En este último período de residencia que llega a su fin, me he concentrado en la puesta en escena y en la transmisión a otros intérpretes de la investigación que he llevado a cabo, en especial sobre mí misma, estos últimos años. Esta reflexión es fruto de talleres y laboratorios que he desarrollado durante mi residencia en Pôle Sud.
Fue en el transcurso de estos períodos de investigación cuando elegí a las dos intérpretes de La Danza y su doble.
Con esta pieza he querido cuestionar la necesidad de diálogo entre los individuos, de una manera más próxima y sincera. No hablo solamente de la intimidad subjetiva del individuo, sino más bien y sobre todo de su mirada que se abre al mundo, al Otro; de un espacio de encuentro. Mi interés no conduce solamente a la presencia de cada uno, sino más particularmente a aquella que nos acompaña y es testigo de nuestros deseos y nuestros miedos ante el mundo. El Otro es, en realidad, esa mirada que interpreta y da sentido a nuestros actos. He querido volver al cuerpo y restituírselo al intérprete como un espacio a conquistar, a través de una dramaturgia de la mirada en fase de construcción. Se trata de un cuerpo que sigue cuestionando la emergencia y la visibilidad de una escritura del espacio y de su memoria. La noción de doble abarca aquí todo lo que acompaña nuestros actos, nuestras percepciones, nuestros pensamientos. Lo que aparece de manera inesperada, la realidad. Es un trabajo sobre los espacios del instante que habla del abandono del cuerpo y también de su apetencia.
Olga Mesa