GY: En los años que llevan trabajando en la Central de Abastos ¿cuáles han sido las modificaciones y las sensaciones en la relación con los habitantes que la conforman?

Saúl L.V: Llevamos 5 años trabajando en la Central de Abastos [1] y ha cambiado mucho nuestra relación, no solamente con el espacio sino con las personas. Cada vez es más sencillo para nosotros instalar lo que queramos dentro de la Central.

Al principio había mucha desconfianza y por eso emprendimos acciones transicionales, como entrar en la comunidad a partir del sector infantil e ir generando una propuesta creativa para los niños. Sin embargo, ahora no solo los líderes locatarios nos conocen, sino también los representados (arrendatarios del mercado), que eso era lo más importante para nosotros; entonces la señora, los papás, y la gente que vive y trabaja diariamente en el mercado son los que generan realmente ese vínculo de confianza y de apoyo. Cada vez más, la producción en la Central de abastos es más sencilla: si necesitamos huacales (cajas de madera), sabemos por ejemplo que se los podemos pedir al padre de Jonathan, o si necesitamos carretas se las podemos pedir a la mamá de Everardo… Cada vez utilizar las cosas que necesitamos de la Central para develarla es más sencillo.

Las instituciones que no creían que alguien estuviera en la Central de Abastos generando proyectos y propiciando un nuevo entramado a partir del arte y de índices sensibles ahora confían más en nosotros.

GY: ¿En qué medida ha influenciado su proyecto a otras iniciativas similares?

Saúl L.V: Cada vez hay más personas que quieren ir a la Central, incluso actualmente existen proyectos, que no tienen que ver con nuestra compañía que se establecen dentro de la Central de Abastos; y no solamente proyectos de artistas foráneos, sino también proyectos generados por los propios locatarios, en los que también existe una lógica comercial. Por ejemplo, hay una caja de ahorro que utiliza la misma estrategia que establecimos para un proyecto nuestro que se llamaba Miscelánea. Esta miscelánea era una “escuelita” de pedagogías alternativas dentro de la Central. La caja de ahorro que menciono tiene éxito y copia exactamente nuestro modelo: apoyo a tareas, artes plásticas y artes escénicas para que los niños puedan pasar allí sus tardes.

GY: ¿Qué aspectos se han modificado o fortalecido en este tiempo que llevan trabajando?

Saúl L.V: Lo que se ha fortalecido con el paso del tiempo es que el mercado cada vez acoge más proyectos y de una manera más confiada. El hecho de que estos proyectos puedan ser puestos en marcha dentro de ese contexto sin que representen un miedo para la gente del mercado ha sido la gran modificación que hemos logrado y visto a través de los años.

Además de eso, una modificación muy peculiar es poder ver cómo los niños han crecido dentro de la Central. Los niños que antes eran nuestros fans, de entre los 9 y 10 años, ahora ya crecieron y no nos quieren ni ver porque les resultamos poco interesantes, lo que hemos visto es el paso de una generación hacia sus diferentes intereses. Pero también hemos visto la modificación de los niños en su inquietud hacia el arte; muchos de ellos, sin ningún problema, participan con Víctor Martínez (músico) a hacer ruido, o si va Violeta Luna (actriz) también participan. Algo muy importante para la comunidad fue trabajar con Sonia Díaz Gregorio, quien inició un trabajo teatral con el proyecto Las criadas de Jean Genet en el local de venta de chapulines, ahí empezamos a hacer esa obra de teatro. A partir de esa primer experiencia Sonia Díaz se convirtió en nuestra colaboradora, ahora forma ya parte del proyecto y no te imaginas la diferencia que existe en la forma en cómo compone, en cómo escribe acerca de la Central, en su forma de percibir ese espacio y su forma de abordarlo.

GY: En cuanto a experiencia profesional, ¿cuál es tu percepción sobre la evolución de la compañía?

