Cesc Gelabert es, ante todo, un corredor de fondo, un autodidacta que sabe combinar los encuentros casuales con los frutos de largos procesos de «improvisación». En 1969 tropieza casualmente con el mundo de la danza, Anna Maleras le induce la pasión por la danza; en 1988 estrena Belmonte. En tanto: veinte años danzando, dos docenas de coreografías para espectáculos propios o de encargo y mil horas de clase impartidas. Acció-O: La mente y el cuerpo, es su primera obra. La idea, concebida junto al pintor Frederic Amat y con música de Lewin Ritcher, es un descubrimiento-vivencia en torno a los niveles de las sensaciones y emociones, desde las de una piedra y las plantas, hacia las más abstractas. Así descubre Cesc la relación entre emoción y columna vertebral, lo que es una vertical, la ordenación de las emociones…
Acabados cursos de arquitectura, de allí saca herramientas que luego aplicará a la danza: la visión del espacio, la matemática, la física, las interconexiones de la realidad, el tiempo. Era la Barcelona de 1973, habían pasado cuatro años desde que «empezase a caminar» bailando piezas de Anna Maleras. Sigue bailando, sigue trabajando; con los ahorros se paga cursillos de danza; abandona los estudios de arquitectura; estrena una nueva pieza Acció 1: lA vida y la muerte, París, 1976. Es una corporeidad de los cuadros de F. Amat, con música de Rafael Subirachs, bailada con su hermana Toni Gelabert; su trama: el ciclo de la vida y la muerte. Los bailarines estaban envueltos en una crisálida, adheridos a largas cañas, que los convertían en superficies planas, delimitaban sus movimientos y les obligaban a «aprender a ser». Aquí aprende la aplicación de brazos y piernas en la construcción de imágenes planas. Nuevo espectáculo: Entre la dispersión y la coherencia. Soledad, espera, angustia, desencanto.
1980. Vuelta a Barcelona, se cierra otro ciclo. El bailarín ha cambiado, la ciudad sigue inmóvil. Plata y Oro es un trabajo de investigación sobre la dualidad, sobre el silencio y la música, los símbolos, el significado de los números; dura cuarenta y cinco minutos. Incorpora la voz hablada, la teatralización de personajes, rock americano, códigos, comic danzado. Aplica el vídeo como herramienta de ensayo.
Cesc empieza a ser visto como guía, el coreógrafo alcanza su mayoría de edad. Encuentro casual con Lydia Azzopardi, la ortodoxia, la buena escuela. Deciden trabajar juntos. Lydia coreografía para Cesc Hombre ascendiendo un edificio alto, él coreografía para Lydia Joyería, y ambos Knossos; las tres piezas se integran en Danzas para interiores, estrenado en mayo de 1981. Hasta entonces, Cesc había trabajado solo o con artistas de otros campos; ésta es su primera colaboración con otra persona que también tiene una definición propia de la danza, una forma dé vivir y entender la danza. Antes estaba solo, ahora ya son dos para dirigirse mutuamente. Brota una voluntad de síntesis y nuevos problemas: las diferentes concepciones y estilos. Concierto para voz, piano y danza (1982), significa el reencuentro de Cesc con Caries Santos y la continuación del trabajo para unir sonido y movimiento, es un experimento en la línea de las performances.
Y llega Alhambra (1983). Es un trabajo de geometría inspirado en el edificio árabe, una coreografía para dos, sólo unidos por una mirada y la música de Caries Santos. 1986. Cesc y Lydia crean Gelabert / Azzopardi Companyia de Dansa. Primera subvención, estreno de Desfigurat. Se inspira en el arte románico catalán.Capta elementos nuevos: ambientación musical, escenografía, vestuarios, joyas. Muestra sensaciones inéditas: el miedo, la inseguridad, la decadencia. Luego vendrían Réquiem (1987) y Belmonte (1988). Belmonte, preparado desde 1983, significa la realización de un viejo deseo -un homenaje personal al torero- y el reencuentro con viejos colaboradores. Los bailarines aportan el vigor; Frederic Amat, la escenografía; Caries Santos la pasión por la música; Gelabert / Azzopardi, las coreografías, la vitalidad, la madurez.
Cesc Gelabert es autodidacta. A falta de tradición, abandona los caminos trillados y busca el suyo. Entiende la danza como exploración de sí mismo; como método de conocimiento, de encuentro de relaciones, de sensaciones, entre el objeto natural externo y el propio yo. Sus coreografías son vivencias de elementos externos, dibujadas en el espacio y dotadas de ritmo. Primero buscó las bases del movimiento, ahora utiliza códigos y, en su trabajo pluridisciplinar, incorpora artistas de otros ámbitos. Todo ello le ha valido para ser escogido maestro y guía de la joven danza contemporánea en Cataluña.