Mi Gran Obra es lo que yo haría si tuviera un presupuesto ilimitado, el teatro más grande del planeta, 300 actores en escena, una orquesta militar, una banda de rock, animales, coches y un helicóptero.
«Trata nada menos, que de averiguar hasta que punto puede mejorarse la condición moral y física de la especie humana, oponiendo a la vez un dique a las guerras, a las revoluciones, y a los motines. Es la empresa más santa de cuantas han podido imaginarse; pues sus beneficios deben alcanzar, no a un solo pueblo, provincia o nación, sino a la humanidad entera, sin que la cueste una gota de sangre, ni una lágrima» (Manuel Sagrario de Veloy, 1841)
Explicación de la propuesta
Mi Gran Obra es una utopía. La realidad en la que siempre nos hemos movido como artistas se caracteriza por la precariedad y la escasez de medios, y precisamente ahí ha estado siempre el acento de nuestros trabajos: ingeniar mecanismos para resolver la falta de recursos, convertir la necesidad en virtud, subrayando las carencias para potenciar el fracaso como interés y motor de la creación. Por eso ahora que nos encontramos en una complicada situación socio-económica, en la que muy pocos se pueden permitir este lujo, nos parece el momento idóneo para abordar nuestro primer gran proyecto, un proyecto ambicioso.
En Mi Gran Obra nos planteamos construir un espectáculo de gran formato, sin escatimar en gastos, desarrollando todas las ideas que aparecieran por muy caras que pudieran resultar, con material y un equipo artístico ilimitado. Pero, obviamente, con un ligero matiz: a escala. Es decir, pensando en grande y haciendo en pequeño, usando para ello planteamientos y técnicas propias de un arquitecto. Continuando nuestra exploración sobre los límites de lo teatral y ahondando en el interés de anteriores proyectos sobre la idea de representación, en esta obra intentamos generar una situación en la que se cuestione el sentido de los grandes proyectos, de ese tipo de creaciones artísticas que manejan elevados presupuestos y cuyo verdadero valor cultural es raras veces demostrable: obras faraónicas, muy efectistas y poco honestas, cargadas de ornamentos pero vacías de contenido. Tratando al mismo tiempo de llevar a cabo lo que de verdad haríamos si tuviéramos la posibilidad de trabajar en estas condiciones, lo que para nosotros resultaba provechoso de un gran formato.
Nos parecía atrayente el uso de las maquetas porque son la visualización de una idea previa a la construcción, están en ese espacio entre el pensamiento y la realidad, son algo así como un “objeto de pensamiento físico” u “objeto físico de pensamiento”. Tienen ese carácter procesual que sugiere mas que afirma, y su finalidad esta en el acto de construcción, que una vez acabado, las convierte en un objeto inútil, efímero, que creemos subraya esa cualidad de lo escénico, y las paradojas que ello encierra en relación a lo político, lo económico y lo cultural.
Finalmente nos inspiramos en el contexto de venta de una obra arquitectónica como situación escénica sobre la que articular la propuesta, donde clientes y arquitectos se reúnen alrededor de una mesa para discutir la evolución del producto. El actor sentado frente a una mesa que ejerce de espacio escénico a escala, desarrolla el espectáculo manipulando figuras humanas de maquetas de tren y otros objetos, que es visto por un grupo reducido de espectadores (de 20 a 25, según las dimensiones de la sala) sentados alrededor de la mesa.
La clave, una vez tomada esta decisión, ha sido cómo dar movimiento a estas figuras, cómo relacionarlas con el espacio y el tiempo, con la intención de subrayar el carácter escénico del proyecto. Por un lado a un nivel físico, y por otro a un nivel dramatúrgico, generando diversas capas de significado al jugar con las características figurativas de las propias maquetas sin crear una línea narrativa lógica, y descontextualizando objetos reales a modo de escenografía.
Condiciones de actuación
Las características de la presentación al público de Mi Gran Obra son bastante específicas debido al trabajo con miniaturas, que necesita una visibilidad óptima.
Por esa razón el aforo está limitado a 20 espectadores por función, al que distribuimos por alturas en 3 niveles o filas. 7 espectadores a un primer nivel, (2 de ellos en una silla a cada lateral de la mesa, como si fueran palcos), 6 en un segundo nivel más elevado, y 7 en el último, a los que proporcionamos binoculares de 3x aumentos para poder seguir los detalles de la función.
Ofrecemos la posibilidad de hacer 2 o 3 pases por día, dependiendo de la disponibilidad de la sala y del número de público habitual. Necesitamos un mínimo de una hora entre el final de un pase y el comienzo del siguiente. La duración de la pieza es de una hora aproximadamente.
El espacio óptimo para la puesta en escena es una sala con la platea en grada muy cercana al escenario o espacio. Esta grada se debe poder ajustar a las distancias que adjuntamos en plano. En el caso de no tener grada dispondríamos al publico en 3 alturas mediante taburetes bajos (los llevamos nosotros), sillas, y taburetes altos o sillas encima de una tarima (ver plano de luces) También es posible combinar una grada fija con los taburetes bajos o sillas.