Catesby dice

Hay un momento para todo

Y un tiempo para cada acción

Un tiempo para amar

Y un tiempo para odiar

Un tiempo para la guerra

Y un tiempo para la paz

Vanidad de vanidades

Todo es vanidad

Qué le queda al hombre

después del trabajo con que se afana bajo el sol.

Eclesiastés, Antiguo Testamento

-1-

Ricardo espanta a los niños.

¿Será posible que no seáis los últimos en nacer?

¡Malditos hijos de perra!

¡Os voy a morder la cabeza!

¡Tengo dientes de caballo y pezuñas en los pies!

¡Si no os mato de un mordisco os mataré de una coz!

¡Malditos hijos de perra!

¡Burlarse así de un pobre jorobado!

¡Juro que os arrepentiréis!

¡Algún día vuestros cuerpos destripados

me servirán a mí de bufonada sangrienta!

¡Llorad, llorad por vuestros jodidos juguetes!

Los niños tenéis la culpa de todo.

Las cunas están llenas de asesinos.

Los colegios están llenos de traidores.

Todos esperando a crecer para escoger un enemigo.

Sólo aguardo el momento en que salga un día el sol

y nadie pueda volver a decir

“¡ha sido concebido un hombre!”

Hasta ese día no me sentiré seguro pisando la tierra.

¡Llorad, llorad por vuestros jodidos juguetes!

Me quedaré con el carro de combate.

¡He dicho que me quedaré con el carro de combate!

¡Y juro que os haré perder la fe en la democracia!

¡Corred, corred, corred a vuestras casas

a pellizcar las tetas de vuestras jodidas madres!

¡Aprovechad el verano!

¡Corred a ahogaros en la playa con vuestros bañadores amarillos!

¡El carro de combate es mío!

¡Mío! ¡Mío! ¡Mío!

-2-

Ricardo lava los pies de Catesby.

Demasiadas pastillas, Catesby.

Luego vienen las complicaciones hemorrágicas.

Ojalá no tuviera estómago.

¡Las malditas complicaciones hemorrágicas!

Si no fuera por todas esas cosas que compro con tanto ardor.

Por fin he comprado el mapa, Catesby.

He comprado el mapa donde aparece el nombre de América por

primera vez.

Soy la única persona en el mundo que tiene el mapa

donde aparece el nombre de América por primera vez.

Y también he comprado una bandera de la antigua legión española.

Dicen que Franco desfiló con esa bandera.

Y en la bandera está bordado un jabalí.

¿Qué te parece la coincidencia, Catesby?

En la bandera de Franco está bordado un jabalí.

He sido el que más ha pagado.

Siempre me sorprende ser el que más paga.

¿Pero de qué me sirve el dinero si no puedo inspirar un poco de

terror?

¡Si no pueden sentir amor por mí que sientan miedo!

¡Miedo! ¡Miedo! ¡Miedo!

¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Qué pesadez!

¿Cuándo dejarán de rugir esas cigarras?

¿Alguna vez ha hecho en este país tanto calor?

Y sin embargo yo…

Vuelve a ponerme el abrigo, Catesby.

Tengo frío.

¡Tengo frío!

-3-

Ricardo observa el desfile.

¡Hijos de puta, cabrones!

¡Hijos de puta!

¿De dónde diablos han sacado tantas flores?

Han debido segar todos los jardines.

No les van a quedar rosas para las coronas fúnebres.

Imbéciles.

Dejar la vida privada de los insectos al descubierto.

Ahora los escorpiones se comerán las arañas a la vista de todos.

Me pregunto si cuando tengan que fabricar los ataúdes para enterrar

a sus hijos

cortarán los árboles con el mismo ardor.

Un árbol del bosque por cada hijo muerto.

Árboles por patriotas.

Lo lamento.

Lo lamento.

Pero este país de calurosos veranos se va a quedar sin bosques.

Se va a quedar sin sombras donde pasar la tarde.

Este país de meriendas apacibles y estúpidas se va a quedar al sol.

¡Abrasado!

Como si la mano de Dios cayera sobre la tierra sólo para quemarla.

Vais a cortar tantos árboles que al final habrá que fabricar ataúdes de

cartón.

¡Qué falta de previsión!

¡Qué falta de previsión!

Eso de que existan más patriotas que árboles es verdaderamente una

falta de previsión.

¡Ahí llega mi hermano!

¡Mi hermano!

¡Qué bien desfila!

¡Cuantos pétalos sobre sus hombros!

Los míseros demócratas agasajando sus hombros.

Y él pensando ya en la puta donde escupirá su mierda.

Cuerpo y poder.

Amor y Estado.

Hoy el sufrimiento es privado y la felicidad es pública.

Hoy es un día hecho para el amor.

Pero yo,

hijo mayor del resentimiento.

Yo,

que tengo el pulso del sapo.

Yo,

que tengo el color pardo de las sabandijas,

¡Yo!,

albergo la esperanza de que ocurra algo muy grave,

muy grave.

Soy una pulpa fangosa dentro de un saco.

Soy un hombre amarrado a una hoguera.

Mis propios vestidos tienen horror de mí.

Mi alma tiene asco de mi vida.

Soy un onagro en mitad del desierto.

Soy el resultado de un purgante.

Soy la parte dura de un esputo.

Mi soledad es gótica.

Mis escápulas volcanes.

Puede cortarse leña con los huesos que me sobresalen.

Y soy un ladrador de hombres.

Dice mi madre que nací con los dientes,

que le mordí la barriga al venir al mundo.

¡Sí!, en mí está toda la maldad reunida.

¿Pero alguna vez no ha sido así?

Por un problema de vísceras.

Por un problema de vísceras seis millones de esqueletos en mitad de

Europa.

Cuerpo y poder.

Amor y Estado.

El pueblo soberano,

siempre tan ciego a lo humano,

¡a lo humano!

Mitad pez.

Mitad lagarto.

Esa es mi fealdad jurásica.

¿Hay alguien que tenga más información que yo sobre la degradación

humana?

Ninguno de estos libros me ayuda a comprenderme.

¿Qué pasaría si quemara todos estos libros?

¿Qué pasaría si quemara las bibliotecas?

¡La Biblia de Lutero!

¡Nada!

¡Absolutamente nada!

¿A quién le importan los libros?

Lo único que importan son las conmemoraciones.

Las conmemoraciones.

Las conmemoraciones.

¡Pueblo soberano, pueblo soberano!

Cuanto más desgraciadas son vuestras vidas más serviles sois.

Más rezáis a Dios.

Más amáis a la patria.

Y antes os dejáis destripar.

¡Voy a quemar la Biblia de Lutero!

¡Os lo juro!

¡La original!

¡La única!

Quiero demostraros que estos libros no os servirán para comer.

No aliviarán la dureza de vuestros trabajos.

No os calentarán más en invierno.

Ni siquiera calentaron a los desgraciados que los escribieron.

No van a impedir que vuestros hijos vayan a la guerra y mueran

jóvenes.

No.

Necesito que confiéis en vuestra ignorancia.

Necesito que tengáis fe en vuestra ignorancia.

Vuestra ignorancia solucionará los problemas causados por la

inteligencia.

Vuestros problemas están por encima de la cultura.

¡Por encima de la cultura y de la inteligencia!

Debéis confiar en mí,

en todos esos discursos que estoy preparando con tanto amor.

Es preciso empezar por el amor al pueblo, Catesby.

Es preciso empezar por el amor,

por el amor, por el amor…

De momento seguid así.

¡Eso es, seguid arrojando flores sobre los hombros perfectos de mi

hermano!

Os tengo preparada una sorpresa.

Todo está a punto, todo está a punto.

Me pregunto si alguien conseguirá encontrar sus huesos perfectos

antes que los perros,

antes que la lengua de los gatos.

Pobre, pobre, pobre, pobre, pobre hermano mío,

enterrado en la lengua de los animales sarnosos.

¡Avanza, avanza, querido mío,

avanza pensando en la espesura de tu esperma!

Te deberé una eyaculación.

¡Este es mi rencor, sí, mi rencor!

Levantándose como los gases de un cadáver.

Es imposible transmitir mi sufrimiento de otra forma,

es imposible si no es causando más dolor.

¡Quiero que mi sufrimiento privado cause un sufrimiento general!

