Josefina Alcázar- Lorena ¿Cuándo iniciaste tu trabajo de performance
Lorena Wolffer- Comencé a hacer performance hace más de doce años. Mis primeros encuentros con el medio se dieron en el taller de performance de una universidad bostoniana a la que llegué por azar. Ahí me familiaricé con la historia del medio y comencé a realizar acciones.
Mi elección por el performance -por transformarme en objeto y sujeto de la obra artística- conllevaba un deseo de una inmediatez y de una confrontación directa con mi público; implicaba pues la relación no mediada entre artista y espectador que yo buscaba.
JA.- Perteneces o has pertenecido a algún grupo?
LW.- No, he colaborado con distintos artistas en diferentes momentos, pero mi trabajo ha sido básicamente individual.
JA.- ¿En qué vertientes del performance ubicarías tu trabajo?
LW.- El hilo conductor de mi obra ha sido la transformación del cuerpo femenino en un sitio desde el cual es posible abordar y comentar fenómenos sociales y políticos. Es decir, reconstruyo mi propio cuerpo como un vehículo metafórico de información codificada. He entendido el cuerpo -el mío- como un mapa que puede ser analizado y desmembrado, el cual enseguida puede encarnar nuevos niveles de significación. Éstos entran en conflicto con los ya existentes y me permiten configurar un nuevo discurso.
JA.- ¿Además del performance qué otras actividades artísticas realizas?
LW.- Creo que todo artista contemporáneo hace uso de diversos medios, y que los formatos y géneros utilizados dependen de los conceptos con los que se quiera trabajar. Ante los discursos ensimismados del mundo del arte, me ha interesado salirme de los espacios «artísticos», tanto en lo que se refiere a los formatos que empleo como a los espacios físicos de presentación, trabajando principalmente en los campos del performance y del arte en espacios públicos. Sin embargo, considero que mi labor como promotora de la obra de otros artistas, maestra de talleres y cursos, y escritora son tan importantes como mi propia obra.
JA.- ¿Qué influencias han marcado tu trabajo?
LW.- Yo creo que mis influencias son, antes que nada, las de la vida cotidiana. Creo que mi trabajo se nutre igualmente de, digamos, la televisión que de ciertas teorías del arte, y a menudo encuentro más inspiración en «hechos cotidianos» que en el propio mundo del arte. Sin embargo, si se trata de trazar un mapa de influencias dentro del propio performance, creo que mis mayores influencias provienen del performance norteamericano.
JA.- ¿Qué características destacarías de tus performance?
LW.- En términos de temáticas, el abordar ciertos sucesos políticos ha sido una característica importante. Sin embargo, si hago un recuento de mi obra hasta este momento, puedo advertir que mis ideas se han ido transformando y apreciar, sobre todo, dos etapas principales. En la primera experimenté con los límites de mi cuerpo, sometiéndolo a distintas situaciones extremas. Si bien rebasar las fronteras de mi cuerpo no era la finalidad de la piezas, sí fue una constante. La segunda etapa comenzó años más tarde, tras la presentación de obras como Accidente 14 y Territorio mexicano. A sabiendas de que los límites entre realidad y simulación son imperceptibles la mayoría de las veces, comencé a incorporar nociones del simulacro y del espectáculo en mis trabajos, características que se han convertido en una constante en mi obra.
JA.- ¿Qué espacios prefieres para realizar tus performances?
LW.- Como mencioné antes, prefiero presentar mi obra en espacios que no se definan a partir del arte. Me interesa realizar complejas obras de gran producción en espacios en los cuales no es común presentarlas, como podrían ser un parque o la calle misma.
JA.- ¿Crees que hay algo que caracterice al performance en México?
LW.- Creo que la fuerza de las propuestas de algunas mujeres, como Katia Tirado y Andrea Ferreyra, es una característica y una constante en el performance mexicano.
JA.- ¿Qué artistas crees que han influido de manera más profunda en el desarrollo del performance en nuestro país?
LW.- Hablando de los precursores del género y en lo que se refiere a artistas mexicanos, creo que son innegables las aportaciones de artistas como Marcos Kurtycz y Melquiades Herrera, y de los colectivos Proceso Pentágono, Polvo de Gallina, Suma, Março y Sindicato del Terror, en los setenta y ochenta. Pero también vienen a la mente artistas extranjeros como La Fura dels Baus, grupo catalán que influenció profundamente a distintos artistas mexicanos a raíz de sus presentaciones en nuestro país a mediados de los ochenta.
JA.- ¿Qué medidas consideras indispensables para apoyar el desarrollo del performance en nuestro país?
LW.- Me parece fundamental la instauración de cursos y talleres sobre la historia, la teoría y la práctica del performance, pero también la renovación de los escenarios tradicionales para la presentación y discusión del performance. Tal vez ya no resulte imprescindible defender o validar el performance a partir de espacios, publicaciones y festivales dedicados exclusivamente al medio, sino incluirlo en programas diversos como una disciplina artística más.
JA.- ¿Para ti que es el performance?
LW.- Aunque el performance ya es aceptado como formato artístico válido en el México contemporáneo y en muchas otras partes del mundo, muchas de las discusiones sobre el género siguen estando atadas a la necesidad de intentar definirlo. La falta de crítica por parte de algunos artistas y críticos locales ha limitado los discursos y los marcos conceptuales dentro de los cuales se podría analizar al performance. Creo que lo que sigue es dejar atrás esta pregunta y pasar a cuestiones del papel que este género juega tanto en la esfera de lo cotidiano como dentro de las prácticas artísticas contemporáneas.