En la minga tradicional el traslado de uno se convierte en la movilización, el esfuerzo, la fiesta de todos. La comunidad mueve con nosotros el símbolo mismo de nuestra estabilidad familiar, económica y social. Es en este movimiento que nos despoja temporalmente de un techo cuando estamos, más que nunca, protegidos por el edificio en movimiento de los valores comunitarios.
Del mismo modo, el desmontaje y traslado de La Moneda, el monumento con que el Estado pretende representar su estabilidad, no es solo la celebración irónica de su inconsistencia, sino una forma de festejar su capacidad de estar en nuevos escenarios, de anunciar nuevos frentes de lucha y, porqué no, de exponerse a la crítica: hacerse realmente pública. Es trasplantando el Palacio como se introduce en su silencio la voz de todos.
Es a condición de circular que La Moneda puede adquirir y representar algún valor.