Damián Muñoz comenzó a bailar en el estudio de danza Traspasos, en Vitoria, a los quince años, como actividad paralela a sus estudios de publicidad. Poco a poco el hobbie se convirtió en trabajo y el trabajo en hobbie y sus intervenciones en espectáculos de danza fueron reconocidas desde muy temprano debido por un lado a su estimada presencia como intérprete en varias coreografías, y por otro a la frescura de sus propuestas, lo cual dio lugar a que el bailarín fuera premiado en el Certamen Coreográfico de Madrid en 1995 por «Cuando me des un respiro». El momento era propicio puesto que había una necesidad de innovación y de encontrar nuevos nombres en la creación coreográfica vasca. Con el premio del certamen viajó a Nueva York. Esta estancia, unida a su bagaje como diseñador y a su amplio imaginario asentó las bases de su trabajo posterior, fuertemente ligado al universo de las imágenes y a la creación de metáforas visuales que sigue siendo su recurso más valorado.

En 1996 Damián formó su propia compañía con el nombre de Damián Muñoz Danza DMD. Antes de dar este paso Damián ya había estrenado dos piezas en el Teatro Olimpia de Madrid, por encargo del Centro Dramático Nacional: estos dos trabajos, «Humedades» y «¿Por qué lloran las cebollas?» marcaron su trayectoria como coreógrafo. La primera presentación oficial de la compañía se hizo con «Nadie habló: ni él, ni la visita, ni el crisantemo blanco» mostrada ese mismo año en la sala La Fundición de Bilbao dentro del programa Propuestas Coreográficas desde Euskadi. Hoy en día el trabajo de DMD ha superado todas sus expectativas y es apreciado sobre todo en la zona del Mediterráneo y en Barcelona donde actualmente reside el director. En los años posteriores Damián coreografió e interpretó «Daño» junto a Isidro Zapatero, Blanca Arrieta y Virginia García. La pieza fue estrenada en el Sozial Antzokia de Basauri, Bizkaia, en 1998 y contó con el que se convertiría en el encargado hasta hoy del diseño de iluminación en sus piezas, Javi Ulla, y con Borja Ramos, artista polifacético cuya especialidad es la electroacústica y el diseño gráfico, y cuya cultura y gusto cinematográfico pudieron ser influyentes en algunas piezas posteriores de DMD. Y es que la fascinación de Damián Muñoz por el cine es evidente. Durante 1998 y 1999 DMD se encargó de la coreografía y la puesta en escena de la ceremonia de inauguración del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Además, algunas de sus piezas están directamente relacionadas con películas, como es el caso de «Las mentiras del entusiasmo» basada en El cielo sobre Berlín de Wim Wenders. Tanto «Daño» como «Las mentiras del entusiasmo», sumadas a piezas más cortas como «Sonata nº1 en sol menor» anunciaban la línea de trabajo en la que se ha mantenido Damián a lo largo de estos últimos años. Gracias a su estética sensual y su temática dramática, gustó al público y a los programadores en Euskadi, y recibió durante años consecutivos subvenciones del Gobierno Vasco destinadas a la producción de trabajos coreográficos que se mostraron en la Plataforma de Coreógrafos Vascos.

