Gabriel Yépez: podemos partir de la idea que para ti la relación con el contexto es el punto de partida de la compañía.
Ángel Hernández : El proyecto se basa en generar encuentros en diferentes contextos del mundo relacionados con episodios de desplazamiento forzado por causas violentas, de la guerra –entendida en un amplio sentido-. Iniciamos un trabajo sobre la migración de centroamericanos en territorio mexicano y en su trayecto por el país abordo del tren llamado La bestia que recorre de sur a norte todo México. Después de varias emisiones de este festival, fuimos invitados a realizar proyectos fuera de México.
Siguiendo el mismo propósito hicimos un proyecto de investigación en la zona de la post guerra vietnamita, visitamos Japón luego del desastre que trajo como consecuencia el terremoto de 2011. Todo esto nos llevó, inevitablemente, a tener una mirada hacia uno de los conflictos más significativos de los últimos años, considerado como la crisis de refugiados en Europa más importante después de la segunda guerra mundial. Es, justamente este proceso por el que atraviesan comunidades, sobre todo pertenecientes a países que han mantenido conflictos armados durante muchos años como Afganistán, Siria, Pakistán, con el cual tratamos de hacer un levantamiento de la ruta que ellos recorren en su intención de llegar a países de Europa central como Alemania, Francia y Austria.
Y en este propósito vamos acumulando testimonios e información dirigidos hacia las características de sobrevivencia en función de los mecanismos estratégicos que ellos implementan para crear ciertas comunidades autónomas y ciertas “repúblicas emergentes” que van condicionando por medio de perfiles muy específicos, y que ya no obedecen a un territorio en particular, ni a una vocación en defensa del nacionalismo; sino por el contrario, al colapsar esas estructuras de poder, comienzan a integrarse a una disolución que los vuelve mayoritariamente cómplices de un evento que, a mi punto de vista, se revela como uno de los manifiestos vivos de resistencia social más importantes en el mundo. Consecuentemente, con el paso del tiempo, esto ha generado otro tipo de nexos con las comunidades que se encuentran instaladas dentro de los países de la ruta por las cuales las comunidades en tránsito atraviesan; Éstas, al ser sedentarias adquieren una naturaleza nómada en la medida en la que se comunican con las otras comunidades que van, poco a poco, también, contaminando el deseo y buscando alternativas de negociar el tránsito frente a lo que se espera pueda ser una gran movilización que eche abajo la condición política de las fronteras.
GY: Dentro de el fenómeno migratorio que trabajas ahora existen un sin fin de factores a tratar, cómo lograr un objetivo a ocotado de la experiencia?
Lo que intentamos con este proyecto es hacer un recorrido muy de la mano de estas comunidades, preguntándonos a cada momento cuál es el verdadero espíritu de la migración contemporánea, más allá de los condicionantes dentro de los contextos de guerra que los determinan. En ese sentido, una de las grandes capacidades que tiene este movimiento es el haber desafiado una de las estructuras más rígidas y encumbradas dentro de la economía de la Unión Europea; que tiene que ver, precisamente, con esta geopolítica establecida a nivel de control, de contención y, habría que decirlo también, de programa de exterminio frente a cualquier tipo movilización humana que exista. Por lo tanto, al desafiar estos modelos tan establecidos han encontrado alternativas de reconfigurar la identidad por medio de la no localización, de la no geografía, de la no identificación, es decir; de la no identidad. Esto es lo que particularmente preocupa a este proyecto, el preguntarse cómo en función de esta no pertenencia se puede transfigurar una pertenencia que, de manera emergente, se establece como una estrategia de sobrevivencia y resistencia para estas comunidades en desplazamiento.
GY: Puedes mencionarnos algunas estrategias de acción dentro del trabajo con las personas en transito?
Después de recorrer diferentes sitios, comenzamos a construir una serie de entrevistas enmarcadas dentro de un ejercicio místico vertido en el concepto del destino como uno de puntos fundamentales dentro del viaje de los refugiados, el cual se manifestaba por medio de un juego de tarot. Por medio de distintas cartas que evocaban aspectos como Casa, Trayecto, Guerra, Felicidad, etc., se comenzaban a recrear momentos del viaje como evocaciones que venían a construir, también, un episodio dentro de la vida no localizada de estas comunidades.
GY: Es interesante la activación desde un juego de significados propuesto por las cartas para dar cuenta de la situación y la memoria del recorrido.
