«El Zoo fue inicialmente rechazada en Nueva York porque era ‘muy corta’, ‘muy experimental’. Entonces William Flanagan, amigo de Edward Albee, la envió a un amigo en Italia, y a partir de ahí pasó por varias manos hasta lograr su primera producción en 1959, en Berlín. Obra y autor también han sido producto de diversas (mal) interpretaciones. Para algunos la historia es poco verosómil; para otros la obra es parte del teatro del absurdo a la Beckett o Ionesco; para otros, una obra maestra, un icono de la dramaturgia norteamericana, un retrato de la complejidad del ser humano, un retrato de los seres que producen las grandes metrópolis.Para nuestro montaje nos hemos tomado varias libertades. Una, el pensar que la obra puede ocurrir en cualquier parque del mundo en el cual el destino cruza los caminos de dos seres de clases opuestas, pero igualmente llenos de frustraciones. Dos, y con el fin de aclarar la historia, cambiar algunas frases o textos como The Village por ‘la zona bohemia’ o Lexington and Third Avenue por ‘la zona rosa’. Tres, pensar que, como dice Jerry en uno de sus parlamentos, y como ocurre a diario en el mundo de hoy ‘A veces la realidad supera a la fantasía’ y eso la hace tan, o más absurda, que cualquier obra de teatro considerada ‘del absurdo’.»