Por un problema de vísceras,

por un asunto genital,

por un trauma infantil,

por unos desarreglos digestivos,

por una cuestión de páncreas,

por un trastorno nervioso,

seis millones de esqueletos en mitad de Europa.

Más 27 millones de esqueletos rusos.

Más los millones de esqueletos del Pacífico.

En total unos cincuenta millones de esqueletos.

Y eso sólo en una guerra.

Pero la guerra también es “lo normal”.

L – o – n – o – r – m – a –l

¡Lo normal!

¿A quién le puede coger por sorpresa “lo normal”?

Cuerpo y poder.

Amor y Estado.

Nadie sabe tanto de amor como yo.

¿Quién va a saber tantas cosas del amor sino yo que estoy rodeado

de viudas?

¡PUM!

Adiós, hermano, adiós.

Yo sólo he puesto el dinero.

Yo sólo he pagado los uniformes.

Yo sólo soy un pobre empresario.

Los deformes manejamos el dinero.

Los fuertes manejan las armas.

Sólo soy un pobre fundador.

Un mecenas en mitad del mucílago.

Un pequeño sacristán

Un falso amante de la poesía.

Un experto en economía.

Un próspero fumigador.

Gracias a mis venenos están desapareciendo las abejas.

Quiero retirar la miel del paladar de los hombres.

(Grita.)

¡No soporto el griterío!

Habrá que empezar a actuar.

Hacen falta lágrimas.

(Se moja la cara.)

¡Mi hermano, mi hermano!

¿Dónde está mi hermano?

¡Dejadme ver a mi querido hermano!

-4-

Curando un filete de caballo.

No hay mejor carne que la del caballo.

Un caballo joven.

Recién muerto.

Ayuda a regenerar la sangre.

Y a fortalecer los músculos.

Esto lo aprendí en Suiza.

Comen caballo hervido en Nochebuena,

mientras insultan a los rumanos.

Dicen que se ponen enfermos,

los rumanos,

que se ponen enfermos a propósito para que les atiendan en sus

hospitales,

que se rompen los brazos y las piernas a propósito

para que les atiendan en sus magníficos hospitales.

Los suizos tienen la desgracia de estar cerca del Este.

¡Los suizos!

Un país con los mejores mataderos de caballo,

los mejores coleccionistas

y los mejores hospitales,

y tienen la desgracia de estar cerca del Este.

No estamos seguros, Catesby, no estamos seguros.

-5-

Ante los políticos.

Pido un partido.

Solamente pido un partido.

He pagado vuestros uniformes,

os he prestado mis fábricas,

mis almacenes para vuestros sucios asuntos.

Gracias a mis almacenes no se ha escuchado un solo disparo,

un solo grito.

No se han enterado de nada.

Sólo sé que he pagado vuestros uniformes,

he puesto pólvora en el culo de mi hermano,

y merezco un partido.

Entonces, ¿qué partido me vais a dar?

Decidme, ¿qué partido me vais a dar?

¿La ideología?

¿Qué mierda es eso de la ideología?

Me da igual la puta ideología.

Yo estoy aquí porque no entiendo de política.

La política se ha quedado impotente frente a la economía.

Frente a la rebelión de las elites.

Ese es el secreto.

Cualquier partido es bueno para mí.

Soy un radical.

Sólo es preciso ser un radical.

Hacer las cosas por amor a la nación y ser un radical.

Me es indiferente el partido.

Cualquier partido es bueno para mí.

Ya sé, ya sé, ya sé.

Ya sé que hace falta una ideología

Ya sé que hay que matar en nombre de la ideología.

¡Por supuesto que puedo matar en nombre de la ideología!

Al fin y al cabo eso es lo que nos debe diferenciar de la chusma.

Nosotros matamos por ideología.

Y ellos matan por pasión.

A sus mujeres, a sus hermanos, a sus hijos…

La chusma mata por pasión.

De eso se trata.

De hacerles creer que matamos por una cuestión de ideas

y no por una cuestión de pasión.

La situación emocional de las masas.

Hay que cuidar la situación emocional de las masas.

Pienso en algún acontecimiento sangriento que los ponga a nuestro

favor.

Que los ponga a favor de una legislación represiva universal.

Un acontecimiento sangriento.

Fundir tres conceptos,

la Masa, el Estado y la Nación.

¡La masa y yo, la masa y yo, la masa y yo!

Hay que explotar las miserias de esos pobres demócratas,

su credulidad, su enfado, su miedo,

esa mezcla de ignorancia y prosperidad que les caracteriza.

La clase trabajadora es más conservadora que nunca.

Si la realidad es así de absurda por qué no aprovecharla.

Se tragarán cualquier cosa.

Y nos votarán.

Porque son demócratas.

Eso sí, que nunca se enteren de lo del dinero.

Los demócratas soportan mejor a un asesino que a un ladrón.

O si no, ¿qué hacen miles de torturadores por las calles, por aquí y

por allí,

tomando el sol?

Torturadores como vosotros.

Cómplices como vosotros.

¿No os marcháis vosotros a Argentina a tomar el sol?

¿A Chile a tomar el sol?

¿Os dais cuenta?

Lo que sepan o no sepan los demócratas carece de importancia.

Siguen entrando a comprar en mis tiendas.

Ni siquiera saben que el dueño soy yo.

Eso es una gran ventaja.

Hoy en día el origen del dinero no está claro,

no está claro.

De eso tenemos que aprovecharnos.

Ya no existe el capitalista explotador.

No explotamos la mano de obra.

Explotamos los deseos.

¿Entendéis?, los deseos…

Colocamos anuncios para ricos en barrios obreros.

Esa es la gran mutación del capitalismo,

la poderosa mutación.

La gente no sabe de dónde diablos procede el capital.

¿Ante quién van a ponerse a protestar?

El dinero es inextinguible.

Las balas lo atraviesan como si fuera un fantasma.

El dinero carece de vísceras que lo hagan agonizar.

Lo sé todo acerca del dinero.

Entonces, ¿merezco un partido o no lo merezco?

¿Qué partido me vais a dar?

Decidme de qué ideología se trata y lo haré.

Puedo matar incluso mejor que un político,

quiero decir, puedo matar en nombre de la sabiduría.

Combatir a los fanáticos y todo eso.

Soy un hijo de la Ilustración.

Eso decía mi padre.

Y también decía, “¿qué pensador no reconoce la parte buena del

hombre,

la parte humana?”.

La jodida parte humana.

Haga lo que haga siempre buscarán mi parte humana.

No somos ni del todo buenos ni del todo malos.

Gracias a eso, hoy en día, no se puede juzgar a los genocidas.

No son del todo buenos ni del todo malos.

¿Quién se atreve a llamar genocida a un presidente democrático?

Un tipo corriente que se fotografía con sus perros y sus delfines.

No se puede llamar asesino a un presidente elegido

democráticamente.

De eso tenemos que aprovecharnos.

La democracia está a nuestro favor.

¿Qué miedo le tenéis a la democracia?

No es necesario dar un golpe.

Eso es cosa de otro tiempo.

Ya se ha quedado antiguo lo de apoyar a dictadores sangrientos en

Nicaragua.

Una vez que el pueblo nos elija no nos podrán llamar asesinos.

Alimentaremos la rabia de los trabajadores mediante el racismo.

Les pondremos en contra de aquellos que son todavía más pobres

que ellos.

¿No os dais cuenta?

No importa la ideología.

El mundo ya no se divide en ideologías.

Se divide en ricos y pobres.

¿Y a quién le importan los pobres?

Y por supuesto contaremos con la estúpida connivencia de las clases

altas.

Al fin y al cabo lo único que le importa a la gente es proteger sus

ganancias.

Pocas o muchas, sus ganancias.

De eso tenemos que aprovecharnos.

No os lo vais a creer,

pero a veces me dan pena,

los demócratas,

me dan pena,

siempre hartos de trabajar,

siempre reproduciéndose,

envidiando, calumniando,

resentidos, insatisfechos,

todo lo hacen a cambio de un poco de dinero,

sí, una cantidad increíblemente pequeña de dinero,

un sueldo,

parece demasiado simple, lo sé,

pero no deja de ser verdad.

Estoy convencido.

La mayoría logra vivir sin hacerse una sola pregunta sobre la

condición humana.

Sin pensar en la muerte y en los muertos.

Siguen masturbándose en la ducha como si nada estuviera pasando.