Nos interesa por un lado la memoria de este suceso, pero también nos interesa trabajar con ese material en función de lo que viene después, de esto que, actualmente, es una de las contenciones humanas más pavorosas: el momento en que se obstruye la continuidad del viaje de estas comunidades al cerrar las fronteras en la ruta de los Balcanes; Y que mantiene a millones de personas presas y prácticamente en cautiverio dentro de los países que, en esta política de segregación, comienzan a elegir el destino en la deportación de la mayoría de las familias que no llegaron finalmente a su destino. Al mismo tiempo están los casos de otras familias que actualmente se encuentran en Alemania, Francia, Austria o Suiza bajo el estatuto de refugiados tratando de integrarse al sistema de comportamiento bajo un sistema político de identidad no correspondida; pero que, sin embargo, les da la posibilidad de permanencia en esos lugares debido a su estatuto que les da el derecho por provenir de ciudades en guerra.
Todo esto es parte de marco de cuestionamientos e interrogantes que tratábamos de responder en la medida en la que avanzábamos con las comunidades; desde Siria hasta llegar a Alemania atravesando por la ruta de los Balcanes. Me parece muy importante que el país donde tiene origen este proyecto sea Alemania y que se pregunte por qué es que la gente decida tener como destino ideal su propio país. Y que inviten a un extranjero, para que lo lea desde su experiencia con la migración centroamericana en México. En función de eso, hemos venido abriendo dispositivos de trabajo que, más que escénicos, están puestos en la indagatoria de lo social, del plantearnos alternativas más allá de la información y pensar en mecanismos que puedan ser valiosos para poder arrancar y despertar otro tipo de posibilidades frente a la circunstancia.
GY: Un aspecto que me parece importante en los procesos migratorios actuales es que tienen un carácter global. Organizaciones que trabajan con migrantes latinoamericanos refieren que el problema no es localizable ya que pertenece a todo el continente. Retomando la experiencia que tienes en la práctica de mirar este fenómeno desde Latinoamérica ¿Encuentras muchas similitudes o te parece completamente distinto?
Ángel Hernández: Me parece que existen muchas similitudes que hermanan las luchas, que establecen parámetros muy simétricos y análogos en cuanto la identificación de, por ejemplo, las rutas que ellos establecen en el mapa, el espíritu siempre libertario encaminado hacia la subversión, hacia la irreverencia, hacia la burla declarada frente a los sistemas de dominación que comparten ambos mundos y territorios de tránsito. Pero también creo que hay una diferencia que tiene que ver, justamente, con los condicionamientos políticos que obedecen a cada uno de los contextos; es decir, a los países de origen que prácticamente “patean el culo” de todas estas comunidades en tránsito; cuál es la política de exterminio específica que vive Siria a diferencia de la que vive Honduras; esto está claramente diferenciado y establecido.
Como consecuencia la naturaleza que se tiene en relación a elegir el rumbo o la posibilidad en algún momento dado de claudicar y regresar al país de origen se encuentra determinado por estas implicaciones. Por ejemplo; para un sirio regresar es, prácticamente, tener asegurada la muerte; es volver a Damasco en condiciones donde existe un 80% del territorio no liberado en condición de exterminio y evacuación urgente; Mientras que para un migrante hondureño regresar a Tegucigalpa no es morir pero, seguramente, cuando regrese al barrio, la misma condición social de pandillerismo y de violencia que se ha establecido van a terminar por exterminarlo con el paso del tiempo. En Latinoamérica existe una política que establece una no pertenencia por medio del salario, de la posibilidad laboral y de un cuadro de situaciones que, en suma, plantean otro tipo de condiciones para afrontar el contexto político al que pertenecen.
GY: Entonces cómo establecer una relación entre estas dos realidades?
Lo que a mí me genera una necesidad de indagación en estos dos mundos es ver la capacidad de respuesta que ellos tienen frente a la condición a la que se están enfrentando durante el tránsito, ver sus estrategias asimiladas en función de la sobrevivencia que deparan, en algún momento, en actos muy puntuales de protesta frente a lo que ellos entienden muy claramente como un ejercicio de exterminio en su contra.
GY: Dentro de esas estrategias cuales serían algunas de las diferencias?
