«¿Pero por qué? […] ¿Por qué vino a Copenhague?». Ésta, la pregunta que tratará responder la obra Copenhague, se refiere a la visita que el científico alemán Werner Heisenberg (1901 – 1976) le hizo a su colega y mentor Niels Bohr (1885 – 1962) en la capital danesa a finales de septiembre de 1941. El encuentro fue significativo por varias razones: primero, porque representó un quiebre en la amistad de los dos científicos que habían forjado la física cuántica en los años veinte; segundo, porque se hizo dentro del contexto de la Segunda Guerra Mundial mientras Heisenberg trabajaba para el régimen nazi y Bohr vivía en una Dinamarca ocupada; tercero, porque ambos científicos estuvieron vinculados a los proyectos nucleares de los alemanes y los aliados respectivamente; y cuarto, porque nunca nadie ha podido saber exactamente qué fue lo que ocurrió en esa noche fría de septiembre. Ahora, gracias a Michael Frayn, hay que añadirle un nuevo elemento a la lista anterior: el encuentro fue significativo porque sirvió de punto de partida de la obra teatral Copenhague (1998). Esta obra cuenta la historia de Heisenberg, Bohr y Margarita Bohr (la esposa del danés) reunidos después de la muerte para discutir las posibles explicaciones de por qué, en efecto, el científico alemán fue a Dinamarca en 1941. Al hacerlo, estos tres personajes terminan recordando varios momentos de sus vidas, desde las anécdotas de los años veinte mientras estos dos físicos inventaban la mecánica cuántica, pasando por tragedias personales como la muerte de dos de los hijos de Bohr, hasta detalles de tinte más político sobre los vínculos entre Heisenberg y el régimen nazi o la participación directa de Bohr en la construcción de la bomba atómica.