Jesusa Rodríguez usa la figura histórica de La Malinche para contar algunos cuentos actuales sobre corrupción e intriga política. Actualiza cada versión para drigirla a los escándalos del momento.
«Esta es la Malinche, la que te decía de la conquista… Ella cuenta la conquista–ah, porque dice así, a ver si hago un poquito de la conquista, es que hace muchos años. Pero decia por ejemplo, ‘Muy buenas noches estimado mingitorio. Hoy he venido a contarles, o a decirles, o a relatarles, lo que verdaderamente aconteció cuando hubo sido lo que pasó. O sea, aquella vez que fue, cuyos anales quedan fielmente asentados por [Don Carnal Díaz de Castillo, y Fray Teotolome de las Casas ????] Resulta de que estábamos todos asomados al espejo negro de [Tezcatlibiza?] cuando de repente, que dice el ‘tlatoalli’, ‘Mira’, dice, me dice, ‘mira Malinche, dice, dice, mira, dice, ve, y vete a ir a Veracruz, me dice, porque se me hace que yo veo aquí que está muy feo, me dice. Y yo le digo, le digo , Ay sí , ¿por qué? le digo. Pues porque yo te lo digo, me dice. Bueno, dice, si tú lo dices, le digo, pos, ¿ya pa’ qué te digo? Y entonces me dice, dice, bueno, pues vete, dice, y a ver qué me dices. Y entonces allá me voy yo pa’ Veracruz. No, estaba aquello tremendo, porque para esto ya, a este [la toalli—???intzin?], ya se le había ocurrido de que quería ser voladores de Papantla inalámbricos, para modernizar el estado. Entonces es que yo llegué allá a laguna verde, y cual no sería la sorpresa que veo a llegar a unos conquistadores mitad hombre, mitad ‘jotpant’. Y entonces le digo a uno, le digo, Qué, le digo, y me dice, dice, Nada, dice, pos tú dime; ay sí, le digo, pos dime tú. Me dice, dice, Mira, dice, nosotros, dice, queremos que no digas. Ay, le digo, pos qué te digo, le digo, dime qué quieres que te diga, y te lo digo, le digo. Pos, si no me dices, cómo te lo voy a decir? Y me dice, dice, ‘Mira, que nos digas’, dice, ‘dónde hay agua. Andamos buscando agua Evian’, y le digo, le digo, ‘¿Evian cuá?’ A poco de que no iba yo a hablar francés, y le digo ‘es que yo soy la primera traductora y cunilingua de mesoamérica. Entonces me dice, me dice, ‘no,’ dice, ‘Agua Evian, de agua pura,’ dice, ‘ya nos dijeron de que tú nos puedes decir dónde está la ciudad donde tiene esta agua.’ Le digo, le digo, ‘pos sí’, le digo, le digo, ‘pero tú dirás’. [hace un gesto con la mano de pedir] Pos, ya se puso, ya me dijo, y le digo, ‘tú bien,’ le digo, ‘vamos pa’ allá, le digo nomás no le digas a nadie, le digo, porque si les vas a andar diciendo luego vienen a mí a decir que por qué anduve diciendo. No, me dice, yo no digo, dice, bueno, le digo, perfecto, si dices que no dices, entonces vamos. Entonces ya fuimos, y allá vamos todos rumbo a la Tenochtitlan, y fuimos entrando por allá por Ixtapalapa, estaba todo allá todo degradado, ya ni había agua, pero yo ni les dije, pues si les digo luego me dicen ¿pa’ qué les dijiste? Por eso yo, mira, le digo, le digo, tú ságuete, le digo. Me dice bueno, si tú dices yo le sigo. Entonces llegamos ahora sí que a un embotellamiento horrible y allá bueno, nos mentaron la madre ¿qué te dijo?, le digo. Nada, dice, pues tú ¿qué les dijiste? Nada, ¿yo qué les voy a decir? Nomás les voy a andar diciendo y luego me dicen. Ay, digo, tú nomás eres el que anda diciendo. No, dice, yo no le dije nada! Bueno, ya ni me digas, le digo. Vamos al palacio, y allá llegamos al palacio. Y allá está el gran [‘Tlatoalli’] pos ahora sÍ que, pues, es un decir pero, no, allá estaba diciéndoles algo a todos, y le digo, le digo, ‘Oh gran Tlatoalli, aquí los señores vienen a decirle algo. Que algo le quieren decir, dice. Pues, dime tú, me dice. No, le digo, que le digan ellos. Yo no tengo por qué decirle nada. No, dice, tú dime. Bueno, le digo, está bien. Al cabo la que sí decir aquí soy yo. Pero bueno. Dicen que quieren comprarte los mantos fregáticos, acá de la ciudad. Entonces dice, él dice, bueno, dice, A ver, déjame decirle, ‘párame, ahorita les digo. Va