Ángel Hernández: Existen varias, tenemos, por ejemplo, acciones que tienen que ver con la inmolación. Cuando estaba en el campamento en Idomeni se inmoló un sirio a manera de protesta para que se abrieran las fronteras entre Grecia y Macedonia. Comienzan los actos terroristas en muchos lugares de Turquía adjudicados a migrantes refugiados que vienen de Oriente Medio, en Francia sucede lo mismo… entonces todo este circuito de consecuencias que comienzan a traer estos flujos migratorios, para mí, son la parte más interesante del fenómeno a nivel comparativo. Ya que preguntas cuál sería la diferencia, justamente aquí en México es muy extraño que se pueda ver eso, es muy extraño que el centroamericano se manifieste por medio de la violencia. Más allá del historial que podamos conservar de robo a mano armada y situaciones muy específicas que nos trajeron las maras en los noventas, no existe, con claridad, hechos de terrorismo fundamentado a manos de vías centroamericanas.
Eso, para mí, es uno de los puntos de comparación más interesantes; la manera que se tiene de procesar toda esta información tan cargada de un flujo discriminatorio y xenofóbico que depara, finalmente, en la exposición plena del deseo frente a la protesta basada en el terrorismo.
GY: Dentro del trayecto, tú como hispanoparlante ¿cómo y dónde te colocas frente a tantos idiomas distintos en esta especie de “gran babel en transición”?
Ángel Hernández: Me he colocado dentro del mundo de los signos porque me parece que la manera que tienen estas culturas de representarse es muy poderosamente cercana a la nuestra, parte un poco de la misma estética, de la misma mística, del mismo lenguaje simbólico; entonces, en ambos proyectos, Y regresando un poco a lo que hicimos en Japón, donde también el idioma era una de las limitante ya muy poca gente habla español o ingles, la única posibilidad que existe es hablar en japonés; y en el caso de la ruta de los refugiados por Europa la complicación es, todavía, muchísimo peor porque tenemos lenguas que corren desde el árabe hasta el pashtún – la lengua que hablan en Afganistán-. Hay alrededor de 16 lenguas distintas que propiciaron a imaginar este escenario de comunicación por medio de los signos y de los símbolos establecidos con un juego de cartas muy específico que, desde luego, promovía la libertad de la expresión en relación al discurso que ellos quisieran corresponder a la imagen o signo que se le estuviera presentando, pero también a la renuncia.
GY: ¿Y cómo fue la relación contigo al ser mexicano y ajeno a la circunstancia por la que atravesaban?
Habría que decir que la gran mayoría se encuentran en una circunstancia de negación absoluta frente a lo que los puede llegar a convertirse en un material de consumo, sobre todo en su relación con la mayoría de los reporteros de cadenas televisivas de gran renombre y de gran generación económica que cubren el conflicto. Estas comunidades, asimilando y correspondiendo a esta protesta, han clausurado este sistema de comunicación.
Por ejemplo, al momento de ingresar dicen: “no fotografías, no entrevistas”, por tanto, no van a hablarte acerca de nada de que tenga que ver con su historia porque están, en ese momento, en un ejercicio de sobrevivencia donde les preocupa más qué pueden comer ese día a contar la historia de su viaje. Lo cual es completamente comprensible.
GY: Es importante entender que aunque todos compartían el mismo espacio geográfico, no todos compartían la misma circunstancia.
AH: En ese sentido, uno de los puntos que a mí me ha interesado abordar es la capacidad de establecerme dentro del contexto de convivencia que involucra, independientemente del proyecto que esté aplicando, la posibilidad de acompañarse en el viaje; es decir, de generar una horizontalidad dentro del ejercicio de sobrevivencia. Esto ayuda para tener alternativas de negociación frente a lo que implica el viaje, de encuentros, de generar vínculos que, más allá de la confianza, nos puedan involucrar como cómplices de una misma aventura o de un mismo delito, de una misma irrupción dentro de la historia que nos establece como delincuentes de un tiempo, vaya, desde la posición de migrante.
Cuando yo comencé a ver que la gran mayoría de la gente que iba encontrando en mi viaje me consideraba uno de los refugiados más, comprendí que mi juego era aceptar esta condición y continuar el viaje desde esa posición. Tenía que corresponder a la misma circunstancia y padecer los mismos intereses que los compañeros que se encontraban en tránsito. Eso también ayuda a establecer otro tipo de lenguaje y de intercomunicación que, más allá de las fronteras del idioma, genera experiencias de vida y encuentros y acontecimientos de lo humano que construyen, finalmente, la vida de los proyectos.
GY: A nivel de logística cómo estructuras el trayecto, viajaste solo?
