El artista Abel Azcona realizando el performance Organic Inside: una exploración de su propio interior y una crítica en torno al aborto y su propia gestación

Performance en primera persona. Herramienta de autoconocimiento

El performance art, también conocido como arte de acción, debe ir siempre de la mano de la experiencia personal, y debe ser considerado como una herramienta de autoexploración. Siendo un arte, en muchos casos, incomprendido, contrasta totalmente con el potencial del mismo para la construcción y reparación. Tras mis años de experiencia, empleando el performance como herramienta terapéutica y pedagógica, es sin duda la disciplina artística que más satisfacciones aporta al creador. El proceso y estado interno de la acción del cuerpo sobre un espacio y tiempo determinados ha permitido a los artistas resignificar los objetos utilizados desde sus propias metodologías y construcciones conceptuales; es así que, durante la historia, especialmente en los inicios del body art, se manifestó la acción del artista de performance en la utilización exclusiva del organismo como objeto, investigando los límites físicos, psíquicos y espaciales, así como también utilizando el cuerpo para la presentación social del género y de la imagen. Esta oportunidad de emplear únicamente el cuerpo como factor de construcción da la oportunidad de explorar internamente y conseguir un conocimiento de uno mismo muy superior. Muchos artistas se han dedicado a trabajar desde la subjetividad y la fragilidad de estas metodologías, incorporando la conciencia de la acción como una herramienta más, construyendo así un registro subjetivo de lo que acontece en la experiencia. Será entonces este registro, entendido como un resultado de los elementos psicoafectivos del artista de performance y de la experiencia objetual que acontece en un espacio determinado donde se resuelve la acción, un fenómeno que analizar, tomando en cuenta los aspectos perceptivos y representacionales, así como también sus procesos afectivos y aquellos asociados a la identidad del artista. La identidad debe ser la protagonista y esencia del arte de acción, mostrada al espectador, y sobre todo a uno mismo, mediante el tiempo, el espacio y el cuerpo.

Cuando el artista se permite crear y tener un acceso a su mundo interno lo hace gracias a las facultades psíquicas que posibilitan la dinámica del «Crear», por lo tanto, hace uso libre de procesos más específicos como son el la percepción y la representación.

En mi caso personal nace y surge como una necesidad vital de adecuación al entorno y como herramienta de autoconocimiento. Haber sido abandonado al nacer por una madre que ejercía la prostitución, haber sufrido maltrato infantil y mi itinerancia por diferentes centros de acogida, instituciones mentales y familias hacen que mi vida y mi experiencia estén unidas a mi obra y creación artística. En la necesidad de compartir y conocer por mí mismo mis propios procesos, sentimientos e incluso problemas mentales.

El tiempo consigue que todo lo oculto durante la infancia y la adolescencia tenga la necesidad de salir al exterior. En mi caso, a través del arte del cuerpo. Seguidamente de un intento de suicidio, observo que la ocultación de mi propio ser me ha llevado a no tener capacidad de empatía o de socialización. Por lo que decido compartir mi intimidad desde la única constante en mi vida desde mi infancia: el arte. Herramienta indispensable durante mi infancia y adolescencia por su capacidad de hacerme olvidar. Algo negativo, que consigo tornar a positivo al ser esta misma herramienta la que en la actualidad me ayuda a expresar, comunicar y sobre todo entender por mí mismo la mayoría de las cuestiones de mi propia existencia. A los diecisiete empiezo a contar historias con mi propio cuerpo en las calles de mi ciudad natal. Horas sentado en una silla en la avenida principal como sentimiento de búsqueda y espera. Y acciones donde ya empiezo a abordar el dolor y la resistencia física, con azotamientos, intoxicaciones, agresiones y diferentes torturas tanto físicas como psicológicas. Cuando el dolor interno es tan fuerte el externo llega a desaparecer, por lo que empiezo a emplearlo para empatizar con mis propios sentimientos y con mis experiencias de infancia y adolescencia. El niño perdido se convierte en un adolescente que encuentra un camino para investigar su propio yo. Lo que lleva a mi formación en artes y mi especialización en el arte del performance.

