Con Santiago Maravilla y Vicens Mayans

Creación audiovisual Roger LaPuente

Reproducción pop de Las Meninas Santiago Maravilla

Diseño de iluminación Ana Rovira

Música 9ª sinfonía de Ludwing van Beethoven y DePheria (post-punk)

Texto, espacio escénico y dirección Marta Galán

Coproducción Marta Galán / Santiago Maravilla / M.O.M –

El Vivero y Escena Abierta (Burgos), con la colaboración de Ca l´Estruch (Sabadell) y Escena Contemporánea (Madrid)

Machos se estrenó en enero de 2005 en el festival Escena Abierta (Burgos).

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En Machos utilizo premeditadamente determinados estereotipos masculinos.  El tópico del «macho» me sirve como mecanismo dramático para dejar constancia de una actualidad de excesos, cinismo, arrogancia, violencia y dominación. Un «mundo macho» claustrofóbico y desmedido. Me interesaba destilar ciertos comportamientos, aislarlos, y obtener un catálogo de actitudes y comportamientos cretinos que, de alguna manera, nos implicara a la mayoría. La ambición, la violencia y la dominación no tienen género, pero siempre han sido identificadas como estereotipos masculinos. Utilizo textos que recurren deliberadamente a la descripción objetiva, a la enumeración, a la acumulación de datos. La 9ª sinfonía de Ludwing van Beethoven es el único registro musical que acompaña las acciones excesivas y el cinismo del montaje. Una reproducción pop de Las Meninas está siempre a la vista durante la representación. El espectáculo se cierra con un concierto de punk. Me interesaba la idea de convertir una propuesta escénica en un concierto de rock. Cambiar bruscamente el código.

 1 – Retrato de un artista

(Tergiversación a partir de motivos y fragmentos de Velázquez, pájaro solitario, de Ramon Gaya.) Velázquez pinta Las Meninas en 1626, el mismo año en que Quevedo escribe Política de Dios y pocos años antes de que a Andy Warhol le disparara a Valerie Solanas. Este cuadro ha sido considerado por la crítica como la obra que culmina la etapa Pop Art de Velázquez, también influenciada por las tendencias Neofigurativas y la Bad painting o el Arte del desecho. Al mismo tiempo, se la considera la obra que da paso a la última etapa del pintor, la etapa calificada por los críticos como «etapa Gore-Plus»; aunque, otros críticos, por ejemplo los alemanes, prefieren llamarla «Gore-gore». Es la etapa que se relaciona con la sordera del pintor y explica sus últimas composiciones, cargadas de rabia y de brutalidad. Es la etapa archiconocida de los Cristos sangrantes, las vírgenes degolladas y los aguafuertes pornográficos.  Cuando nos enfrentamos con Velázquez, lo que más nos desconcierta, sin duda, es verle desaparecer; y no ya detrás de su obra, sino con su obra. Le vemos partir, le vemos marchar, armoniosamente, musicalmente, hacia el enigma mismo del que viniera. Y lo más escandaloso es que se va sin dejarnos apenas nada, nada corpóreo, nada material, nada útil, nada tangible. Alguien dirá que nos ha dejado Las Meninas, pero todos hemos sentido alguna vez que, en Las Meninas, el cuadro no existe; o mejor dicho, que no está en ninguna parte, que se ha diluido, se ha evaporado, se ha disuelto, se ha consumido hacia adentro hasta desaparecer. La realidad en los lienzos de Velázquez aparece siempre yéndose, yéndose por el fondo, por esa puerta del fondo que, a veces, como sucede en Las Meninas, es una puerta visible, y, otras veces, no lo es, aunque siempre es una puerta practicable. Velázquez parece venir no para intentar conquistar la realidad, ni para expresarla, ni para reflejarla, pues ni siquiera es la realidad lo que le interesa, sino la vida. Velázquez no es un pintor realista. Un adulador de la realidad sería, por ejemplo, Ribera, y un exaltador, Goya. Goya bucea, se embadurna, revuelve en la realidad, la destaca, la contrasta, parece esperar mucho, quizá todo, de la realidad. En cambio, Velázquez apenas espera nada de ella. Sabe que la realidad está ahí dándole figura a la vida y la contempla lleno de amor pero no enamorado, sino lleno de un piadoso amor personal. Toda la realidad, sin distingos, la más hermosa, la más horrible, será bien acogida en el terreno de su pintura. La deforme figura de Maribárbola, en el ángulo inferior del cuadro, ha sido acogida por Velázquez en su gran lienzo de Las Meninas, no para contrastar; no es una caricatura,  ni un elemento pintoresco ni monstruoso, sino casi una flor. Una flor un tanto desproporcionada, fuera de escala, contrahecha, pero viva, con la tierna legitimidad de la vida, que recibe muy confiadamente en el rostro una luz igualatoria. Una luz que no es estética, sino ética. Una luz que luce para todos. Una luz que convierte a Maribárbola en una flor en el gran paisaje de Las Meninas . Las últimas palabras del pintor, registradas por su esposa en el lecho de muerte, y que generan gran confusión entre la crítica fueron: «fuck reality, keep it away from me. Now, I want to be dead, far away from this fucking reality». Que traducido quiere decir: «A tomar por culo la realidad, ahora quiero estar muerto, alejado de esta puta (o jodida) realidad». Y lo de «puta» o «jodida», pues depende de los traductores.