AH: Generalmente viajo solo y desde hace algún tiempo lo que he tratado de lograr es encontrarme en diferentes países con colaboradores que se integran al proyecto. Estuve trabajando con diferentes especialistas de Turquía, de Grecia, de Serbia, para encontrar otra plataforma de indagación frente al fenómeno que no fuera la que yo ya estaba viviendo durante el viaje; es decir, me interesaba más que ellos hablaran acerca de la experiencia que sus países habían atravesado en relación a los fenómenos migratorios. Te pongo un ejemplo: en Kosovo estuvimos platicando con gente que había migrado también hacia Hungría después de una situación que marca la posguerra, en donde los ataques terroristas continúan, el odio entre serbios y kosovares incrementa y no hay alternativas de negociación con esa realidad por lo que la gente se va; entonces, ahora, después de aproximadamente 6 o 7 años de que sucedió el éxodo masivo de kosovares rumbo a Hungría, reciben a comunidades de Oriente Medio en Kosovo. Esta ley cíclica que establece también por temporalidades específicas la migración en el mundo comienza a generar otro tipo de posibilidades de comprendernos como una comunidad migrante de manera continua.
Me interesaba registrar esa experiencia en particular en esos países que ya tenían una memoria de guerra y que, actualmente, están tratando de incorporar una memoria muy poderosa de exterminio en función de un nuevo momento políticamente importante para el país. Países en transición, con economías emergentes muy poderosas. Kosovo, un país lleno de jóvenes con una necesidad de defender la vida nocturna y una condición política de una amanera impresionante, y que tiene que ver con acabar con esta suerte de memoria basada en la tragedia de una guerra que dejó al país prácticamente sumergido en la miseria. Esos puntos son los que me interesaban tratarlos con especialistas; de ahí que fui visitando a diferentes personas durante el viaje, pero ya en la condición específicamente del tránsito lo hice de manera personal, tratando, sí, de establecer una brújula muy certera frente a lo que consideraba era también una decisión importante en mi vida; como el hecho de elegir atravesar el Mediterráneo una vez estando en Turquía para llegar a las islas griegas.
Decidí abordar los momentos que me parecían importantes dentro de la dinámica del viaje y mantener un cuestionamiento puntual frente a lo que era mi interés particular y el interés de los compañeros que migraban que, en definitiva, no era el mismo.
GY: lo complejo e imprevisible de las circunstancias te obligaba a tomar decisiones, cómo mantenerte dentro de un margen para cumplir tus objetivos.
AH: Eso fue fundamental para tratar de elegir las rutas, las condiciones, la manera de comportarme frente a la comunidad y establecer un parámetro claro de abordaje; mi intención era tratar de generar un documento de vida, un mapa de localización frente a lo que consideraba no localizable, lo consideraba como una vorágine de circunstancias que no alcanzaban a ser claras dentro de este recorrido y que trataba de explicarme en la medida en la que iba avanzando las estaciones del viaje. Esto me permitió tener mayor claridad y mayor consciencia de lo que quería yo frente a las circunstancias que me iba ofreciendo el camino. Me parece que, en ese sentido, viajar solo tiene muchos beneficios, aunque incalculables riesgos; es decir que no puedes estar, en ningún momento, seguro de que tu decisión, aunque sea mala, pueda estar amparada por el auxilio de alguna otra persona.
GY: Supongo que en este momento de desarrollo de la ruta, cuando dices: tomar una balsa o no tomarla implica una decisión ética. Como dijiste, ellos están sobreviviendo, no pueden dar cuenta de su historia en ese momento porque les importa más comer y por otra parte, tú como persona ajena, en tanto que no tienes la misma la necesidad, pero tienes otras necesidades, que son justamente éstas de realizar un trabajo de campo. Ahí hay toda una discusión ética sobre hasta dónde nosotros podemos estar en un espacio compartiendo una circunstancia completamente distinta. Me parece que esa es una de las preguntas que se ponen en la mesa sobre este tipo de estrategias de investigación. En otro momento mencionas acabas algo muy importante sobre los idiomas, sobre las diferentes culturas y sobre todo la problemática que ha permanecido en esos países a lo largo de la historia, una historia de conflicto, de culturas enemigas, donde pasar de una frontera a otra implica la muerte. Ahora bien, creo que en relación con América Latina, si bien hay problemas distintos de cada país, me parece que sí se logra generar una identidad del migrante sin importar su nacionalidad; digamos que las metas se parecen más y las circunstancias se pueden asimilar en grupo.