El performance art es una herramienta que da respuestas a través del cuerpo. Como consecuencia de estos interrogantes surge una amplia gama de representaciones que el artista debe buscar poner en acción constantemente; en mi caso puedo afirmar que el arte performativo está presente en mi cotidianidad. Los artistas relacionados con esta disciplina tenemos la oportunidad de salirnos de espacios como la galería o el museo. Con la posibilidad de dividir nuestra obra, como en mi caso, en piezas más biográficas y más instintivas que en muchas ocasiones surgen en espacios públicos sin ser predeterminadas y otras piezas artísticas que llevan un trabajo de creación y de búsqueda interna mucho mayor.

El arte del performance. Utilidades pedagógicas

Creemos en el performance y sus posibilidades como contenido curricular porque estamos seguros de sus potenciales virtudes pedagógicas. En primer lugar, puede aportar recursos para la enseñanza del arte contemporáneo en centros educativos. Es un hecho constatado que la enseñanza del arte actual brilla por su ausencia en estos niveles académicos. Creemos útil e interesante el desarrollo de una unidad didáctica que contribuya a acercar a los alumnos a las manifestaciones artísticas más actuales. El arte de acción puede contribuir a desarrollar la creatividad del alumno, ampliando e intensificando su experiencia estética.

El alumno tendrá la posibilidad de explorar un medio de expresión ―el cuerpo― distinto a los habituales, a los lápices, las pinturas o el barro. Ello ayudará a que pueda encontrar la forma expresiva más adecuada a su sensibilidad y a sus necesidades de comunicación. El performance facilita el conocerse a sí mismo, necesario en la infancia y la adolescencia.

Performance, dolor y terapia. Exploración del dolor en el arte

 «En esta sociedad pasteurizada prefiero provocar miedo o repugnancia que seguir fomentando la asepsia mental».  Rocio Boliver

«Mis acciones son protestas contra un mundo anestesiado». Gina Pane

La posibilidad de sentir dolor es esencial para un ser humano. Incluso la experiencia más ligera de dolor es útil para corregir nuestro comportamiento o darnos una señal de advertencia. El dolor puede ser visto como servicial y como una caracterización del ser humano. En la historia hay un sinnúmero de ejemplos que ilustran la idea de que el dolor no es solo un problema biológico, sino también la experiencia de la búsqueda de la interpretación. El dolor fue y es un contenido de vital importancia dentro del mundo del arte y la literatura. En todo momento se trató de encontrar imágenes y metáforas para el fenómeno del dolor. En el siglo XX, hay algunos puntos de vista personales sobre el dolor de los artistas. Edvard Munch, por ejemplo, muestra momentos autobiográficos de miedo y dolor. Munch, que tuvo que pasar por un montón de traumas familiares, fue capaz de llevar un tipo de emoción fuerte en una obra de arte. La artista mexicana Frida Kahlo es otro ejemplo. Ella hizo su propio sufrimiento visible en una serie de autorretratos que muestran su dolor constante después de un accidente en su juventud. Ella trajo dolor personal en el arte en un lenguaje artístico muy duro y emocional. El gran problema de dolor en general es la posibilidad de comunicar el dolor. El interés de muchos por comunicar dolor a través del arte va de la mano de la dificultad de conseguirlo. Hans Peter Dreitzel decía: «Para alguien que tiene dolor, el dolor está presente de una forma incuestionable. Así que el mismo es la evidencia del propio dolor, y no se puede admitir que otras personas cuestionen un dolor que no pueden sentir ni demostrar». Aquí es donde el performance art tiene una oportunidad de ser el medio para la comunicación y el cambio: el tratamiento radical de su propio cuerpo puede hacer que los artistas se conviertan en representantes del dolor y el sufrimiento. Gina Pane decía que con sus acciones corporales quería «protestar contra un mundo en el que todo está anestesiado» y usaba su propio cuerpo como una señal contra el poder. Con cortes de hojas de afeitar en la lengua y los brazos consiguió destruir la imagen de narcisismo femenino y el papel pasivo de la mujer como objeto. Pane afirmaba que «la herida es la memoria del cuerpo, memoriza su fragilidad, su dolor, y demuestra que su existencia es real». Otras artistas que hay que tener en cuenta, como Kira O’Reilly y sus acciones, sintetizan y muestran los materiales y los discursos del cuerpo en relación con la memoria, el trauma y el género. Se propone la superficie del cuerpo para ser un material poroso que recuerda una porosidad similar a otras existentes entre el interior/exterior y lo público/privado. El cuerpo se muestra tal y como es.

