Recuerdo cuando tenía unos diez años, decirle a mi madre y a mi padre que Stubby, nuestro perro y Stella, mi abuela, tenían los mismos ojos y la misma expresión facial. Mi madre, al escuchar que comparaba a su suegra con un perro, se echó a reir con cierta satisfacción, mientras mi padre me miraba con vergüenza. Para mí, por supuesto, todo fue bastante inocente. Solo pensé que estaba comparando a un animal dulce y adorable con mi igualmente queridísima abuela. No era, en absoluto, mi intención insultar a Stella. En aquel momento no hubiera considerado nada tan valioso como la posibilidad de ser como Stubby. Este recuerdo me viene a la mente cuando pienso en la maravillosa y extraña Cat Calendar de Antonia Baehr y Antonija Livingstone, en la que se usa la performance para explorar un nuevo espacio fascinante y convertirse en aquello que existe en algún lugar entre la juventud y la vejez, el hombre y la mujer, lo humano y lo animal.

Texto por Marc Siegel, 2005