Una cruz parlante incitó a un grupo de Macehuales a rebelarse contra el pueblo mexicano blanco durante mediados del siglo XIX. La Guerra de Castas de Yucatán fue un episodio cruel y mortal que duró más de cincuenta años. Fue quizás la última gran batalla entre lo sagrado y lo secular; entre la herencia maya y la modernidad mexicana. Para los pueblos indígenas peninsulares, el discurso divino mágico y la ventriloquia no eran lo mismo, pero tampoco dimensiones separadas. Era el medio para traer diosas, héroes y guerreros de otros tiempos; era la memoria viva de aquellos que lucharon por un mundo desaparecido, pero terminaron muertos y reducidos en cenizas.

Teatro Ojo produjo una instalación para evocar el umbral existente entre los tiempos mayas antiguos y la vida contemporánea de Yucatán. Se cubrieron las paredes del teatro con muchas hojas de papel manchadas con una pasta negra hecha con pimientos, condimentos y cenizas popularmente conocido como “recado negro”, en ellas estaban atrapados fragmentos de palabras que enunció la cruz parlante; junto, una docena de ventiladores eléctricos encendidos sonaban rítmicamente.Detrás de la escena, un viejo ventrílocuo estaba esperando a cada espectador para murmurar una vez más las proclama que incitó a la guerra.

Fuente Teatro Ojo

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