Performance: herramienta terapéutica

Algo común en artistas y teóricos del performance art es la creencia en esta disciplina artística como herramienta de revelación. El arte de acción tiene la capacidad de dar a las vivencias y a la existencia forma y contenido. Consigue que la realidad de uno mismo llegue a integrarse en lo que se quiere mostrar, con la ventaja notable de ampliar la noción de lo percibido y lo vivido. El performance invita al artista a una manifestación plena y sin limitaciones, en donde puede explorar en el recuerdo, la experiencia y lo que haya formado su mundo y sea significativo para la conformación final de su pieza, ya que solo está en juego el mundo del creador y el material con que cuenta para expresarse, su cuerpo.

Al inicio de una creación, tanto personal como con alumnos o pacientes, debemos situar como protagonista de la misma tanto al creador como a su propio hecho vivencial, utilizándolo como materia prima de lo que será su acción final. Sabemos en cierta manera que este hilo conductor es lo que sustenta la acción performativa.

Con el performance art podemos explorar la capacidad de los sentidos de los que disponemos a través de nuestra relación entre nuestro cuerpo y el espacio para encontrar un equilibrio propio entre nosotros, el alumno o el paciente.

Tenemos la oportunidad de conocernos a través de nuestro cuerpo y parte de este conocimiento se expresa, de modo que esta expresión muy a menudo tiene una intención comunicativa. La expresión de las personas es su propia vida y es por ella que llegamos a un mejor conocimiento de los demás y, asimismo, los demás llegan a nuestro cuerpo. La elaboración de otros espacios dentro del nuestro propio nos provee de un anclaje hacia lo que sentimos, recordamos y hemos experimentado mediante nuestro cuerpo dentro del espacio transitorio producto de lo que mostramos.

Así, el performance resulta importante debido a que por medio de él podemos tener acceso a ese mundo de la creación, de manera que se crea el ambiente propicio para que cualquiera que tenga la necesidad de explorar en sí mismo a través de arte adquiera las herramientas correctas para lograr romper con esquemas prestablecidos y encontrar la vía para acceder al proceso creativo.

No menos importante y de forma paralela, conseguimos ir desmitificando, pues nos muestra la accesibilidad del arte y la posibilidad de cualquier sujeto de recurrir a él.

Sin duda, el cuerpo se encuentra en el centro de la acción; no podríamos vernos inmiscuidos dentro de la acción sin un cuerpo, tal vez seríamos espectadores de ella pero no promotores de la misma; el cuerpo nos da ese poder, el de interferir en la acción, ser generadores y parte de ella.

El arte de acción o performance no se salva de esto, sino que su realce en él es aún mayor; no podríamos pensar en él sin el cuerpo presente ya que en otras manifestaciones se puede dar por entendido que ahí está el cuerpo. En la fotografía tradicional podemos observar el cuerpo en la imagen o en el trabajo del artista en ella, o en la escultura, el trabajo detallado de las manos del artista, pero aquí entra en juego también la imaginación ya que, sin duda, cada obra tiene la capacidad de evocar el cuerpo, de manera que se da más una ausencia que presencia. En cambio, en el caso del performance el artista está presente, no hay resquicio alguno para que se imagine al cuerpo, pues en este lugar es imprescindible, ya que es el factor principal de la obra, mejor dicho, él no solo es el creador de la obra, sino la obra misma; de ahí el lugar preponderante que tiene.

Los artistas, teóricos y creadores creemos en el performance como un generador de nuevos procesos en el interior de la sociedad, propio de todo aquel que desee participar en el acto creativo sin importar que no cuente con una supuesta condición (impuesta por la sociedad o el gremio de los artistas) para utilizar cualquier medio expresivo.

La accesibilidad de este arte, su capacidad como herramienta terapéutica y pedagógica, y su apertura y colaboración con todas las disciplinas artísticas hacen del performance art el arte más completo, ya que hacemos del propio proceso creativo arte en vivo.