Quarere era una historia de amor que abría el mundo creativo y biogrófico en el que Mal Pelo habitaría los siguientes años. El espacio de Quarere sólo estaba ocupado por un poste y un recipiente con agua que en un momento dado María Muñoz utilizaba para peinarse y después ambos para mojarse repetidamente toda la cabeza en una secuencia lúdico-agónica que en gran parte resumía tanto el tema de la pieza (la búsqueda de un encuentro en que se recurría al público para hacer rebotar la miradas que no llegan a cruzarse) como la relación de los personajes a los elementos. El crítico de The Village Voice de Nueva York mostraba su asombro por la «proximidad a la tierra», el carácter «casi salvaje» de esos personajes que en algún momento se comportaban como «animales en coexistencia»(Supree, 1991). Y, en efecto, a pesar de la sobriedad del vestuario y la escenografía (de resonancias becketianas), los saltos, los movimientos de cuello y hombros y ciertos modos de contacto entre ellos permitían al espectador agregar a las personas de los intérpretes, que servían de núcleo a los personajes, rasgos propios de animales, pero también de niños, de muñecos o de personajes cinematográficos. Se trataba de meras pinceladas, ya que lo que prevalecía era en todo momento la persona en busca, la persona en persecución, la persona apasionada, la persona expectante… Pero la acumulación de esos rasgos imperceptibles aportaba a la definición de los intérpretes una mezcla de precariedad y fortaleza que se manifestaba en el tratamiento del cuerpo, mediante una acentuación de los desequilibrios, los movimientos angulosos, la descomposición de los miembros… Elementos de deformación que no afectaban, sino que potenciaban el desarrollo de una historia concebida como una sucesión de situaciones «desde la observación al juego, al combate, a la ternura, a la pasión, la noche […], el silencio que lleva cada uno, un silencio lleno de cosas…»

José A. Sáncez.

Referencias:
Supree, Burt (1991), «How to behave», The Village Voice, 30 de abril