“Una silla, un escritorio, una banda Sonora que no empieza. Un bailarín en camiseta usa los efectos de un sonido fuerte para imitar a un robot. Efectivamente una idea comprensible e incluso convencional, es decir, hasta el juego de Xavier le Roy se convierte en un espacio mental fascinante. Patas arriba, el cuerpo del bailarín se transforma en tiempo real en una serie de aberraciones morfológicas alucinógenas, representando imágenes del cuerpo que se reconfigura a sí mismo basándose en leyes no escritas y en un ritmo inhumano e inquietante. Se somete a largos estasis, hace movimientos infinitos y se arrastra bruscamente. Además de la torsión llevada a cabo en el “espectáculo de danza” (dance performance), Xavier le Roy se nutre de un nuevo campo donde lo científico y lo social se transfieren y se imprimen en las representaciones imaginarias del cuerpo.
Francois Piron en el diario de las artes de Connivence, VI Bienal de Lyon