Saúl L.V: Lo que yo he percibido es el crecimiento de todos los que hemos estado dentro de Teatro El Balcón, un crecimiento a partir de la reflexión, de romper los prejuicios, de cambiar paradigmas, de cuestionarnos sobre dónde se tiene que hacer el teatro o qué es el teatro dentro de espacios, contextos y situaciones específicas donde la división entre lo público y lo privado no se delinea tan claramente. Actualmente tenemos más seguridad para generar proyectos, no quiero decir que sean más ambiciosos sino que nuestros proyectos actuales están más dirigidos y tienen una mayor visibilidad dentro y fuera de la Central de Abastos.

GY: Y cómo identificas esta evolución dentro de la relación con el contexto de la Central de Abastos?

Saúl L.V: Como ejemplo te puedo decir que ahora los líderes del sindicato de arrendatarios nos invitan a sus reuniones, hablamos con ellos… en fin, esa es la modificación, la confianza y el interés de muchos locatarios y locatarias por conocer el proyecto. Los niños bailan, cantan, actúan, se mueven más libremente, hacen cuestionamientos sorprendentes acerca de las artes porque han convivido directamente con eso en los años que lleva el proyecto. Todo eso se ha logrado como resultado de los vínculos de confianza adecuados y gracias al tiempo de exposición que ha tenido nuestro dispositivo.

GY: ¿Puedes contarnos alguna práctica en particular?

Saúl L.V: Cuando hicimos el álbum de estampitas (calcomanías), pensamos el dispositivo a nivel fotográfico con la finalidad de visibilizar a los locatarios representados a partir de la convivencia con sus representantes de la central [2] . Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que con esa dinámica establecida con el libro de estampitas además de develar la Central de Abastos, nos hemos develado a nosotros mismos. Con esta práctica en particular he tenido un crecimiento en general, allí conocí mi forma de trabajar; en ese espacio he encontrado mi interés por el trabajo estético o político que estoy proponiendo.

GY: ¿Identificas algunas singularidades de trabajar en ese contexto en específico?

Saúl L.V: Creo que existen muchas ventajas de trabajar en un lugar donde día a día se reúnen más de doce mil locatarios, esta cantidad multiplicada por, al menos, dos niñitos que algunos tendrán… tienes una gran población cautiva. Es un lugar lleno, vivo, activo, a diferencia del museo, del teatro o las galerías, espacios destinados a la cultura donde por el contrario cuesta mucho trabajo esperar a que llegue la gente. En la Central la gente está con la mirada atenta a lo que proponemos, comienza a haber una significación propia de los locatarios sobre nuestro trabajo, al final del día son ellos, la comunidad, lo que nos interesa.

Y hacia afuera del contexto de la Central de Abastos también todo muy bien porque el trabajo nos ha dado una cierta proyección. Comienza a haber actores, personajes y gente que ha sido muy entrañable dentro de nuestra formación de vida. Todos los que hemos participado en Teatro el Balcón nos preguntamos cómo es que un espacio que no estaba designado para generar una reconfiguración de lo sensible nos dote de tanta creatividad que incluso impulse a otras personas a acompañarnos. Y no me refiero sólo a las personas de las artes escénicas, sino también a las de las artes visuales, antropólogos, poetas. Hemos tratado de perturbar la coreografía del mercado, pero sin ser panfletarios o agresivos, por el contrario, tramos de hacerlo por medio de una propuesta frontal.

GY: ¿Lograron tener un espacio dentro del mercado para desarrollar su trabajo?

Saúl L.V: No, no tenemos un espacio fijo, siempre vamos abarcando diferentes lugares; solamente tenemos un pequeño local donde guardamos nuestro “Diablo de los libros”, que es una biblioteca transeúnte que tenemos. Podríamos decir que este Diablito (montacargas) es nuestro proyecto más constante, sale a recorrer el mercado ofreciendo libros para su lectura tres veces a la semana.