Me parece que si vas de un país a otro en Latinoamérica no corres el mismo riesgo como lo es el pasar de un territorio que ha sido enemigo del otro. Acá no tenemos esa historia de países enemigos. Hay conflictos, pero no son comparables con los que han vivido esta otra parte del mundo. Incluso desde el idioma esto se puede ver muy claramente… podemos enmarcar a Latinoamérica como colonia. La religión católica y sus divinidades son identificables por cualquier latinoamericano, no así las de esta región de Europa y Oriente Medio, al enfrentarse a ese contexto completamente distinto se evidencia la gran diferencia que hay de un país y otro, entre una religión y otra, entre una cultura y otra, entre una política y otra.
¿Podrías hablar un poco más de este juego de cartas que les propones, tú lo diseñaste?
AH: Así es, yo lo diseñé en relación a las primeras crónicas que pude registrar estando en Alemania cuando recibí a algunas personas que iban arribando después de realizar este viaje, casi bíblico, por 13 países. Aquellas personas lograban finalmente, después de haber desafiado todos los peligros y las inclemencias del tiempo –hay que recordar que justo en esa temporada, a principios de año, Europa pasaba por uno de sus peores estados climatológicos-: estaba nevando en muchas partes del Mediterráneo, una marea incontrolable, y frente a ello, las balsas precarias tratando de llegar a Grecia desde Turquía. Entonces… justo estaba en Estambul cuando se dio el aviso de que explotó una bomba, un atentado en la zona centro de Estambul muy cercana a la zona donde yo me encontraba hospedado. Esto despertó en mí muchos cuestionamientos; me daba cuenta, primero, que me encontraba en el escenario claro de la guerra, estaba en un contexto en donde las cosas podían, fácilmente, convertirse en situaciones terribles, no tanto para mí, sino para la gente que se encontraba, en ese momento, haciendo el viaje. En ese momento aparece en mi bitácora de viaje el signo claro del terrorismo. ¿Cómo explicarnos el terrorismo, también, como una zona de resistencia que establece un parámetro de auxilio frente a la condición del desprotegido que en ese momento intenta dejar la posición de víctima para convertirse en el verdugo? ¿cómo el terrorismo es identificado como un acto liberador de esperanza? Es decir, asociado a la religión, que es uno de los puntos fundamentales en todo este tránsito, tiene una condición altamente esperanzadora, espiritualmente diseñada como mecanismo de justicia basado por las leyes divinas que gobiernan estas organizaciones religiosas. Entonces aparece el signo del terrorismo como parte de uno de los lenguajes por medio del cual los refugiados estaban tratando de comunicarse con el resto del mundo. Esto trae sus consecuencias dentro de este tarot y se diseña específicamente a través de diferentes momentos que corresponden al viaje y que no únicamente se encuentran referidos hacia la implicación política del momento actual; sino que también tratan de generar escenarios evocativos frente a la historia de cada persona relacionados con la infancia, con momentos que ellos han considerado como aleccionadores, con valores relacionados con la justicia, la fe, la verdad, el amor, en territorios del pensamiento enfocados hacia lo ético… En fin, situaciones que corresponden más hacia un pleno levantamiento del registro de los cuerpos frente a esos episodios. Me parecía muy importante revisar cómo el cuerpo se va convirtiendo en la esfera mediática que acumula todo el registro dentro del viaje, pero que también se vuelve, poco a poco, en el hogar, en el territorio de lucha, en el campo de guerra para librar esta batalla. Todo esto viene reunido en el tarot, compuesto de 23 cartas. Cuando ellos eligen al azar una carta hay un tema específico, pero también hay una imagen diseñada por un ilustrador japonés que estuvo trabajando conmigo; en relación a esto, nos vamos al libro de las preguntas según el tema de la carta, en ese libro que acompaña al tarot hay un listado de alrededor de 13 preguntas, las cuales son aplicadas y ellos deciden si acceden a contestar o si se abstienen de hacerlo. En ese libro de las preguntas, ellos podían escribir su respuesta en el idioma que correspondía a cada quién o a manifestarla a través de un gráfico. Generalmente trabajamos con traductores, por ejemplo, del árabe al ingles. Este acto de libertad nos volvía cómplices de un juego en donde nos involucrábamos un poco más como cómplices de esa circunstancia, más que entrevistado y entrevistador, lo volvía una experiencia sensorial de convivencia, mucho más plena, de realidades que meramente informativo o en función de obtener una cierta información o cierta documentación.