De eso tenemos que aprovecharnos.

Del egoísmo de los demócratas.

Tontos y codiciosos.

He visto incluso a gente llorar a los pies de los tiranos.

Al final todos se apiadan cuando ven en la tele el cadáver del tirano.

El cadáver de Mussolini, de Tito, de Franco, de Castro.

El cadáver de los presidentes norteamericanos.

No importa la dimensión de las villanías cometidas.

Se conmueven viendo los abrazos de los tiranos.

Franco abrazando a Hitler.

Franco abrazando a Eisenhower.

Franco abrazando a Nixon.

Ya sé que no es lo mismo,

no soy un idiota,

ya sé que no se puede comparar a un presidente norteamericano con

un dictador.

Legítimo- ilegítimo.

Legítimo- ilegítimo

Por eso os pido un partido.

Es lo menos malo, eso dicen todos, es lo menos malo.

Ya no hacen falta los ensayos.

La democracia es lo menos malo.

Legítimo- ilegítimo.

Pero quién nos impide aprender a los unos de los otros.

El poder se caracteriza por ciertas cosas…

Comunes a todos…

Al fin y al cabo desde el punto de vista de las víctimas todos somos

iguales.

Unos hijos de puta.

Los legítimos y los ilegítimos.

Nadie nos va a agradecer nada.

Además, ¿no creéis que todo queda confuso después de tantos

abrazos?

Después del siglo XX.

¿No creéis que todo queda demasiado confuso

después de haber visto a esa corte internacional de dignatarios

legítimos

arrojando flores sobre la tumba de Stalin?

¡La confusión!

De eso tenemos que aprovecharnos.

Todas las biografías juntas y revueltas en fascículos coleccionables,

los grandes hombres de la historia,

Kennedy, Hitler, Ghandi,

compartiendo mostrador con cursillos de cocina y cata de vinos.

Hitler pertenece ya al mundo del entretenimiento.

Es un clásico del ocio.

Y la gente se apiada de él cuando llegan al capítulo del suicidio.

De eso tenemos que aprovecharnos.

¿Y qué me decís del Papa?

La gente destrozada ante la piltrafa papal.

Ahora que lo pienso,

para los Papas es fácil.

Ellos pueden arrepentirse.

Como Pío XII y todos aquellos judíos en su conciencia.

Seguro que la boca le olía a gas entre tormentos.

Pero nosotros no podemos arrepentirnos.

Para un líder hay algo más vergonzoso que cometer una villanía

y es arrepentirse de haberla cometido.

Así que dejaremos que el Papa se arrepienta por todos nosotros.

Claro que también contamos con la objetividad del historiador

imparcial,

ese que habla de la situación social,

los intereses,

el descontento,

la política internacional…

Ese que siempre acaba encontrando la parte interesante del poder.

¡Gracias,

gracias a los historiadores imparciales!

Que son imparciales precisamente para ponerse de parte de gente

como nosotros.

Sí, sí, sí.

El historiador imparcial también contribuye a la piedad.

La gente se apiada, se apiada…

Algunos muy en el fondo, pero llegan a sentir un poco de compasión.

Se apiadan de los golpistas septuagenarios.

No les parece bien que los juzguen a semejante edad.

Tan viejecitos.

Hace tanto tiempo de aquello…

Se apiadan, se apiadan…

No lo quieren reconocer

pero aman al tirano.

Al final todos acaban esperando a un Napoleón.

El pueblo desea más que nada a un Napoleón.

Y el gesto.

Un solo gesto bondadoso,

perfectamente controlado y medido,

si está bien ensayado,

un solo gesto bondadoso,

se convierte inmediatamente en un admirable detalle de humanidad,

y borra las acciones repugnantes de toda una vida.

Así que no temáis si llegamos demasiado lejos.

Contamos con nuestra parte humana,

con un régimen legítimo,

con la confusión,

con la imparcialidad de los historiadores,

con la piedad de los imbéciles,

y con nuestro único y admirable detalle de humanidad.

¿Quién me impide entonces ejercer el mal entre semejante piscina de

piedad?

Si al final cuando ponga en marcha mi único acto bondadoso,

perfectamente controlado y medido,

todos pensaran que también soy un hombre.

Ni del todo bueno.

Ni del todo malo.

Simplemente un hombre.

La virtud y la infamia se olvidan tan pronto.

Un año es suficiente para borrar la infamia.

Estarán demasiado cansados para recordar.

Estarán demasiado preocupados por reproducirse.

Después de llorar por los soldados muertos

no les quedará más remedio que reproducirse.

Estarán demasiado preocupados por incrementar sus bienes.

Por calumniarse los unos a los otros.

Por obtener una pequeña cantidad de dinero a cambio de su esfuerzo.

No temáis por vuestra longevidad.

Seguro que todos esos bobos demócratas nos dejan llegar a viejos.

Y compraremos una casita en Inglaterra.

Y otra en Suiza.

Y otra en Cuba

Y otra en España.

España es un buen lugar.

Sí señor, un buen lugar.

En España no sucede como en Alemania.

Los españoles no tienen sentimiento de culpa.

Os lo aseguro, ni una pizca de sentimiento de culpa.

Están convencidos de que no colaboraron con los nazis.

Han olvidado Mauthausen,

han olvidado que fueron a matar rusos codo con codo con los nazis.

¡Son geniales!

Sienten indiferencia hacia su propia historia.

No os lo vais a creer, pero han olvidado los mataderos de hombres.

¡El olvido!

De eso tenemos que aprovecharnos.

España es un buen lugar.

Sí señor, un buen lugar.

Y después viajaremos hasta Tailandia

y follaremos con putitas tailandesas.

Y moriremos pacíficamente en un hospital.

Pienso tanto en Oriente, amigos míos, pienso tanto en Oriente.

Es absolutamente necesario que entremos en un país pobre.

Un país pobre con un alto porcentaje de población rural.

Al menos un 36 por ciento.

En un país pobre todo parece menos real.

¿Y qué más da otra barbarie?

Además, el hombre sólo puede mirar en su interior en mitad de la

barbarie.

Ahí es donde el hombre descubre su auténtica naturaleza.

Su detestable naturaleza.

¿Qué mayor beneficio para el hombre que volverse un filósofo?

La batalla ofrece grandes posibilidades espirituales.

Sí señor, grandes posibilidades espirituales.

Aunque parezca increíble,

durante la guerra el hombre tiene mucho más tiempo para reflexionar

y para dudar de sí mismo.

Ya lo veis, ya lo veis.

En el fondo soy un filántropo.

Estoy obsesionado con la bondad.

Deseo que cada uno se encuentre a sí mismo.

Que escapen de sus emociones anémicas,

de sus ridículas vidas cotidianas.

Por un instante sublimes.

¡El soldado sólo encuentra libertad en la batalla!

Les doy la oportunidad de viajar a países exóticos.

De conocer nuevas culturas.

¡Oriente, Oriente!

Estoy pensando en Oriente.

En todos esos presidentes corruptos y lujuriosos.

En la amenaza nuclear y todo eso.

En lo de salvar al mundo y todo eso.

La gente se lo traga.

Lo de salvar al mundo, se lo traga.

De eso tenemos que aprovecharnos.

¡Atentos!

Al principio hay que perturbar la economía.

Un poco, sólo un poco.

Una economía sólida destruye las pasiones,

pero una economía débil las desata.

La zona caliente y la zona fría, ¿entendéis?

La emoción y el capital.

La emoción y el capital van unidos.

Gracias a eso los trabajadores son unos extremistas.

Como nosotros.

Se pondrán de nuestra parte.

Aunque ellos no lo saben son racistas hasta los tétanos.

Difundiremos la amenaza de Oriente.

Tenemos que hacerles sentir la amenaza,

a los nuestros, que sientan la amenaza.

Que comiencen a odiar.

A sentir asco.

Que comiencen a pensar cosas como por ejemplo…”Maldita basura

amarilla”.

La Historia reciente lo demuestra,

incluso el comentario más banal acaba culminado en la acción.

Está claro, los chistes de judíos culminaron en Auschwitz.

Que sueñen con violar a las putas de Oriente.

Que sueñen con meterles palos por el culo a las putas de Oriente.

Que le prendan fuego a algún que otro almacén.

Cada hombre querrá un arma.

Organizaremos la zona caliente,

organizaremos el resentimiento.

