“He penetrado en los laberintos de las grutas para que los dioses antiguos escriban en mis labios”.

Dioniso regresa a su pueblo para vengar el olvido de los rituales en su honor. Las Bacantes, en delirio por influjo del dios, se han entregado a las ceremonias dionisíacas; condenadas por Penteo, dueño y señor de estas tierras, quien las perseguirá para castigar y poner fin a sus prácticas. Dioniso encauzará su ira para convertir a Penteo en un hombre sufriente, chivo expiatorio de la irreverencia de su pueblo.