2 – Jericó 941

Si alguna vez os tenéis que comprar una pistola, tendréis que hacer como yo. Os tendréis que informar en Internet o preguntar en alguna armería. Hay cuatro filosofías a la hora de fabricar armas portátiles, o sea: pistolas. Por un lado, están las armas americanas. Las pistolas americanas son armas de usar y tirar. Están hechas con materiales baratos y son relativamente precisas. No son nada del otro mundo, pero para pegar cuatro tiros no están mal.  Luego están las rusas. Las rusas son todavía más simples y más baratas. La diferencia es que son armas robustas. Son armas que están hechas para que disparen en cualquier condición. Están diseñadas para que, cuando dispares, la bala salga y punto. Luego están las alemanas. Las alemanas son auténticas obras de ingeniería. Son altamente precisas, pero siempre si se utilizan en condiciones ideales. Son armas, en general, muy caras. Y, por último, están las israelíes. Como ésta, que es la que me he comprado yo. La Jericó 941. Es probablemente la mejor pistola del mercado según las estadísticas. Es la pistola que utiliza el ejército israelí y es evidente que es un arma que está contrastada, un arma que cada día pasa un test.  Está basada en un arma checa, la Brno, pero está adaptada a las necesidades de los israelíes. Por ejemplo, la corredera es trapezoidal y más grande. Las guías son deslizantes y están mecanizadas a lo largo de toda su extensión. Esto es así por cuestiones de tolerancia a la obstrucción de partículas de polvo y arena, muy frecuentes en el desierto. Las miras son de 3,3 milímetros y el encare es de tipo combate. Esto permite una muy fácil realineación con el blanco. Por ejemplo: te tengo a ti, disparo, y ya te tengo a ti. Disparo. Y ya te tengo. Disparo. Y te tengo a ti. Es un arma muy rápida y altamente precisa. Puedo vaciar el cargador de 16 balas en 10 segundos. Apunto a 25 metros del blanco, que es la distancia a la que viene regulada de fábrica y pampampampampam. Me voy a mirar las marcas que han dejado las balas en el blanco y no distan entre sí más de diez centímetros.  Además, no es muy pesada, aunque está fabricada en acero; el acero le permite una durabilidad de la hostia. Está diseñada para tener una durabilidad de 250.000 disparos. Una barbaridad. Eso es un cuarto de millón de tiros. Digamos que te la compras, empiezas a pegar tiros, pasa una vida, pasan dos, pasan tres, pasan cuatro, y no te la acabas.