Aprenderemos de los utópicos.

Yo mismo soy un utópico,

sueño con un país de votantes deformes.

Y una vez metidos en la batalla

nos dedicaremos a reanimar la economía,

incrementaremos el bienestar,

aumentaremos el poder adquisitivo.

Y la ayuda social, qué remedio, la ayuda social.

Y entonces cada hombre querrá un televisor.

El proceso es el siguiente:

Primero tienen que desear un arma y después un televisor.

Primero un arma y después un televisor.

Primero un arma y después un televisor.

Un televisor nuevo.

Último modelo.

Claro que tampoco descuidaremos la cultura.

Nos convertiremos en judas ilustrados.

Nos haremos pasar por hombres de letras,

educados y sensibles,

lectores de Shakespeare y de Cervantes,

amantes de Schubert.

Haremos como los nazis,

les engañaremos,

les diremos que somos un pueblo culto.

Les diremos,

“Hombre, hombre, en comparación con África somos un pueblo

culto”.

Se lo tragarán.

Se creerán perfectos.

De esa manera no considerarán la posibilidad de mejorar.

“¡Hombre, hombre, en comparación con África, con esos salvajes!”.

Tenemos la suerte de contar con un pueblo mediocre,

tan mediocre como el alemán.

Cuanto más mediocre más bárbaro.

De eso tenemos que aprovecharnos.

La fórmula es Cultura sin Educación.

¡Cultura sin Educación!

Así son los demócratas.

Leen poco y cuando leen no aprenden nada,

no extraen ni una sola lección moral.

Analfabetos morales.

Neuronas impermeables a cualquier tipo de inteligencia.

Por otra parte hay gente que todavía tiene fe en la patria.

Incluso hay países que siguen manteniendo a los monarcas.

De eso tenemos que aprovecharnos.

La iglesia está de moda.

Les hablaremos de Dios.

Utilizaremos los beneficios del miedo.

El miedo de los ignorantes es alimento para nosotros.

No hay que sentirse culpable.

Ellos se pasan la vida haciendo daño.

La mentira está presente en cualquier asunto humano.

La civilización es imposible.

El hombre es como una plaga.

Se quedan pequeños,

los grandes conflictos de la humanidad

se quedan pequeños en comparación al conflicto del hombre consigo

mismo.

Pobre gente trabajadora, calumniadora y fornicadora.

Siempre preocupados por el precio de las cosas.

¿Sabéis que antes de comprar siempre preguntan por el precio de las

cosas?

Ya no creen en el bien y el mal.

Sólo creen en la economía.

¡Estúpidos!

Nosotros, por supuesto, también creemos en la economía.

Nos interesa enormemente la distribución de la riqueza.

Nuestra casita en Suiza, en España, en Cuba, en Inglaterra…

Nuestras putas tailandesas.

No tendremos que dedicarle mucho esfuerzo a la lucha contra el

hambre.

Aguardaremos las catástrofes naturales,

y entonces donaremos grandes cantidades para obras de caridad.

Como los actores.

Y no se os ocurra enviar máquinas quitanieves a África.

No consentiré una sola equivocación.

Y recordad,

el lenguaje del poder debe coincidir con el lenguaje de los idiotas.

¡El lenguaje del poder debe coincidir con el lenguaje de los idiotas!

Bueno, bueno, amigos míos.

¿Cuándo empezamos a hacer circular la riqueza?

¡Tengo ganas de lanzarme a la garganta del mundo!

Entonces decidme, ¿qué partido? ¿qué partido? ¿qué partido?

¿Qué partido me vais a dar?

-6-

Ricardo se siente enfermo. Catesby amansa sobre la frente de

Ricardo paños mojados en agua fría.

Dice que no podremos controlarlo.

Hambre, ruina, desolación, hundimiento…

Dice que mataremos y moriremos inútilmente.

Dice que lo malo del absurdo es que está relacionado con el

exterminio humano.

El absurdo y la banalidad cobrándose millones de vidas.

Dice que veremos a los nuestros con la ropa incrustada en la piel.

Dice que los otros correrán arrastrando la carne como si fuera goma

quemada.

Dice que no seremos muchos para volver a empezar.

Apenas un grupo de lisiados para reconstruir el mundo.

Dice que no recibiremos ayuda.

Dice que nos quedaremos solos.

Dice que el calor romperá las reglas.

El infierno lamerá las jorobas de la tierra embutiendo la ira en los

brazos de los hombres.

Las parturientas morirán en cuanto expulsen a su hijos deformes,

como les ocurre a algunos parásitos nada más desovar.

Eso dice.

Con esas palabras.

Agorero del demonio.

Maldito profeta.

No sabe que yo amo a los seres deformes.

No sabe que yo hago todo esto en nombre de los seres deformes.

No sabe hasta qué punto están relacionados mi ser privado y mi ser

público.

Mi horrible infancia y el Estado.

Mi guerra es una prolongación de mi vida,

como un brazo.

No hay que dar explicaciones.

Yo cuidaré y amaré a cada uno de mis monstruos.

Los escritores, los escritores…

no sé cómo mierda lo hacen.

A mí no me sale una sola palabra.

No puedo escribir.

Sólo puedo copiar.

He copiado un par de frases, de la Biblia,

“¿Puede ante Dios ser justo el hombre?”

“…Y hasta en sus ángeles encuentra imperfección.”

Utilízalas, Catesby, utilízalas.

Quiero leer el discurso entre dos obispos.

¡Entre dos obispos!

¿Me ha bajado la fiebre, Catesby?

Ya no sé qué hacer.

Estoy harto.

He pasado por urólogos, neurólogos, traumatólogos, cardiólogos…

¡Agorero del demonio!

¡Maldito profeta!

¡Decir que no podremos controlarlo…!

Encárgate de organizar su suicidio, Catesby.

Que parezca un suicidio.

Siempre ha tenido problemas.

Visitamos al mismo psiquiatra.

El divorcio.

Los hijos.

Todo eso le ha debido afectar.

Se iba de putas, el muy cabrón.

En cuanto salía de la Organización de Naciones Unidas se iba de

putas.

Que encuentren su cuerpo cerca del coche,

en mitad del campo.

Dice cosas absurdas.

Dice que si pones tu lengua debajo de la mía

verás salir de mi boca un gusano negro del tamaño de un dedo.

-7-

Ante el pueblo. Discurso.

No me pidáis ser justo

porque ante Dios no puede ser justo el hombre.

¿Quién puede ser justo ante su creador?

Ante Dios incluso los ángeles son imperfectos.

Así que cuanto más nosotros,

míseros habitantes del mundo.

Sólo nos ha sido entregada la tierra.

Y si alguien piensa que es más justo que Dios,

se le arrancará el pan de los dientes.

Por eso os ruego que no me pidáis ser justo,

porque la justicia no está en mis manos.

Nacer sigue siendo un asunto difícil.

Vuestros padres os concedieron la vida.

Ya nadie puede haceros más daño.

Echadle pues la culpa a vuestros padres

de todos los dolores que os esperan.

Consideradme un igual,

un hombre que no ejerce su voluntad sino la vuestra.

Un mísero obrero de la verdad

que espera su salario después del duro trabajo.

Os hablo desde las cenizas.

Deseo el amor de todos los hombre buenos.

Soy sincero como el ladrido de un perro.

Me derramo ante vosotros como la leche.

(Escupe en el suelo después del discurso. Le falta el oxígeno como en

un ataque de pánico. Se arroja exhausto a los brazos de Catesby.)

¿Han aplaudido, Catesby? ¿Han aplaudido?

-8-

Ricardo se siente enfermo. Catesby le ata a la cama.

El litio, el litio, el litio….

Estas píldoras…

Diarreas, calambres, vértigos, sed…

Y todos esos sueños que no recuerdo.

Catesby,

¿crees que si me las dejo de tomar corro peligro?

¿Crees que volvería a intentarlo?

En el fondo estas pastillas no me quitan las ganas de morir,

de morir…

Necesito algo más fuerte, Catesby.

Necesito erradicar las ganas de morir.

¡Erradicar!

¡Erradicar!

¡Erradicar!

¡No sólo yo!

¡Todos!

Todos podrían haber acabado en el manicomio o en la cárcel.

Pero acabaron gobernando un país.

Eran unos simples criminales.

