social y a la vez un medio para controlar la participación política. Incluyente y excluyente por igual.
Queremos generar una distancia para identificar y explicarnos el México del 2013. Hoy que las posiciones políticas se han polarizado desde el apoyo irrestricto, hasta la oposición sin cuartel, pasando por diferentes grados de aceptación y de indiferencia, nos parece importante profundizar en una historia que dimos por sentada.
También queremos recordar, que las conquistas democráticas no han sido una concesión bondadosa o gratuita del gobierno, sino un hecho político ganado con la sangre y el sudor de centenares de jóvenes y adultos mexicanos. En tanto valoremos y cuidemos estas conquistas, su sacrificio no habrá sido en vano. Recordar que nadie, nunca más, debe hacer un llamamiento a la confianza incondicional.
La historia de México es una serie de “edenes subvertidos” a los que, como Ramón López Velarde, quisiéramos a un tiempo regresar y olvidar.