Ondina, como agua es…
«Verdaderamente en nosotros el ser de nuestra agua durmiente». Bachelard.
Ondina, superficie, caos, fluctuante, luna-negra-blanca. Inconsciente. Cae. «La caída pura es rara». Se levanta y cae, implora: «Poeta que me guías / mira su mi virtud es bastante fuerte / antes de aventurarme en tan profundo pasaje».
Cae, cae lentamente como la eternidad y convertida en agua sueña, y sus sueños son ese dulce abismo de la caída donde lucha y olvida, donde el sueño y la muerte son uno solo, donde se reconoce y se agita y se agita despierta, Fénix, deseosa de renacer de sus propias cenizas.
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«La dialéctica de lo masculino y lo femenino se desenvuelve sobre un ritmo de profundidad. Va de lo más profundo, siempre menos profundo (lo masculino) a lo siempre profundo (lo femenino).» Bahelard: Poética de la ensoñación.
Su ser femenino recuerda el vacío de su casa-hogar, ser diletante y resentido.
Su cólera dura, la cólera primitiva despierta su infancia adormecida y juega, inocente y macabra, y se convierte en bruja, llora y se pierde…
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Canta y su canto se convierte en agua.
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La espera (Penélope), un delirio, un encantamiento. Amor universal (Antígena), se creía dos pese a que estaba sola…
(….)
Blande cuchillos, mata, llora, danza y se ausenta, otros seres llaman a su corazón de mujer y…
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Fin de todos los sueños, el término de todas las promesas… «y en esa paz, al encontrarse una y sin separación, incluso en el interior de sí, al punto que su inteligencia parecía perdida, su memoria vacía, su voluntad inútil, ella se mantenía en pie en esa paz como ante una salida del sol y se perdía toda en él» (Musil, citado en Bachlard, La poética de la ensoñación)
María Teresa Hincapié