Pero tanto al principio como al final

la gente intentaba encontrar en ellos…

la grandeza.

Nadie hubiera visto grandeza en ellos

si hubieran estado encerrados en el manicomio o en la cárcel.

La gente se empeña en buscar la complejidad del gran hombre,

porque la gente se considera simple.

Sin embargo no existe nada tan simple como el poder.

Los crímenes del gran hombre

son tan sencillos como el navajazo de un delincuente.

Simplemente los llevan a cabo desde otro lugar.

La muerte siempre es… superficial.

(Ricardo vomita.)

Catesby, ¿crees que tengo poder?

Quiero decir, ¿verdadero poder?

¿No te interesan las biografías, Catesby?

Como te van a interesar las biografías, Catesby,

si tú eres la muerte, la muerte, la muerte….

(Ricardo vomita.)

Es bueno conocer a los grandes hombres.

Aprender de ellos.

Yo por ejemplo conozco todas sus enfermedades,

las físicas y las psíquicas.

He estudiado cada una de sus vísceras, como un cirujano.

Tengo la mejor colección de historiales médicos.

No es fácil que salgan a subasta pero hay que estar atento,

hay que estar atento.

¿Sabías que Lenin le pegaba pedradas a los pájaros?

Tardaba horas en sumar.

Y además padecía una enfermedad psíquica que le impedía ser

coherente con el lenguaje.

Aún así tenía listas enteras de hombres a los que debía asesinar.

Y todos eran asesinados.

Por miles.

Uno detrás de otro.

Por miles.

Uno detrás de otro.

A veces me pregunto…

¿Cómo hubiera sido Lenin si no hubiera estado enfermo?

¿Y yo?

¿Cómo sería yo si no estuviera enfermo?

Yo, yo, ¿cómo sería yo?

¿Y este país?

¿Cómo sería este país si yo no estuviera enfermo?

¿Cómo sería este país sin estos dolores que me atormentan, sin estas

ganas de morir?

¿Si no me hubieran insultado de niño…?

¿Cómo sería este país si yo no tuviera cuerpo?

¿Y tú, Catesby?

¿Qué dirías tú si tuvieras lengua?

¿Cómo influye en ti no tener lengua?

¿Eso te hace ser más fiel?

¿Eres amigo mío por miedo?

¿Si te pidiera un caballo en mitad de la batalla me lo traerías?

Pero yo no te quiero, Catesby.

No te quiero más que a todos esos pordioseros a los que vamos a

destripar.

Yo sólo amo la ausencia de tu lengua, Catesby.

Yo sólo amo tu deformidad,

lo que nos hace iguales.

Estoy enamorado de la ausencia de tu lengua.

Estoy enamorado de mi podredumbre.

Se llama el beneficio de la enfermedad, ¿lo sabías, Catesby?

El beneficio de la enfermedad.

El enfermo no quiere dejar de serlo.

Estoy enamorado, estoy enamorado, estoy enamorado…

Estoy enamorado de mi enfermedad.

Mi espalda es la novia de un Gólgota.

¿Lo comprendes, Catesby?

Mi cuerpo es mi voluntad.

Pero mi cuerpo está por encima de la voluntad de los hombres.

Porque la guerra y el hambre están por encima de la voluntad de los

hombres.

¡Mi cuerpo es el fin del mundo!

¡El cuerpo, el cuerpo!

¿De qué estamos hechos, Dios mío?

Catesby, quiero que pujes por una porcelana china.

Quiero saber si puedo hacer la guerra con una porcelana china en los

brazos.

-9-

Ricardo ante los espías.

Quiero una lista de escritores.

Una lista completa.

¿Os acordáis de los tibetanos, de los kurdos, de los libaneses, de los

peruanos, de los armenios, de los camboyanos?

¿Os acordáis de todos esos muertos?

¡De todas esas matanzas!

¡No!

Sólo os acordáis de los judíos.

¿Y sabéis por qué?

Sólo os acordáis de los judíos porque los muy cretinos se pusieron a

escribir.

Sobrevivieron y se pusieron a escribir.

Escribieron cientos de jodidos libros.

¿Quién iba a sospechar que después de todo aquello se iban a poner

a escribir?

Antes de pegarse un tiro se pusieron a escribir.

Antes de colgarse de un árbol se pusieron a escribir.

Antes de envenenarse se pusieron a escribir.

¡Ya sé que nadie los lee,

ya sé que entre el trabajo, la calumnia y la reproducción nadie tiene

tiempo para leer!

Pero de alguna manera,

de alguna manera esos judíos hicieron algo con la memoria…

Una transmisión…

Una contaminación…

Como si el lenguaje hubiera ido más allá, más allá…

más allá de lo escrito.

Como si lo escrito sudara,

Sudara en el aire …

O si no,

cómo os explicáis que las bibliotecas estén llenas de miles de libros

que nadie lee.

Debe haber algo, algo….

Algo que va de lo material a lo inmaterial.

De lo material a lo inmaterial.

Una reacción química o algo así…

Debe de haber una vida espiritual de la palabra.

Eso es, una vida espiritual de la palabra.

Es necesario,

es absolutamente necesario

que los escritores sean los primeros en caer.

No quiero que nadie se ponga a escribir.

De alguna manera hay que debilitar el lenguaje.

Empobrecerlo.

Cuanto más precario sea el lenguaje menos pensamientos se podrán

formular,

más limitada quedará la libertad de expresión,

y más indefenso se encontrará el hombre frente a nuestros objetivos.

No lo entienden.

Los que escriben,

no lo entienden.

No entienden que da igual.

Otra barbarie, da igual.

Y además, ¿por qué debería importarme la paz si mi cuerpo es una

batalla?

¿Y si nosotros escribimos algo?

Algo que se transmita.

Algo que contamine.

Algo que sude, que sude en el aire…

Algo que me haga pequeño, servicial.

Algo que me acerque…

Algo que sea como los zapatos de un proletario.

Ricardo se ríe

¡Os ha gustado la frase, os ha gustado la frase!

Como los zapatos de un proletario.

¡Soy un Papa con zapatos de proletario!

¡Soy un Papa con zapatos de proletario!

¡Soy un Papa con zapatos de proletario!

Vamos a escribir,

venga, vamos a escribir,

vamos a copiar eso,

la poesía…,

esa mierda,

eso, eso que hace que las cosas parezcan reales.

Y después metemos a los escritores en un avión y los arrojamos al

mar.

Los metemos en un avión y los arrojamos al mar.

¿Por qué no?

¿Por qué no puedo arrojar a los escritores al mar?

Ya lo hicieron en Argentina,

ya lo hicieron en Chile.

¿Sólo por eso?

¿Sólo por ser un presidente democrático no puedo arrojar a los

escritores al mar?

Os voy a decir una cosa:

El gran pecado del escritor es la soberbia.

Y esa soberbia es peligrosísima.

Consideran que viven en un mundo distinto,

y creen que la sociedad tiene la obligación de servirles.

Nos costará caro.

Entonces, ¿me dejáis o no me dejáis arrojar a los escritores al mar?

-10-

Ricardo lee el poema de Primo Levi “Si esto es un hombre”.

“Los que vivís seguros

en vuestras casas caldeadas

los que os encontráis, al volver por la tarde,

la comida caliente y los rostros amigos:

Considerad si es un hombre

Quien trabaja en el fango

Quien no conoce la paz

Quien lucha por la mitad de un panecillo

Quien muere por un sí o por un no.

Considerad si es una mujer

Quien no tiene cabellos ni nombre

Ni fuerzas para recordarlo

Vacía la mirada y frío el regazo

Como una rana invernal.

Pensad que esto ha sucedido:

Os encomiendo estas palabras

Grabadlas en vuestros corazones

Al estar en casa, al ir por la calle,

Al acostaros, al levantaros;

Repetídselas a vuestros hijos.

O que vuestra casa se derrumbe,

La enfermedad os imposibilite,

Vuestros descendientes os vuelvan el rostro.”

Me gusta lo de morir por un sí o por un no.

Me gusta lo de rapar a las mujeres.

Y eso de la rana invernal…

¿Crees que yo podría escribir algo así, Catesby?

Se llama Primo Levi.

Primo Levi, Primo, Levi, Primo Levi, Primo Levi… (Lo repite hasta la

saciedad)

Otro cabrón agorero,

cubriéndonos de maldiciones.

