Nuestro Deus Ex Machina es la actualización de un aparato escénico arcaico en medio de una nación atravesada por la devastación. Dejó de ser la deidad grandilocuente que intercede y desvía el sentido de la Historia. Es apenas el registro de una gran cantidad de voces contemporáneas que en su timbre y temblor permiten escuchar los vuelcos que las afectan, así como la profunda complejidad de mundos colectivos e íntimos que sobreviven -o se extinguen- en el desastre.

En el interior de un teatro se monta la estructura de un call center donde una decena de operadores/actores realizarán llamadas reales a lo largo y ancho del país de forma continua durante toda la función. Por medio de una base de datos con números celulares o residenciales en servicio, los operadores insistirán en contactar a los usuarios de dichas líneas telefónicas para producir conversaciones a través de preguntas de diversa índole, donde pueda repasarse tanto el tiempo de la vida de quien conteste, como el de la nación que habita. Un monitor hace audible en una zona del teatro alguna de las llamadas en tiempo real entre usuario y operador.

Dividido en distintas estaciones, el teatro se convertirá en un espacio de tránsito para el espectador, donde podrá encontrarse con pasillos sonoros que hacen circular voces de lugares ajenos, el trabajo de los operadores que hacen llamadas sin parar, estaciones con audífonos que contienen las llamadas realizadas anteriormente en el teatro, deidades locales que merodean el recinto como espectros contemporáneos, y sobretodo, el punto donde se escucha en vivo una de las llamadas que sucede en tiempo real.

Fuente: Teatro Ojo

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