No tenemos un espacio en el cual trabajar de manera fija, en ocasiones estamos en el tianguis (mercado ambulante) en el exterior del espacio de la Central, otras veces transitamos por zonas del mercado; unas veces en la zona seca, otras en la zona húmeda, a veces en la zona de comedores, en las bodegas, etc. Es una arquitectura móvil, la cual puede trazarse a partir del recorrido con el diablo de libros, en otras ocasiones vamos a la escuela, al parque que está en la colonia o incluso, podemos intervenir dentro de la iglesia o en la capilla del mercado. En el interior del mercado no nos establecemos en un espacio arquitectónico fijo porque el mercado es muy grande, por lo que buscamos estar en varios espacios para abarcar un mayor espectro. Lo que nosotros queremos es estar detonando el dispositivo en diferentes áreas porque cada una de ellas nos propone y activa algo distinto. Por ejemplo: Zona Modular Poniente: Ahí hay mucha piratería, muchas pantallas de TV, entonces tenemos que relacionarnos con esos objetos. Cada una de las zonas nos invita a generar un proyecto y lectura específicos.

GY: ¿En relación con el entorno inmediato cómo se elige la intervención?

Saúl L.V: Hemos trabajado mucho más con la escuela y el parque que se encuentra enfrente de la Central porque es uno de los únicos espacios libres. Además de nuestro interés por poner en cuestionamiento todas las pedagogías y todo lo rígido que puede tener la educación pública. En Oaxaca hay una gran actividad política de los maestros, pero creo que carece un poco de la actividad pedagógica, se han quedado meramente en la política gremial [3] . A partir del hecho de ser cada vez más visibles en el entorno de la ciudad se han modificado cosas, por ejemplo, la escuela ha cambiado muchísimo sus formas de generar conocimiento, de acercar a los niños a la experiencia y de tener más relación con los índices sensibles.

Un ejemplo de nosotros apuntando en esa dirección fue el álbum de estampas. En la escuela “Vicente González Díaz” en la sección 22 empezaron a tomarlo como un proyecto de “peteo”, entonces se politizan, pero ya a partir de pedagogías y no de peticiones que están cifradas en una nube.

Nos siguen interesando los planes de formación, de lectura en algunos otros proyectos. Ahora estamos un poco más relajados en la Central después de haber realizado nuestra feria del libro anual en la que instalamos una rueda de la fortuna, para que los niños aprendan de manera lúdica, como un símbolo de lo que es la vida azarosa del mercado: un momento estás arriba y de repente ya no tienes dinero y estás abajo, si vendes o no vendes, del día a día del comercio, el sobrevivir. Así es la vida de la Central y de los pueblos, de la gente que anda a pie, pero siempre tratando de generar buenas relaciones con los compañeros.

GY: A nivel de gestión de recursos ¿cómo trabaja la compañía?

Saúl L.V: Subsistimos de muchas maneras. Pedimos becas, esa es una de las formas en las que “salimos más librados” (sobrevivimos); siempre, pedimos… y pedimos a quien pueda apoyarnos. Nos han ayudado instituciones como La Fundación Alfredo Harp, la editorial Proveedora Escolar, el Centro de las Artes San Agustín, el artista y gestor Francisco Toledo. También está el gobierno del Estado, la estancia municipal y la instancia federal, con los tres hemos trabajado en proyectos muy específicos. Dentro de la Central de Abastos también hemos colaborado con la gente de las bodegas. El intercambio con todas estas personas e instituciones es monetario; sin embargo, requerimos muy poco. Realmente hemos invertido muy poco dinero en cada una de nuestras acciones, lo más complicado es la instalación y el tiempo; es decir, cómo se instala o cómo se generan los vínculos. A estas alturas mucha gente confía en el proyecto, el gobierno del estado piensa que es una especie de asistencia social, aunque en realidad no sea el caso. En ese sentido, nos funciona como base tener claras algunas reglas de producción como lo son el contar con un equipo de iluminación, tener un local, generar carteles u otros medios de divulgación del mismo dispositivo. Lo más importante del proyecto radica en el tiempo de gestión con los locatarios porque la efectividad de cada una de las acciones se fundamenta en la participación, y para lograrla, se requiere de mucha vinculación y capacidad de involucrarse.

GY: Entonces el tiempo de convivencia es la clave para su trabajo.