Ahora se aplicará en nuestro siguiente abordaje con comunidades centroamericanas como segunda parte del proyecto para el mes de julio; atravesando Honduras, Nicaragua, El Salvador y Guatemala, ahí trataremos de aplicar el mismo sistema con comunidades que parten hacia Estados Unidos.
GY: Tomando en cuenta se trata de un proyecto comisionado por un teatro alemán dentro del marco de un festival ¿cuáles son tus perspectivas?
AH: Tengo una necesidad muy grande por tratar de construir realidades autónomas, y esto se ha ido convirtiendo en una ruta, también, de acceso hacia la construcción del concepto “autonomía”. En este momento, como artista, investigador y como ciudadano me pregunto qué implicaciones tiene ese término, ¿qué tendríamos que hacer para construir realidades y territorios autónomos? Para construir espacios que hagan referencia a cierta pertenencia no adjudicable a un contexto político determinado, como una nación.
Eso ha venido permeando el proyecto porque la experiencia que yo tuve centrada específicamente en relación a los campamentos instalados en toda esta ruta, en su mayoría forman parte de organizaciones no gubernamentales, de ONGS que han tratado de crear las mejores condiciones de vida para la gente que permanece en espera de las fronteras puedan abrirse, o de que se tenga algún tipo de decisión frente a su destino próximo. Se altera por completo la dimensión de lo político y la vez, el ejercicio se vuelve tremendamente político en la medida en la que se genera esta autonomía emergente, La cual, no sé si pueda sobrevivir o si obedece a cierta temporalidad; ya se ha hablado de territorios temporalmente autónomos que dejan de serlo casi en la inmediatez… o si la autonomía también merece un ejercicio pleno de continuidad, de defensa, de permanencia, de lucha continua… Creo que el proyecto va direccionado hacia ese discurso, o hacia ese cuestionamiento por lo menos, hacia la construcción de estos territorios autónomos, de estas repúblicas emergentes que se construyen y se destruyen con base en una necesidad específica que hacen colapsar las estructuras de la identidad en la -no localización- y en la -no geografía-, tratando de establecer comunidades que alteran por completo la percepción de lo político. Me parecen un manifiesto claro de defensa frente a lo que puede considerarse como una de las expresiones humanas en constante rebelión; y que tiene que ver con los desplazamientos humanos forzados, en función de los aparatos de exterminio. En el caso de la crisis de los refugiados por Europa, obedece a este instinto, casi sísmico, de alteración en el no lugar, pero también en la defensa de cierta autonomía que se comprende frente a la no identificación; no importa si son sirios, pakistaníes… ya no importa si la religión también los divide, ya no importa el idioma… importa, en ese momento, un instante de sobrevivencia mutuo que los vuelve altamente potenciales y altamente nocivos para el sistema encumbrado en la política económica de la Unión Europea.
Eso me parece muy significativo ya que podría dar luz para tratar de establecer otras aldeas al interior de un país como lo es Alemania, el cual ha entendido perfectamente bien el diseño separatista de la distribución de este gran éxodo migratorio hacia sus colindancias. Alemania encuentra de una manera casi clínica y muy bien diseñada la posibilidad de dar refugio a la gran mayoría de las personas que están solicitando el estatus de refugiados; y que finalmente encuentran un sitio de negociación con el contexto político alemán, es decir, se integran a un proceso de incorporación a la comunidad. Se encuentran en refugios establecidos en las periferias de las grandes ciudades que alimentan lo que, seguramente, en un futuro, si es que en este momento no saben hablar del todo el alemán, podrán ser la fuerza labora de un país con una necesidad coyuntural, inaplazable en este momento, de contar con mano de obra barata. Es un poco lo que ha pasado en Estados Unidos, un poco de lo que hemos podido ver con las comunidades centroamericanas en tránsito por nuestro país, y que comienzan a generar las mismas esferas de operatividad. ¿Cómo tratar de fundar esas repúblicas independientes al interior de un país tan poderosamente estratégico como lo lo es Alemania? Me parece que es una de las interrogantes que el proyecto está tratando de indagar, en este ejercicio de crear escenarios de confrontación y de crítica solidaria con un momento histórico… Invitar al alemán “de a pie” a que piense este tipo de estructuras me parece que es un desafío muy interesante. Ahí está puesto el acento, ¿qué se va a hacer en esta Alemania contemporánea con esta comunidad tan ampliamente identificada en cuanto a su propósito de refugiados? también pensando en relación a una sociedad políticamente dividida en cuanto a los intereses, posturas y diseños estructurales de operación para poder dar seguimiento a esto que es considerado como uno de los grandes conflictos que la Unión Europea no estaba preparada para recibir.
