Uno de ellos es rápido, el otro, lento, uno traga la comida, la otra la saborea, uno está comenzando la vida, la otra está empezando el último cuarto, una conoce sus antepasados de al menos, seis generaciones, el otro desconoce hasta sus abuelos y ambos tienen extremidades de metal en sus cuerpos.
Tocki y Bettina von Arnim viven juntos en la misma casa. No hablan el mismo idioma, son totalmente diferentes y, sin embargo, están juntos.
En «My Dog is My Piano», Antonia Baehr, boceta un retrato acústico subjetivo de la afinidad entre su madre y su perro: ¿puede la casa que ellos comparten considerarse como la banda sonora de las historias humano-caninas que generan juntos? ¿Qué tipo de idioma emerge de este dúo, todos los días de idas y venidas, de estas coreografías de afinidades?