Saúl L.V: Esencialmente la subsistencia de este dispositivo ha sido por el tiempo invertido para hablar, dialogar y escuchar las necesidades del mercado, por el tiempo invertido por parte de la compañía como por parte de los locatarios del mercado ya que de una u otra manera, ellos generan dinero por la cantidad de horas que están dentro de su espacio de comercio, y cuando nosotros hacemos uso de ese mismo espacio de trabajo para el disfrute, la reflexión o el entretenimiento ellos pierden dinero. No olvidemos que un mercado es un lugar de intercambio comercial; sin embargo, generalmente como ellos son sus propios empleadores pueden hacerlo. Cabe mencionar que ninguna de las actividades que establecemos dentro del mercado tiene coste, todas son gratuitas. Si yo pudiera hacer un recuento de todo el dinero que hemos gestionado, es relativamente poco a diferencia de lo que se ha logrado gracias a la participación de la comunidad porque realmente son ellos los que nos hacen visibles.

GY: Me llama la atención que ustedes han trabajado en un espacio donde el intercambio de productos y servicios es comercial y me pregunto si ustedes se han permeado o no de entender que también lo que ustedes hacen tiene un coste. Es decir; el que vende manzanas recibe dinero por su producto y por el tiempo que invierte en estar ofertándolo, en ese sentido ¿alguna vez han pensado por qué no se relacionan de la misma forma?

Saúl L.V: Mira, hay cosas que son muy efímeras, y en general todo lo que hemos activado y establecido dentro de la Central de Abastos tiende a desaparecer, son acciones de duración muy específica, muy similar a lo que ocurre todo el tiempo en el mercado con el intercambio comercial, la única diferencia es que los productos del mercado dejan la huella del dinero. Lo que nosotros hemos generado son productos que puedan ser autosustentables para nosotros mismos; uno de ellos fue el Álbum de estampas de la Central hecho por los niños. Ese álbum fue financiado por la secretaría de cultura de Oaxaca y, además, recibió el apoyo de muchas becas, pero finalmente salió un producto que se vende, muy barato, pero que tiene un precio comercial específico. El álbum es un producto concreto, por lo que sí se puede vender, no así la cultura. El hecho de que los niños vayan a leer libros o que acudan a presenciar un pequeño performance no implica que tenga un coste. Existe una lógica comercial dentro de la Central de Abastos en la que ellos reconocen que si en efecto hay un producto concreto, ése sí se puede vender; sin embargo, la acción, lo performativo se entiende como un mero intercambio “visual”.

G: Pero, por poner un ejemplo, en la fuerza de trabajo que hace un “diablero” [4]  por llevar un producto, no se está vendiendo una mercancía, se está vendiendo un servicio que implica tiempo y esfuerzo. Tú dices que no hay productos específicos, pero sí hay una acción física, hay un cuerpo, energía que se desgasta…

Saúl L.V: Pero hay un producto que se traslada, dentro del diablito (montacargas) se llevan productos. La cultura de la Central de Abastos es material, donde el objeto es lo que vale para ellos, no así el servicio. Esta es la causa por la que ellos pueden pasar mucho tiempo en sus locales comerciales, no se pagan a ellos el tiempo que invierten allí realizando la labor de venta, más bien la ganancia se genera por el producto que ellos venden; no está valorado el tiempo, solamente está valorado el producto.

GY: En esa lógica que menos importa es la persona y el tiempo que invierte en permanecer ahí.

Saúl L.V: El tiempo de la persona y el mundo de la vida es lo que no importa

Notas

  1. Central de abastos es el espacio en el espacio de comercio de mercancías diversas que abastecen a la Ciudad de Oaxaca, un mercado en el que se sitúan locales comerciales de fruta, ultramarinos, mercería, papelería, carnes, legumbres, etc.
  2. El Álbum de estampitas de la Central de abastos es un álbum de imágenes coleccionables en las que aparecen algunos de los oficios del mercado.
  3. Oaxaca ha sido desde 2006 una región de conflicto entre el sindicato de maestros y las políticas establecidas por el gobierno federal. En 2016 tiempo en que se realizó esta entrevista se llevan acabo enfrentamientos violentos entre la sección XXI del sindicato del CENTE y el gobierno, en el que algunos maestros de la región han sido asesinados por fuerzas policiacas.
  4. Operario encargado de la diabla (máquina para cardar)