3 – Una buena acción

Lleva todo el día sonando el teléfono a todas horas. Descuelgas y suena un pitido que es como un fax pero que no es un fax. A las cuatro de la mañana suena. Me levanto. Descuelgo. Suena el pitido, cuelgo y llamo a telefónica para informar del problema. La teleoperadora me dice que no pueden hacer nada que son los de las otras operadoras que llaman para molestarme. Para que me dé de baja de la compañía. Intento explicarle a la teleoperadora que lo que me está diciendo no tiene ningún sentido pero su respuesta siempre es la misma. Repite insistentemente el mismo argumento y a mí se me empieza a agotar la paciencia. Así que le pido su nombre y su número de identificación y le digo que como siga con esa actitud voy a hacer presión para que su empresa le abra un expediente y que conste en su ficha laboral  que es pésima en la atención al cliente que no tiene ni idea de lo que es «tener iniciativa» y, lo más importante que de una forma premeditada está boicoteando a su empresa. Y, con todo esto, le digo la van a poner de patitas en la calle y no va a encontrar un trabajo nunca más en su vida. Así que, o me soluciona ahora mismo el problema de los pitidos o me cargo su estabilidad su sueldo sus vacaciones de Navidad la guardería de sus hijos y toda esa mierda. Entonces sucede algo que no tenía previsto. La chica va y se me pone a llorar. ¡En una situación así, la chica va y se me pone a llorar! Primero le digo que con tanto lloriqueo no va a solucionar nada. Que lo que tiene que hacer es echarle un par de huevos y defender a su empresa. ¡Implicarse, joder! Pero es evidente que la chica no entiende nada porque cada vez llora más. Con hipos con mocos. Así que lo siguiente que hago es tratar de consolarla. Le digo que, lo que hago, lo hago por su bien. Que si quiere quedamos nos tomamos algo y yo le cuento un poco cómo va todo.  Le dejo mi número de teléfono para lo que necesite me despido y cuelgo. Y aunque sigo cabreado y sé que los pitidos van a seguir ahí al mismo tiempo me siento orgulloso. Porque sé que hoy he hecho algo que alguien tenía que hacer. Lo llaman «una buena acción» pero para mí no es otra cosa que «transmisión de experiencia y conocimientos». En catalán se dice: «donar un cop de mà» que traducido literalmente al castellano sería «dar un golpe de mano». O sea: «echar una mano». Echar una mano a alguien, se entiende, no al cuello de alguien.  No echas una mano al cuello de alguien. Echas una mano a alguien  para enseñarle el camino correcto. Para ponerlo en vereda. Esa también es una expresión muy bonita: «poner a alguien en vereda».

4 – Un padrazo

Vivo en el centro. En un dúplex. En la planta baja está la cocina, el comedor, la sala de estar y una terraza de dieciocho metros cuadrados donde tenemos una piscina Toy que en invierno está vacía. En el piso de arriba están los cuatro dormitorios, dos cuartos de baño, una habitación  que usamos como estudio y, al final del pasillo, una escalera de caracol que da a una especie de altillo con un armario ropero. En mi familia somos cuatro: yo mi mujer Isabelita, que va a cumplir siete años en mayo y Jorgito que tiene tres. Siempre empiezo por mi mujer pero lo justo. Lo que se dice «un repasillo». ¿Que tengo ganas de seguir dando? pues sigo con los niños. Pero con criterio. Por ejemplo: a Jorgito le pego poco. Porque darle a un niño de tres años es como pegar a un conejo o a una vaca. Se queja berrea pero no entiende el significado de la paliza. En cambio Isabelita lo entiende a la primera. A la primera hostia, quiero decir. Es una niña lista para su edad. Mucho más lista que su madre. Hoy, como estoy de buen humor, he decidido que me los voy a llevar a IKEA. Vamos a comprar cortinas para toda la casa porque las que tenemos están que dan asco. Pongo a Isabelita atada al carro, que le encanta a Jorgito lo meto dentro porque no me fío y a mi mujer le digo que se enganche y que tire del carro. Empiezo a meter cortinas para toda la casa.  Están flipando y están contentos. Cuando pasamos por la sección de los peluches la niña se pone como loca. Yo le suelto un par de hostias y le digo que hemos venido a comprar cortinas no mariconadas. Y como veo que no me han montado ningún numerito grave en el IKEA me llevo a toda la familia a los multicines. ¡A ver una buena película! Con todo lo que conlleva: sus palomitas, su coca-cola… ¿Que Isabelita quiere la coca-cola grande? ¡pues la más grande! Y la película la decido yo. Meto a toda la familia a ver la última de Lars Von Trier. Para que aprendan lo que es buen cine, joder. Para que tengan una visión ética y moral de la vida. Y cuando acaba la película volvemos a casa. Pongo a dormir a los niños acuesto a mi mujer y yo me quedo un rato despierto escuchando a Beethoven flipando con Beethoven sabiendo que hoy para mi familia ha sido un día de puta madre. Un día de esos que no se olvidan.  