y se mete allí con Lilia Patricia, su esposa que se ve de que se llevan una muy bonita relación, porque él le dice, le dice, oye, dice que quieren comprar acá los mantos fregáticos, ¿qué les digo?, le dice. Pues, véndeselos pendejo. Ah, pos sí, dice, ¿verdad? Qué bueno tener una relación tan clara, tan franca con la gente. De modo de que regresa y él dice, dice sí, se los vendo. Total, allá se vendieron de paso, y le digo dime cuánto te dieron, le digo. No te digo, me dice. Ay, le digo, ¿por qué? No, porque luego tú andas diciendo. Y yo, ¿desde cuándo yo le he dicho algo a alguien?, le digo. ¿Quién te vino a ti a decir de que yo digo?. ‘Pues me dijeron,’ dice. ‘Pos, ¿que no te anden diciendo! Yo nunca le he dicho nada.’ Bueno, total. Ya la cosa es de que allá se le ocurrió que como los mantos fregáticos se los vaciaron todos ‘hora, el canal del desagüe de la cuidad (‘suidad’) de México, que antes, pos estaba así [ladeado], para que se saliera por allá toda la caca y toda la inmundicia, las [orruras??] que salen del cuerpo. Ahora resulta que el canal, el gran canal ya está así [horizontal]. Somos la única ciudad que bombea caca, y nos cuesta carísimo. Pero cualquier día de estos se nos regresa la caca, y todo esto, pos por eso estoy yo contando la gran historia de la verdadera, del hundimiento, de la gran Tenochtitlán. Fue así como ocurrió, y fue todo ideal del gran [Tlatoalli –??itzi], he dicho. –Ves, esa es una forma pues de contar una conquista. Pero viste cómo se cuenta toda la historia, y tú sí vas viendo qué le dijo un personaje al otro pormuy pocos elementos, ¿no? [Diana: Lo malo es que eso no se traduce nunca. Pero eso también es lo bueno. Eso sí es intraducible. Sí, es totalmente nacional. Pero ahora que vayas a México, y te fijas cómo habla la gente lo vas a encontrar en todas partes. Pero lo muy extraño es que pues sí, la narrativa es lógica: ‘Entonces yo le dije, mira, no vayas a hacer esto, porque te vas a caer. Y él me dijo…–‘ Pero lo curioso es que la gente de México dice, »Tonces’ le dije, le digo, le digo, mira le digo, yo le digo–No le digo, le digo.’ Entonces, por qué toda esa cantidad?, no, y creo que tiene mucho que ver con el Nahuatl. Sí, porque si tú lees el Nahuatl dice: ‘No vayas a caerte, no te caigas, no te derrumbes, no te–‘, repite repite repite–yo creo que tiene, igual que el ‘chiquito, chiquitito, ahorita’, es totalmente Nahuatl. Mira, [mostrando las fotos otra vez] otra estos eran unos pobres campesinos muertos de hambre. Eso es el estado del campo mexicano. Este es un ‘talk show’ de Cristina, como esos ‘talk shows’ gringos que hacen, con Jesucristo. Es que eran los personajes de la Pasión de Ixtapalapa que venían al talk show, pero eran del verdadero Jesucristo. [otra foto] Madona… [otra] Esta soy yo de chiquita, Ésta está buenísima, no sé por qué la traigo aquí, pero es la única fota que creo que conservo de cuando era niña. Cuatro años–triste, triste. Yo era triste. No sé. ¿Por qué? Te digo que a mí de chiquita me dijeron que era autista, y yo entendí ‘artista’. [se ríe] Por eso estás como estás. Por eso estoy como estoy. [otra foto] Hitler. [otra] Este es Salinas vestido de niña, para [???] . [otra] De Salinas, el presidente. Fíjate, no uso maquillaje en ese personaje en mínimo. Nomás el bigote. [otra] Esta es Paulita, Paulita cuando tenía tres años, allí la conocí yo. Es lo máximo esa niña. [otra] Ay, acuérdame ahora que te cuente algo sobre eso…[otra] La Malinche…. [otra] Ves el Presidente Salinas. Mira, y se ve realmente extrañísimo. El se da… ¿Y esto dónde lo hicieron? ¿En el Hábito? En el Hábito. [otra foto] Mira Cristina–ves, estoy del talk show aquel. ¿Y cuando haces lo de Salinas la gente no se enoja contigo? ¿Te vienen a cerrar o–? No no no, al contrario, siempre fue fantástico. Yo lo hice los seis años que estuvo Salinas en poder, y me decían que me iba a matar, que era muy vengativo. Y dije pues, que venga y me mate, pero yo no lo puedo tolerar. Yo lo vi el primer día que tomé