“La enfermedad os imposibilite”

Debería haber sido una puta vieja loca.

Y en vez de llamarse Levi haberse llamado Margarita.

-11-

Ricardo en el campo de batalla. Ruinas de un karaoke.

No tengas miedo, Catesby.

Aquí se puede hacer de todo.

Quién se va enterar.

Aquí somos libres, libres como el viento.

No son reales.

Lo bueno de los pobres es que no son reales.

Los pobres expulsan a sus hijos por el trasero.

¿Lo sabías, Catesby?

Acercan una linterna al agujero del culo

para que los críos se orienten y caigan directamente al barro.

Los hijos de los pobres son como lombrices en el limo.

Ya te puedes imaginar cómo huele aquello

Y lo cierto es que nunca llegan a desprenderse del mal olor.

Eso no me lo negará nadie,

a los pobres se les reconoce por el olor.

Como a los muertos.

No tengas miedo, Catesby.

La muerte de todos estos no le interesa a nadie.

¿Quién va a preguntar sus nombres?

¿La Enciclopedia Británica va a preguntar sus nombres?

Los pobres no tienen nombre.

No tienen vida individual.

Vida de carne y hueso.

Son simplemente una parte de la Humanidad.

Se disuelven en la abstracción del término.

¡La Humanidad!

Lombrices en el limo.

Son como los pies.

Están demasiado lejos.

Son como los pies.

No sabemos nada de ellos.

Lo que más le sorprende a uno es cómo se reproducen.

¿Cómo es posible que queden tantos si llevamos exterminándolos

desde hace siglos?

Durante la época la colonial, por ejemplo,

las matanzas, la producción basada en la esclavitud.

La Compañía belga del Congo.

Leopoldo II exterminó cerca de ocho millones de nativos.

Se vendían carteras hechas con piel de negra en los rastrillos de

París.

Por lo visto eran de una suavidad extraordinaria, ¡extraordinaria!

De eso no hace tanto,

sólo han pasado cien años.

Y por otra parte son cien años de matanzas,

millones de miserables aniquilados.

Y sin embargo ahí los tienes,

siguen reproduciéndose como las liendres.

En Uzbequistán, por ejemplo, son más de 22 millones de liendres.

¿Es que no saben hacer otra cosa que fornicar?

Son como pulgones pegados al rosal de la civilización.

Son los gorgojos del trigo occidental,

una especie ruin cuyas larvas se alimentan de nuestras semillas.

Son pequeños pero en el extremo de la boca llevan las mandíbulas.

Las mandíbulas, Catesby, las mandíbulas.

Menos mal que los hemos puesto a trabajar.

Menos mal que en nombre de la integración

encubrimos nuevas formas de colonialismo.

Eso es Catesby,

hay que ingeniar nuevas formas de colonialismo.

Nuevas formas de colonialismo.

Eso sí, encárgate de que el cementerio de los nuestros lo diseñe un

arquitecto importante.

Lo malo de nuestros muertos es que son reales.

Cuando todo esto acabe tenemos que seguir gobernando.

Les construiremos un cementerio inmenso

para que puedan lloran tranquilamente a sus muertos

y sacar nuevas conclusiones sobre la soledad.

Con un casco encima de cada cruz.

Quiero escribir, Catesby..

Quiero escribir una frase,

un epitafio que se grabe en todas las lápidas.

Algo que pase de lo material a lo inmaterial.

Algo que sude, que sude en el aire…

Soportaremos las protestas.

Aunque , la verdad, no tienen motivos para quejarse.

Al fin y al cabo ellos han seguido comiendo.

Han seguido comprando en mis tiendas.

Han seguido trabajando, calumniando y fornicando

mientras esperaban los ataúdes de sus hijos.

Los jóvenes han sido voluntarios.

Todos han sido libres.

Libres como el viento.

De cualquier modo recibirán una indemnización abultada,

lo suficiente para poder cambiar las puertas, las cortinas, las

ventanas,

todas esas cosas que hacen los trabajadores.

Lo suficiente para que puedan veranear cerca de un parque de

atracciones.

Lo suficiente para que puedan olvidar.

Si queremos volver a ganar las elecciones

la economía debe quedar por encima de los muertos.

¡Por encima de los muertos!

Ocultaremos los suicidios, por supuesto.

Nos encargaremos de organizar homenajes.

Durante un par de años,

homenajes, celebraciones y más homenajes.

Estoy pensando en las imágenes de ese par de soldados

descuartizados.

Colgando en trozos de los cables eléctricos.

Achicharrados como una pata de cerdo.

Sería beneficioso emitirlas por televisión.

La gente tiene que valorar el riesgo de nuestros soldados.

Nuestros hombres se enfrentan a diario con la muerte,

con los bárbaros.

Es necesario trasmitirle al pueblo la sensación de venganza.

Nos salpicará alguna protesta pacifista,

pero los pacifistas son profesionales liberales,

estarán demasiado preocupados por sus negocios,

por sus hipotecas,

gritarán un poco antes de ir al gimnasio y nada más.

Sí, que emitan las imágenes de los soldados descuartizados.

Nuestros pobres demócratas podrán soportar unos pedazos de carne

frita.

Gracias a Dios tenemos un campeón deportivo.

Gracias a Dios las noticias siempre concluyen con nuestro campeón

deportivo.

Hay que invertir en deporte, Catesby.

Necesitamos campeones deportivos.

Los campeones deportivos generan sentimientos de nación.

¿Te has fijado, Catesby?

¿Te has fijado en todos estos muertos?

Van vestidos de domingo.

Se visten de domingo para cantar.

Me gusta.

Nosotros en cambio estamos perdiendo las tradiciones.

Ya no existe la ropa de domingo.

Tenemos que seguir aprendiendo de los pueblos menos afortunados.

¡El romanticismo del subdesarrollo!

Construiremos un complejo de hoteles de lujo,

para que los nuestros vuelvan a tener contacto con la pureza.

¡La pureza!

Mira, mira todo lo que hay a tu alrededor, Catesby.

El gran espectáculo de la vida es la muerte.

Observa este cerebro,

en la guerra todos los secretos del cuerpo quedan al descubierto.

Observa como al extinguirse cada vida,

todo lo que había aquí,

dentro del cráneo,

desaparece,

se esfuma.

El mundo, con cada muerto, se defeca a sí mismo.

No entiendo por qué los escritores odian la guerra.

Si la materia de la guerra es la misma materia de la literatura.

Fíjate en todos estos corazones desangrados.

¡Ah!, pero los escritores se limitan a copiar el sufrimiento y la muerte,

simplemente lo copian.

Duplican la realidad en su propio beneficio.

¡Papagayos hipócritas!

Y encima quieren ganar dinero por copiar la vida.

Quieren vivir de lo que ellos llaman trabajo.

Tener una vivienda digna.

Si por mi fuera irían a parar todos a los comedores de beneficencia.

¡La acción!

Eso es lo importante,

no la literatura sino la acción.

¿A cuántos escritores has visto por aquí?

Por aquí, intentando salvar a toda esta mierda amarilla

a la que tanto defienden en sus libros.

Y esas ansias de no ser defecados por el mundo.

Como si sus cerebros fueran mejores que los de estos pobres

desgraciados.

¡Yo, yo, yo!

Yo soy un defensor del cerebro de todos los hombres.

Lucho por la igualdad.

Para mí todos los cerebros que defeca el mundo son iguales.

¡Iguales, iguales, iguales!

¡Mira, Catesby!

¡El sol, acaba de salir el sol!

Respira Catesby, ¡esto es la vida!

Quiero sentir el sol sobre mi espalda.

¿Hay alguien por aquí?

¿Hay alguien por aquí a quién le queden ganas de burlarse de mí?

¡Es asombroso, Catesby!

No me duele nada.

¡Me siento bien!

¡No tengo frío!

¡He recuperado la salud!

¡Mira!,

allí hay alguien que todavía se mueve.

Deja, deja que el perro se las coma.

Es una suerte que los hombres tengan entrañas.

Eso les hace morir antes.

¡Silencio!

¡Una canción de Elvis!

¡Se escucha una canción de Elvis!

Are you lonely tonight…

¡Quiero cantar, Catesby!

¡Quiero cantar vestido de domingo!

¿Dónde hay un micrófono?

¿Dónde mierda hay un micrófono?