5 – Tristísima bacanal

Llevo toda la vida escuchando que la mejor cocina es la francesa. La semana pasada estuve en Francia, en París, por negocios, y, la verdad, tampoco es para tanto. Se come bien en cuatro sitios y encima son caros. No como en España, que se come bien en todas partes. Por ejemplo, el lunes por la mañana: me levanto y, antes de ir a trabajar, desayuno en el bar de abajo. Me pido un bocadillo de jamón y el camarero me saca un pedazo bocadillo así. Con jamón de Aragón, el pan súper crujiente, calentito, con tomate. ¡Espectacular! Para beber me pido un zumo de naranja y el camarero me exprime cuatro naranjotas de Valencia así de grandes. Al mediodía, como cada lunes, voy a tomar el aperitivo con la gente del curro. Me tomo unos calamares, un pincho de tortilla, unos berberechos, un par de croquetas de pollo y dos medianas. Los calamares, ¡increíbles! ¡Súper caseros! El rebozado, en su punto: crujiente y doradito. Después quedo con un cliente para comer. Me lo llevo a un restaurante gallego. Un gallego de los buenos. De primero me pido unas lentejas. Me sirven unas lentejitas con su choricito, su morcilla, su costillita, calentitas. ¡Un pedazo bol de lentejas así! De segundo me pido un bistec. La carne gallega se sale por los bordes del plato. Patatas fritas, pimientos fritos, tomate al horno, champiñones salteados. ¡Espectacular! De postre: una ración de queso de tetilla con membrillo. Pido un café con hielo y un orujo de hierbas y me quedo como un señor. Por la noche, quedo con mi novia. Le digo: ponte guapa, cariño, que te voy a llevar a cenar unas tapas. Me la llevo a un restaurante de tapas, pero no a cualquier restaurante de tapas. Llevo a mi novia al mejor restaurante de tapas de Barcelona. Nos ponemos morados: ensaladilla, chocos, calamares en su tinta, berberechos, mejillones a la marinera, bocas, cazón adobado, cecina de León, langostinos… Una botella de Sangre de Toro a medias, un par de carajillos y, así pim pam, nos liamos con los cubatas. Dejo a mi novia en su apartamento y, cuando llego a casa, como cada noche, me caliento un vasito de leche y me lo tomo antes de acostarme. El martes por la mañana desayuno zumo de naranja, café con leche y un bocadillo de bacon. A media mañana, aperitivo: anchoas, pinchitos de chistorra, patatas con alioli y tres copas de albariño. Al mediodía decido probar un restaurante nuevo que dicen que está de puta madre. Es un restaurante de verdad, restaurante restaurante, lo que pasa es que al mediodía hacen menú. De primero me tomo una sopa castellana. ¡Una sopa castellana, joder, que ni hecha en Burgos! Con su choricito, su pan, su ajo… ¡Espectacular! De segundo me llama la atención un plato de la carta: lomos de liebre al oporto. Los lomos de liebre, como el conejo, igual, pero la salsita de oporto, ¡la hostia! dulce, pero a la vez picante. Y de postre: pastel de peras casero con chocolate caliente por encima. Por la noche, ceno en casa. Me caliento unos pies de cerdo del Carrefour que, por cierto, si aún no los habéis probado, no os los perdáis. Están que te cagas y, además, son facilísimos de preparar: cinco minutos en el microondas y andando. Una ensalada tricolor de bolsa con salsa tártara, para acompañar los pies de cerdo, un yogur de frutas del bosque, un par de whiskys para relajarme y un vasito de leche caliente antes de acostarme.  El miércoles por la mañana no tenía pensado desayunar porque había quedado con un cliente importante y quería llevarle a comer cabrito, pero a media mañana me entra un poco de hambre y me tomo un café con leche y un par de churros de crema. Al mediodía, comida con el cliente. Para empezar, en plan entrante, pido unas ostras. Una docena de ostras para cada uno. De primero: unos canelones de bacalao con setas del bosque cubiertos de una mus de escalibada. Buenísimos. Luego le pregunto al camarero: a ver, ¿explíqueme cómo va esto del cabrito?  El camarero me dice: el cabrito, señor, es ideal para dos personas.  Pues tráigame el cabrito entero, le digo, y un par de botellas de Protos, que a este cliente hoy me lo camelo. Después pido un par de whiskys  de Malta y, para acabar bien la tarde, me llevo al cliente a un show girls  de la zona alta. Nos pedimos tres rondas de Bloody Mary y cerramos el trato. Cuando llego a casa, por la noche, tengo el estómago un poco revuelto, así que ceno cualquier cosa, ligerito: un poco de ensaladilla rusa, unos libritos congelados de lomo con queso, un whiskito  para relajarme y un vaso de leche antes de acostarme. El jueves por la mañana… Zumo de naranja, café con leche y bollo. Calamares, berberechos, patatas bravas y una caña. Sopa de berros con picatostes, merluza a la vasca y pastel de fresas. Caracoles a la brasa, cochinillo asado, tres gintonics  y un vaso de leche antes de acostarme. Café americano con tostadas. Patatas con alioli, gambas en gabardina boquerones fritos y tres vermuts. Garbanzos estofados, albóndigas con sepia  y helado de trufa. Lasaña, fondue  de quesos, dos vozkas  con tónica y un vaso de leche antes de acostarme. Bocadillo de tortilla y café con leche. Dos copas de ribeiro, aceitunas aliñadas, calamares en salsa americana y patatas con mojo. Pulpo a la gallega con cachelos, pato a la naranja, sorbete de mango y café solo. Carpaccio de ternera con virutas de parmesano, codornices a la brasa, tocinillos de cielo, dos orujos y un vaso de leche antes de acostarme. El domingo, no desayuno. Paella mixta, gambas a la plancha, ensalada mixta y café irlandés. Por la tarde: un browni  de chocolate y un cortado. Por la noche: una pizza  congelada, una lata de mejillones, un flan de vainilla y un vaso de leche antes de acostarme. (Este monólogo va seguido de una proyección en la que, durante 8 minutos y de manera sistemática, vemos cómo se vacían en la basura platos con restos de comida: restos de paella, platos de calamares, trozos enteros de carne, platos de lentejas, tartas de postre, ensalada, patatas fritas, etc. Este video se gravó en las cocinas de varios restaurantes de Barcelona.)