«Asiré» estrenada en Dansa Valencia en mayo del 2000, fue la pieza más arriesgada concebida por Damián en colaboración con Borja Ramos, habitual compositor de la música para las coreografías de la compañía. El punto de partida de Asiré fue inspirado por la película «Sacrificio» de Andrei Tarkovski, y aunque el trabajo en ningún momento quiso ser una revisión del film, sí que mantuvo algunos aspectos en común con él, como el hecho de poner a un grupo de personas en una situación en la que el tiempo se acaba y no pueden hacer más que esperar. Al fondo del escenario, un gran reloj digital muestra cómo pasan los segundos de una hora que se acaba. Vemos la duración de la pieza desde el minuto 59 hasta al minuto 0. Durante éste tiempo anunciado, los personajes sólo esperan a morir mientras al público no le queda más que esperar. De aspecto seco y austero, este trabajo de Damián marcó una excepción en su trayectoria. Sin embargo, el coreógrafo prefirió continuar en una línea más lírica y sensual con trabajos posteriores como «Ansia» del 2001, que fue seleccionada para participar en los Encuentros Coreográficos Internacionales de Seine Sant Denis en Paris o «79 pasos» del mismo año, que ganó el primer premio en el VII Certamen Internacional de Danza Contemporánea de Canarias. No tuvo que pasar mucho tiempo para que el trabajo de la compañía fuera reconocido en festivales internacionales. Desde sus comienzos y hasta la actualidad Damián Muñoz ha sido invitado como profesor en numerosos centros relacionados con la danza y el teatro; el Movement Research de Nueva York, el Festival New Moves de Glasgow, el Instituto del Teatro de Barcelona, el Centro Coreográfico de León, The Theater School de Ámsterdam y el Centre for the Developing of New Language in Dance en Otawa, Canadá. Su estancia en Ámsterdam y en Canadá dio lugar a dos trabajos que el coreógrafo considera importantes y que no se han podido ver en el Estado Español: el primero en Ámsterdam donde creó la pieza «33» en Abril del 2003 con treinta y tres alumnos de la Escuela de Teatro y el segundo en Canadá, dentro de la compañía Le Groupe Dance Lab de Peter Boneham donde creó «Shipwreck» en el año 2000 y «Le Mepris» en Noviembre del 2003. Su interés por el cine le ha llevado a producir varios trabajos en formato audiovisual, como el cortometraje «Ansia» que viene a ser una visión videográfica de la pieza escénica y «Enter» un vídeo-danza en colaboración con Leire Llano que ha estado programado en varios festivales internacionales.

Damián Muñoz ha sabido mantener una trayectoria definida desde sus primeros pasos tanto como bailarín como coreógrafo. Si bien en sus primeras piezas su nivel de preparación física distaba mucho del resto de sus compañeros, actualmente sabe rodearse de gente tan preparada como él y compartir procesos que le llevan a dejarse empapar por el universo del otro, produciendo piezas que dialogan entre sus propios intereses y las propuestas plásticas que mejor visten estos intereses. El motor de trabajo de Damián Muñoz son las emociones y las controversias. Tiene una gran capacidad plástica y un gusto por la imagen sugerente que le lleva a utilizar diversos artificios visuales, sobre todo relacionados con la utilización de la luz, como son el claroscuro y los enfoques cenitales que añaden dramatismo a las escenas. También se atreve a jugar con la disposición del sonido, utilizando texturas diversas que van desde sonidos electrónicos hasta el sonido viejo y melancólico de una grabadora que los intérpretes manipulan. Su recurso más valorado es la creación de metáforas visuales de fuerte carga poética, como la de una mujer que saca de su vagina una camisa blanca de hombre mientras dice: «todavía tengo cosas tuyas» («Las mentiras del entusiasmo» 2001). Damián produce imágenes tan bellas y sugerentes que, una vez puestas sobre el escenario, quedan grabadas en la retina como si de fotogramas de una película se tratara, sólo que en este caso, la pieza ha transcurrido ante nosotros y seguimos recordando la fotografía del cartel antes que la propia película. La música que elige a menudo parece una banda sonora que combina ruidos reconocibles de cristales rompiéndose, por ejemplo, con electrónica que paulatinamente se convierte en música hasta establecer un ritmo in crescendo en la escena más tensa de la danza. Las imágenes, imaginadas como fotografías de la película, hablan de gravedad, de información oculta, de tensión, de imposibilidades, de pensamientos contenidos… a los que no podemos acceder porque cada imagen llega por sorpresa y se marcha tan pronto como ha venido. Quizás éste sea un aspecto inevitable de la danza, el de producir imágenes que se desvanecen y dejarnos con la palabra en la boca.

Isabel de Naverán
Universidad del País Vasco

 

Otras Obras

» Le Mepris – 2003
» La costumbre – 2003
» Enter – 2003
» 33 – 2003
» Tres tristes stripteases – 2002
» Ansia – 2002
» Astronauta, piano y cajón – 2002
» Sonata nº1 en sol menor – 2001
» Las mentiras del entusiasmo – 2001
» Asiré – 2000
» Daño – 1998
» Humedades – 1996
» ¿Por qué lloran las cebollas? – 1996