el poder y yo dije ‘ese hombre va a acabar con el país. Es un loco, es totalmente esquizofrénico, oligofrénico. Y desde ese día empecé a imitarlo. Porque le vi el alma con toda claridad, esa alma terrorífica. Entonces yo me volví la imitadora de Salinas, todo el mundo me iba a ver porque era la imitadora. Y, al fin de cuentas, fue terrible, porque nunca recibí ninguna agresión, hasta ahora. Que el otro día me invitaron a inaugurar el Museo Salinas–que es un chavo, el hijo de Carlota [Botó?] que juntó todas las Salinas populares que se han hecho, camisetas del Chupacabras, y figuritas–y qué increíble, era un concierto de la [Maldita Vecindad?], y me acribillaron, salí viva de milagro. Vieron a Salinas y a matarlo, pero los chavos, banda de la calle. ¿Que no entendieron para nada? O sea –sí, los chavos del rock les decían, ‘es Jesusa que está disfrazada!’…Cuando me bajó me dijeron ‘oye, ¿cómo te atreves a hacer esto? Mira lo que te aventaron’, y me enseñaron así, unos cilindros de acero. Me pegaron un botellazo de plástico, y me dije qué raro, nunca me había pasado una agresión así en el escenario, tan brutal. Pero cuando me bajé, sí me asustó, porque me di cuenta de que es un disfraz que ya no hay que ponerse. Y menos, utilizando la sustancia del sujeto, porque efectivamente los niños se prendieron, y no hubo manera de hacerles entender que era teatro. [mirando más fotos] Bueno, eso es todo, creo, de los personajes. Ah, esto es un japonés muy divertido, se llama Garzón Samurai. Pero eso es, eso no vale mucho la pena. Entonces, te traje esos pequeños ejemplos porque bueno, lo que me he dedicado a hacer ahora es–[Diana hace pregunta] –Esto sólo lo hago para mi trabajo de acá de Belén. Para poder reconstruir un poco el movimiento…Sí, pues para entender lo que hago. Buscando una forma de movimiento, ¿no? Mira, ahora hice una cosa bonita para regalarle a la directora, que es la obra hecha como la loteria mexicana–las doce escenas de la obra. [¿Y cómo lo hiciste?] Con [???]. Me encanta dibujar así de diversión cuando tengo un ratito para no pensar en nada. La Lotería de Belén. Porque es que van así las escenas de la obra, ¿no?. Entonces esto es para que, que no le traje ningún regalito, ¿no? Verdad, le va a gustar. Entonces bueno, ya te contó la historia. Difícil de integrar esta historia de la técnica del hígado, porque todavía me faltan muchos datos, digamos, teóricos. ¿Pero prácticos? Ahora, cuidado con la técnica, porque si tú abres ese hígado en la calle es terrible. Se me ocurrió, sólo un día– siempre en el escenario, que es algo que ya estoy usando como una manera de acercarme a los personajes, pero me pasó que estábamos en Italia, en Milan, y era en una feria de la moda en Milan, y pues, imagina, la capital de la moda entonces el duomo era una cosa impresionante, miles de gentes de todas partes, peor que en Nueva York casi, veías pasar de todo el mundo, gente impresionante. Entonces yo venía, tenía que cruzar la plaza, y de pronto me entró de querer saber de cada una de las locuras que veía pasar adónde iba, o qué estaba viendo. Por lo menos ver a través de sus ojos. Entonces me puse a hacer esto, este ejercicio, de captar a alguien, por cualquier detalle–por donde uno lo agarra, por donde el Nahuatl, donde el ‘hijillo’ muerde, y de pronto ‘ta!’, y yo iba viviendo, era como si te fueras un poco con aquella persona que caminaba hacia allá, y ahora copn aquella que va hacia allá. Y ahora–y fantástico, me divertí muchísisisisimo, pero cuando llegué a mi casa por la tarde hacia la noche, me iba yo a dormir, y de pronto empecé así, con los ojos abiertos, a ver venir, un caballero medieval, negro, en un caballo, por los arcos de la plaza, pero hacia mí con una violencia, un susto me llevé. Y de pronto pensé, si tú te abres, también alguien te toma a ti. ¿Me explico? Y eso estoy segura que da un personaje, como un resabio de otra época que estaba allá en esa plaza.»
(Jesusa Rodríguez en una entrevista con Diana Taylor, 2000)