¿Es que no hay una mierda de micrófono en este puto karaoke?

¡Aquí!

¿No es inconcebible, Catesby?

¡La cantidad de cosas que pueden sobrevivir a un puñado de seres

humanos!

Quiero cantar, quiero cantar…

Sí, estoy solo esta noche,

estoy muy solo esta noche.

¿Y qué?

¡No me duele ni un solo hueso!

¡No tengo frío!

No voy a volver a caer.

A partir de hoy ni un solo día más de depresión.

Euforia, euforia por siempre.

¡Esto sí que no lo entiendo, Catesby!

Los ahorcados.

La ciudad está llena de ahorcados.

Se ahorcan en cualquier parte.

No sé de qué se quejan.

Ahora son libres, libres como el viento.

Hemos acabado con el tirano.

Les hemos regalado una democracia.

Ni siquiera morirán todos.

Siempre quedará gente que pueda trabajar.

Trabajar duro para reconstruir la nación.

Lo que no quieren es trabajar.

Cuesta mucho sacar a un país adelante.

La pereza.

Ese es el gran pecado de esta tierra.

La pereza. La pereza.

¡Mira, ahí vienen los helicópteros!

¡Escucha, Catesby, escucha y dime si está bien escrito!

“VUESTRO ÚNICO LEGADO ES VUESTRA SANGRE. VUESTRA SANGRE

ES LA NUEVA FORMA DE ORGANIZACIÓN SOCIAL. VUESTRA SANGRE

ES LA FUERZA. HA MUERTO EL PERRO. HA MUERTO EL PERRO. HA

MUERTO EL PERRO”

¿Qué te parece, Catesby?

¿Está bien escrito o no esta bien escrito?

Tres veces “Vuestro, vuestra, vuestra…”

Y tres veces “Ha muerto, ha muerto, ha muerto…”

¡Pasé una noche entera pensando!

¡No hice otra cosa que pensar!

¡Hasta lo traduje a varios idiomas!

Ya estoy preparando un nuevo párrafo.

Tres o cuatro frases, no más.

Tienes que leerlo, Catesby.

Tienes que leerlo y decirme si está bien escrito.

Bueno, bueno, bueno…

Procesos colectivos,

culto a la personalidad,

reeducación,

humillaciones públicas,

ejecuciones…

¡Nada de eso nos ha hecho falta, Catesby!

Nosotros somos el primer mundo.

Simplemente nos concentramos

en los equilibrios políticos,

las negociaciones diplomáticas,

y en el tradicional desprecio por la vida humana.

Y por fin yo tendré mi pueblo de tullidos,

mi pueblo de supervivientes.

Hay dos clases de supervivientes, Catesby,

los que resultan sospechosos por haber sobrevivido,

y los que se sienten culpables por sobrevivir.

A propósito, ¿habrán llegado ya los cargamentos de piernas

ortopédicas?

No damos abasto, no damos abasto con los cargamentos de piernas

ortopédicas.

Debemos investigar el mercado negro de piernas ortopédicas.

¿Sabías que muchos venden su pierna?

No acaban de caer del helicóptero

cuando ya las están vendiendo.

Prefieren arrastrarse como lombrices.

Ingratos. Ingratos.

Nosotros regalándoles piernas ortopédicas y ellos las venden sin

dudarlo.

Estoy convencido.

Pisan las minas a propósito, a propósito.

Por avaricia.

Para enriquecerse.

La guerra les está saliendo rentable.

¿Qué piensan?

¿Que el combustible que empleamos para traer hasta aquí los

helicópteros,

cargados de piernas ortopédicas,

a esta tierra de ignorantes, vagos, fanáticos y retrasados,

qué piensan,

que el combustible nos lo dan gratis?

¿No se les pasa un instante por la mente el problema de la inflación?

Se merecen todo lo malo que les ocurra.

Todo lo malo. Todo lo malo.

¡Estoy pensando en hacer algunas cosas!

Me da un poco de vergüenza decírtelo, Catesby.

¡Ah, bueno!, aquí soy libre, libre como el viento.

Siempre he querido cortar alguna oreja,

alguna nariz,

hacerme un collar de orejas,

de orejas humanas,

como en el Oeste.

Lo vi en una película, Catesby.

Vi a un tipo que llevaba un collar fabricado con orejas de indios.

Me da un poco de vergüenza hacerlo delante de ti,

pero creo que no voy a poder resistir.

¡No voy a poder resistir!

(Ricardo se inclina sobre un cadáver.)

¡Catesby, acabo de encontrar a un extranjero!

Parece holandés.

Desde luego tiene aspecto de cerdo hervido.

Está gordo el condenado.

¿Qué mierda hace aquí un holandés?

Seguro que es uno de esos cochinos periodistas,

haciendo amigos.

En fin, aquí los periodistas son libres, libres como el viento.

Mira, lleva un cuaderno en el bolsillo.

Un cuaderno rojo.

Ya tenemos lectura, Catesby.

¡Vamos a leer, vamos a leer!

Somos un pueblo culto.

Vamos a leer el cuaderno rojo del cochino periodista holandés.

-12-

Ricardo se emborracha, abusa de las niñas prostitutas que tiene

esclavizadas.

Me siento en una silla sólo por amor a ti.

Sólo por amor a ti bebo un trago de agua antes de acostarme.

¿Te gusta cómo hablo cuando estoy borracho?

Ahora mismo podría escribir cosas eternas,

indestructibles…

¡Estoy tan cerca de los milagros!

Dispara bellísima,

contra las rodillas entumecidas de San Ricardo.

He matado tanto por tu culpa.

Me siento débil.

Me siento apático.

Vuelvo a estar helado.

He de tragarme esta sopa de cenizas frías.

Si me cortaras sacarías de mi cuerpo rebanadas tan finas como hojas

de Biblia.

En mi cama se aparean los locos con las brujas.

Y al final todo está blanco.

Como si mi triste sudor fuese lejía.

¿No le sonríes un poco al pobrecito Ricardo?

Me golpea tanto la musculatura de tu desprecio.

Pequeña puta amarilla,

reliquia indecente,

mi bellísima,

¿me bendices, blasfema, con un escupitajo?

En el fondo eres otro tipo de virgen.

Las putas sois siempre otro tipo de virgen.

¡Dios mío, las cosas que podría escribir estando borracho…!

¿No lo ves?

Estoy tan cerca de los milagros.

Pero duermo con un colmillo de pánico dentro de la mano.

¿Me traerás las pastillas cuando me incline sobre el puente?

¿Me traerás las pastillas con tu lengua de roedor?

¿Me traerás las pastillas?

Hago cosas tan raras.

Me pego a las meadas de la pared…

La rata se acerca tristísima

pero yo la aplasto con el zapato,

porque soy el menos querido.

Encuentro en el estómago de la virgen,

encuentro,

un lugar perfecto para un feto con tu nombre.

Los cirujanos muertos

extraen mi aflicción de tu muslo.

Clavan el instrumental oxidado sobre mi espalda.

Ahora mi joroba es un erizo

vagando por los quirófanos abandonados

donde rezan las ateas como tú,

enfermas,

hambrientas.

Camino, camino, camino…

Camino hacia el entierro del desconocido,

el ataúd es blanco,

eres tan suave,

tan niña todavía,

que podrías ser tú,

pequeña puta amarilla mía,

podrías ser tú la muerta.

Otro ataúd lleno.

No me extraña en absoluto.

Ojalá sea por amor.

Pero yo todavía sigo vivo,

y deforme,

como una grasa persistente y cotidiana.

Todavía sigo vivo,

y deforme,

sin soportar mi angustia de adolescente mal alimentado.

Todavía sigo vivo,

y deforme,

entre lenguas podridas.

¡No llores, no llores…!

Ven aquí, ven aquí.

No tengas miedo, dulce del infierno,

culpable de mi fealdad.

No llores.

Yo te defiendo.

Yo defiendo a la mujer con costras en la vagina,

curada milagrosamente por el beso del sifilítico.

Ven aquí,

todavía sigo vivo,

y deforme,

y te defiendo.

Ven, ven, ven aquí.

¡Déjame en paz, me marcho a Egipto!

¡Napoleón en Egipto!

¡Qué lejos estaré entonces de todas vosotras!

Pequeñas putas amarillas mías.

¡El odio!

El odio me ha dejado el cuerpo dolorido y frío.

