«La obra más ambiciosa de Polvo de Gallina Negra fue un proyecto visual que se llamó ¡Madres! y se llevó a cabo a lo largo de varios meses en 1987. Nos planteamos ¡Madres! como una forma de integrar el arte y la vida, ya que en ese momento para nosotras, ambas con hijas muy pequeñas, la maternidad era el eje central de nuestra experiencia. De ahí que, a partir de entonces, nos presentamos como el único grupo que cree en el parto por el arte y seguimos afirmando que nos habíamos embarazado para investigar a fondo el tema que nos interesaba. Naturalmente, para esa hazaña habíamos contado con la ayuda de nuestros esposos, quienes, como artistas, entendían perfectamente bien nuestras intenciones. Como buenas feministas, tuvimos hijas y, para probar nuestra exactitud científica, Yuruen y Andrea habían nacido en 1985, el año del terremoto, con tan sólo tres meses de diferencia.

¡Madres! contó con varios elementos. En primer lugar una serie de envíos de arte correo a la comunidad artística, a las feministas y a la prensa, en los que se abordaban diversos aspectos de la maternidad, desde la relación con nuestras propias madres, hasta un imaginario suceso en el año 5000 en el que nuestras descendientes por fin logran destruir el arquetipo de la madre. Por otro lado, organizamos el Concurso ‘Carta a mi madre’, para el cual convocamos al público en general a escribir una carta con todo lo que hubiera querido decirle a su madre pero nunca se había atrevido. Llegaron casi 70 cartas de todo el país. Algunas eran tremendas. En la ceremonia de premiación Nahum B. Zenil, ganador del primer lugar, recibió un dibujo y rifamos otro entre los participantes. Otro evento fue una velada en la que Carmen Boullosa, Enriqueta Ochoa y Perla Schwartz, entre otras, leyeron sus poemas sobre la maternidad.

Como parte de ¡Madres!, Maris y yo realizamos una serie de performances en el Museo Carrillo Gil, la Esmeralda y otros lugares. El último fue en la Universidad Autónoma Metropolitana, y en él, Maris me serruchaba una panza de unicel. Realizamos esta pieza un día antes de que naciera Neus, la segunda hija de Maris. A partir de ese momento nos definimos como un grupo endógamo y decidimos que la única manera de integrarse a éste era por descendencia directa. Sólo nuestr@s hij@s o niet@s tendrían derecho a formar parte del grupo.

Además de los performances ante público en vivo, realizamos un par de ellos específicamente para los medios de comunicación. Uno fue durante el programa ‘Nuestro Mundo’ conducido por Guillermo Ochoa. Nos pusimos nuestras enormes panzas de unicel con mandil y llevamos una muñeca de ventrílocuo que tenía un parche sobre el ojo tal como el famoso personaje Catalina Creel, la mala madre interpretada por María Rubio en la telenovela Cuna de Lobos, que acababa de ser transmitida. A Ochoa también le llevamos una panza de unicel y lo nombramos ‘Madre por un día’, con todo y su corona de reina del hogar. El conductor participó entusiastamente en este performance y hasta se tragó unas pastillas para curarle las náuseas que le llevamos. El público inmediatamente respondió: los hombres ofendidos y las mujeres fascinadas. Confirmamos el éxito del performance cuando, nueve meses después, alguien llamó a Ochoa para preguntarle si había sido niña o niño. ¡Madres! concluyó con mi exposición Novela Rosa o Me Agarró el Arquetipo, en el Museo Carrillo Gil.» Mónica Mayer