6 – Ícaro

Estoy muy contento de estar haciendo esta obrita con Santi, pero el año que viene entro en Gran Hermano y,  después de pelearme con todo dios y de tirarme a una valenciana en el yacuzzi , gano el concurso. Cuando salgo del concurso, coincido con Amenábar en un programa de máxima audiencia y me contrata para su nueva película. Ganamos el Goya al mejor actor. Entramos en la selección de los Oscar y, después de una noche interminable de rayas con Tom, Penélope y Antonio, ganamos el Oscar al mejor actor, a la mejor película y a la mejor banda sonora. En el 2007 me voy a vivir a Nueva York con Penélope. Nos casamos por un rito Hawaiano, como Elvis, y a los tres meses somos la pareja del año. Nos llueven los contratos millonarios en publicidad: anuncios de coches, de perfumes, de joyas. Las cosas nos van tan bien que, en diciembre de ese mismo año, decidimos abrir nuestra propia cadena de ropa made in Rumania y Túnez. En el 2009 vendemos la exclusiva de nuestra separación por un pastón y, con ese dinero, me dedico a viajar y a tirarme niños y niñas de todo el mundo. Abro un Disneyworld en Bombay y otro en Perú. En el 2013 grabo un disco rollo étnico y, aunque no tengo ni puta idea de cantar ni de tocar nada, se venden millones de copias. Con la pasta que saco, hago unos cuantos pozos en Sudán y me compro un palacete victoriano en la campiña francesa y varias casas de lujo: una en Hawai, otra en el Tibet y otra en Zahara de los Atunes. El resto lo invierto en nuevos talentos latinos y africanos y en la campaña electoral del presidente de los Estados Unidos. En el 2014 me caso con Paris Hilton y heredo toda la fortuna de la familia porque, casualmente, todos los he-  rederos sufren un accidente de avión dos días después de la boda y no se salva ni dios. Fundo una empresa de investigación y nuevos recursos y un canal porno (en abierto) donde salen famosos haciendo realidad sus deseos más bajos y secretos. Me retiro a Hawai con una vietnamita de 14 años y, en el 2023, mi empresa de nuevos recursos descubre que hay petróleo en Venus y ya es el pelotazo final. Tengo tanto dinero que no sé qué mierda hacer con él, así que decido acabar con el hambre en el mundo y me muero en el 2125 con 151 años, 60 hijos, 300 ex-mujeres y una estatua en cada plaza de cada ciudad del mundo entero.

7 – Epílogo  (En la oscuridad)

Hola. Buenas noches. Gracias por haber venido. Me llamo Vicens Mayans. Nací el 25 de febrero de 1974. Soy Piscis, ascendente Escorpio. Mi padre se llama Vicente y mi madre Vicenta. Me crié entre Mallorca y Formentera. Vivo en Barcelona en un piso alquilado y compartido. Soy homosexual y hace un año y tres meses que tengo pareja estable. Estamos muy contentos y hay mucho amor en el aire. Por eso nos estamos planteando tener un hijo. Hola. Me llamo Santiago Anguera Arbolí. Mi nombre artístico es Santiago Maravilla. Nací en Ribarroja, un pueblo de la provincia de Tarragona, el 15 de agosto de 1969. Mi padre se llama Josep y mi madre Josefina (y no es broma). A mí, me van las tías. Vivo con mi novia, en Barcelona, en un piso de alquiler y no quiero tener hijos. De todos modos, aunque un día decidiera tenerlos, siempre tendría la sensación de que me estoy perdiendo algo: nunca voy a saber qué se siente al ser madre.