Las encías apenas soportan la ira de mis mandíbulas.

Aúllo bajo la colcha barata.

No pienso esperar.

Voy a manchar la sábana con un líquido marrón.

Gracias al asco podré dormir.

El asco me adormece como un veneno.

Hoy todo me causa un gran asco.

Un asco harapiento y hondo.

Me dan asco todos los hombres.

Y todas las mujeres.

Me dan asco.

Y yo me doy asco también.

Me da asco el amor.

Me da asco cuanto tiene que ver con el amor.

Me da asco el placer.

Me da asco el preludio del placer.

Acepto, eso sí, un sexo rápido y brutal

con los seres más miserables de la tierra.

Acepto las violaciones

y la cópula con animales famélicos y agusanados.

Acepto un intercambio bestial con la escoria.

Besar la llaga

o simplemente abrazar un cuerpo esquelético.

Meterse opulentamente en la boca ácida del hambriento.

¿No tienes un bolígrafo para escribir todo esto?

¡He empezado la guerra por tu culpa!

Las niñas tenéis la culpa de todo.

Tenéis la culpa de que los hombres honrados se avergüencen de sus

deseos.

Tenéis la culpa de todas las violaciones del mundo.

¡Me quiero morir!

No quiero a mi madre.

Por eso te quiero a ti.

Por eso te quiero a ti.

Por eso te quiero a ti.

-14-

Ricardo en un hospital.

No sé, Catesby, no sé.

No sé cómo hacerlo.

Esto de coger en brazos a una cría sin piernas.

¿Cómo lo hago?

¿De rodillas, de pie?

De rodillas tiene un aspecto más religioso,

de sacrificio.

Sí, sí, sí, de rodillas es mejor.

¿Ablanda el corazón o no ablanda el corazón?

He escrito un par de frases, Catesby.

A ver qué te parecen.

“La infancia es el puente del cielo,

es una plegaria atendida.

Yo salvaré a todos los huérfanos

de los ejércitos de la noche”.

¿Qué te parece, Catesby?

¿Está bien escrito o no está bien escrito?

Y luego que digan que estoy dispuesto a adoptar a la cría,

que crecerá en la abundancia del libre mercado,

el amor, la felicidad, un futuro mejor…

que recibirá una buena educación…

Recuérdales que digan que somos un pueblo culto.

¿Qué te parece, Catesby?

¿Crees que es suficiente con esto?

¿Crees que es suficiente con este admirable detalle de humanidad?

¡Qué fastidio esto del admirable detalle de humanidad!

Tener que coger en brazos a una cría sin piernas…

Pisan las minas a propósito,

hazme caso, Catesby,

a propósito.

¿Cuándo llegan las cámaras?

¿Qué hora es?

¿Qué hora es?

¿Qué hora es?

¿Qué?

¡No me digas que también tengo que besar a esa puta!

-15-

Ante los soldados.

Ya no deberían ser necesarias las órdenes.

Deberíais haber aprendido ya a funcionar sin recibir órdenes,

por iniciativa propia,

obedeciendo únicamente a vuestros jodidos instintos.

¿Creéis acaso que la Solución Final para eliminar a los judíos fue

producto de una orden, de una orden del führer?

¿De una Führerbefehl?

¿Creéis acaso que el führer dio alguna orden por escrito?

¡No!

Tomaron sus propias medidas.

Los soldados, los oficiales.

En cada campo habían aprendido a torturar, a extinguir, a aniquilar

sin necesidad de una orden.

En cada campo los soldados y los oficiales habían aprendido a actuar

por sí mismos.

Todos los alemanes aportaron cosas por sí mismos,

sin que nadie les obligara a hacerlo.

Simplemente por puro entusiasmo.

¡Maldita sea!

¿Qué es eso de esperar mis órdenes?

¿Qué es eso de consultarme?

¿Qué es eso de que no lo habéis hecho porque había niños?

¿Qué demonios esperabais?

¿Una orden, una orden del führer?

¿Una Führerbefehl?

Estamos haciendo justicia, ¡justicia!

¡Por el amor de Dios!

¿Qué más queréis?

¡Todo esto es legal!

¡Ah!

¿Por escrito, es eso, lo queréis por escrito?

Una orden por escrito.

Escribir, escribir, escribir…

Me paso el día escribiendo.

No hago otra cosa que escribir.

¡Maldita sea!

¡Que no lo habéis hecho porque había niños!

¿Es que no sabéis que no son niños,

que los expulsan por el trasero,

que son lombrices en el limo?

¿Dónde está Tyrrell?

-16-

Van apareciendo los niños muertos. Ricardo duerme con la porcelana

china en brazos.

Espectro de un niño.

Me dedicaba a transportar ladrillos y pasaba hambre todo el día.

Entonces llegó Ricardo para matar al tirano,

y mató al tirano y nos mató a todos.

Recuerda cómo se derramó mi cerebro sobre la arena.

Mira cómo sangran mis heridas en presencia del asesino.

Espectro de otro niño.

Estaba buscando comida en la basura

cuando Ricardo vino a matar al tirano

y llegaron los aviones de Ricardo,

y lanzaron bombas sobre la basura.

Recuerda nuestra carne troceada.

Mira cómo sangran mis heridas en presencia del asesino.

Espectro de otro niño.

Me detuve un momento para apartar una hormiga que me subía por

el pie

y las piernas me saltaron por los aires.

Recuerda cómo me desangré sobre la tierra amarilla

mientras tus soldados pasaban por encima de mi cabeza.

Mira cómo sangran mis heridas en presencia del asesino.

Espectro de otro niño.

Ya habían muerto de hambre mi madre y mis hermanas por culpa del

tirano,

entonces llegó Ricardo para darnos de comer

y le prendió fuego a la aldea y todos ardimos.

Recuerda mi cuerpo carbonizado.

Mira cómo sangran mis heridas en presencia del asesino.

Espectro de otro niño.

Estábamos enfermos por los gusanos del agua

y cuando llegó Ricardo para darnos de beber

los soldados se asustaron de nuestras caras hambrientas

y se pusieron a disparar.

Recuerda los agujeros de nuestros cuerpos.

Mira cómo sangran mis heridas en presencia del asesino.

Los niños empiezan a reírse a carcajadas.

Ricardo despierta. Catesby no está.

-17-

Ricardo prepara su defensa.

¡Catesby, dónde estás, Catesby!

¡Se están burlando de mí!

¡Los niños se están burlando de mi joroba!

¡Catesby!, ¿dónde estás?

¿Dónde estás?

Ya sé que por mi culpa han muerto muchos.

Pero yo no odiaba a esa gente.

No los conocía de nada.

Lo hice por su bien.

No soy un asesino.

Era simplemente una cuestión de ideas.

En la guerra nadie tiene la culpa,

todos los bandos son iguales.

Ya sé que por mi culpa han muerto muchos.

Pero yo no odiaba a esa gente.

No los conocía de nada.

Lo hice por su bien.

No soy un asesino.

Era simplemente una cuestión de ideas.

En la guerra nadie tiene la culpa,

todos los bandos son iguales.

Repite antes de abandonar el escenario.

Ya sé que por mi culpa han muerto muchos.

Pero yo no odiaba a esa gente.

No los conocía de nada.

Lo hice por su bien.

No soy un asesino.

Era simplemente una cuestión de ideas.

En la guerra nadie tiene la culpa,

todos los bandos son iguales.

-18-

Escrito en una postal. Catesby la lee.

Me aplaudieron, Catesby, me aplaudieron.

Me aplaudieron antes del discurso y después del discurso.

Honoris Causa, Catesby, Honoris Causa.

Estaba rodeado de universitarios.

Y me aplaudieron.

Antes del discurso y después del discurso.

Voy a confesarte algo, Catesby.

Lo copié.

Copié el discurso.

Copié el discurso del cuaderno rojo del cochino periodista holandés.

Aquel cuaderno rojo.

Ese fue mi discurso.

El cuaderno rojo del cochino periodista holandés.

¿Te acuerdas cuánto nos reímos aquel día leyendo el cuaderno?

Todas aquellas tonterías…

Y me aplaudieron.

Antes del discurso y después del discurso.

Está a punto de empezar otra guerra, Catesby.

Pero ahora tengo que dedicarme a la cultura.

Ahora tengo que escribir, Catesby, Honoris Causa, tengo que escribir.