Trataremos de organizarlo de esa forma y de seguir interrogándolo desde las comunidades en tránsito que vienen de Centroamérica hacia Estados Unidos. En ese sentido esto se ha convertido en un proyecto de largo aliento que invita al proceso frente a un fenómeno que muta de una manera pavorosa; ahora la situación es completamente distinta a la que yo viví hace 3 meses. La gran mayoría de los refugiados están tratando de atravesar llegando por Italia, la ruta de los Balcanes continua cerrada, las muertes se están dando en parte de Italia del sur con los naufragios de las embarcaciones…
GY: Me quedo pensando en cómo las distintas maneras de entender la ciudadanía nos ha metido en este caos, en tanta confusión en torno a cómo un cuerpo en tránsito deja de pertenecer a un territorio y por ende tiene que estar legislado de otra forma. Pienso en los acuerdos internacionales y las clasificaciones y estatutos que determinan el estadío y la permanencia de las personas. Por ejemplo las circunstancia que vivimos en México y la no declaratoria de un estado de guerra ha provocado que sigamos en un flujo donde todo es incierto. En base a la inmensa cantidad de desaparecidos que tenemos, de asesinatos, de fosas clandestinas, el hecho de no tener un estado declarado de guerra impide toda una negociación internacional con organizaciones que eventualmente podrían injerir positivamente dentro del país… Son discusiones que van más allá del territorio, van más hacia la organización del mundo. Me pregunto qué pasaría si en México pudiéramos decir abiertamente, jurídicamente que estamos en guerra; podríamos exigir asilo político?, ¿cuántas personas podrían acceder a ese recurso?. No soy especialista, pero me pregunto acerca de cómo las legislaciones pueden generar problemáticas completamente distintas sobre fenómenos similares.
AH: Para finalizar me gustaría hacer una breve reflexión sobre la condición de ritualidad en el ejercicio de desplazamiento relacionado con el exilio. Uno de los puntos que sobresalen en mi experiencia dentro del viaje es identificar cómo esta ritualidad se compone de condicionamientos políticos en la generación de nacionalidades alternas, en la presencia de lo perdido que se adjudica, también, como equipaje para el viaje , en el anonimato de la persona que además tiene nombre y firma. Me parece que esta ritualidad que provoca el exilio, en cualquier territorio del mundo, representa un factor de cambio en el paisaje de las luchas y las voluntades humanas por generar complejas realidades. Esta realidad es una realidad sui géneris compuesta por diferentes aproximaciones hacia la condición de refugio en este paradigma tan complejo… Ahora que mencionabas el tema del estatus de refugiado en función de una condición de guerra que todavía no nos hemos ganado -pero que ya deberíamos haberla ganado desde hace tiempo-, tuve la oportunidad de ver a comunidades enteras de pakistaníes en la isla de Lesbos en Grecia que no podían continuar su viaje porque en los acuerdos internacionales no se consideraba que en Pakistán se viva un escenario de guerra; no así para los sirios que podían continuar y llegar hasta Grecia. Eso es lo que la política segregacional ha venido generando en relación a lo que considero, ahora, es el máximo riesgo para estas comunidades; caer en la trampa del inhibicionismo en función de estas condiciones que establecen los deseos particulares de cada política establecida por medio de los países que ellos atraviesan. Habría que extender el imaginario y complejizar más este mapa con base a todas estas realidades que se van construyendo, y que a su vez, van exigiendo una alternativa de transición social que, seguramente, no se verá acompañada por ningún tipo de referencia anecdótica que nos pueda parecer similar a cualquier otro momento de la historia del mundo, pero que sí vendrá a tratar de explicarnos que hay otras posibles, nuevas y mejor engendradas.
Para terminar, creo que existe una gran suerte de esperanza y de posibilidad detonante en estas nuevas repúblicas emergentes de refugiados en el mundo, que seguramente van a generar un cambio político de trascendencia mundial y un otro acceso hacia la posibilidad de desafío de las fronteras y de las condiciones políticas del mundo.