Josefina Alcázar– Elvira ¿Cuándo iniciaste tu trabajo de performance?

Elvira Santamaría– En octubre de 1991, en la antigua escuela de Pintura, Escultura y Grabado, La Esmeralda. Claro que no se impartía ninguna materia relacionada con las formas del arte acción. Ahí el encuentro con el performance fue a través de Eloy Tarcisio y Alberto Gutiérrez Chong quienes estaban interesados en aproximarnos a estas formas que estaban fuera del programa oficial. Eso detonó, no sólo para mí, sino para varios de mis compañeros de escuela, un gran interés en el performance. Ahí arrancó el movimiento de performance de los noventa en México.

JA.– Perteneces o has pertenecido a algún grupo? ¿Cuál? ¿Desde cuándo?

ES.- Con gran alegría te digo que sí, ahora sí. Después de ser una loba esteparia de la acción, finalmente he encontrado mi grupo, mi gente y creo que seguiré encontrando, más que grupos, la forma de congregarme con alguien más. También me seguiré dando mis vueltas solitarias por nuevos territorios. Desde hace 5 años soy miembro del grupo Black Market International, compuesto por artistas de diferentes nacionalidades, principalmente europeos y todos varones, aunque en ocasiones invitaron a mujeres artistas a colaborar. Actualmente soy la única mujer latinoamericana que forma parte del grupo. Black Market tiene como principio el encuentro; de hecho se dice que Black Market es encuentro. Mi primer performance con ellos duró 4 horas y fue en la Expo Mundial en Hanover, en el pabellón alemán. Los únicos acuerdos a los que se llegan son sobre estrategias generales para la ocupación del lugar y la duración de la acción (por lo general de varias horas para propiciar un estado mental), lo demás es una sorpresa para todos; el azar sutil es el principal miembro de Black Market. La interacción juega un papel muy importante entre nosotros, pero nadie la planea, se da por las dinámicas intrínsecas que va generando la acción conjunta. Las formas que esta interacción produce pueden provocar satisfacción o disgusto. Los artistas que lo integran son realmente experimentados y con fuerte trayectoria internacional como Alastair MacLennan de Irlanda, Roi Vaara de Finlandia, Boris Nieslony de Alemania, Lee Wen de Singapur, Norbet Klassen, Suiza-Alemania y otros. Black Market invita de cuando en cuando a otros artistas para realizar abiertamente el principio Black Market.

Y desde hace más de un año trabajo con un grupo de jóvenes mexicanos en el laboratorio PERFORMA05062005. Nombre que incluye la fecha del día para dar la noción de lo que muta. Ese es el principio del grupo: cambiar y reconocer la esencia efímera de los actos, pero a la vez sus efectos en la vida. Este grupo surgió a partir de un laboratorio de Arte Acción que di de forma totalmente independiente en un bar de la Roma a finales del 2003. Cada miembro tiene su forma de hacer performance, pero PERFORMA05062005 es el lugar donde nos desestabilizamos de esas formas de hacer para ampliar nuestras posibilidades de acción, nuestros cuestionamientos sobre el arte y la vida y, por lo tanto, nuestra conciencia. A veces es difícil entrar en dinámicas de creación a las que no estamos acostumbrados. A veces discutimos fuertemente, nos tensamos y nos confrontamos, pero es parte del laboratorio humano que nos hemos propuesto hacer. Rechazamos los convenios fáciles, el conformismo y la mediocridad. Todos aprendemos de todos a través del dialogo abierto. Hasta ahora este laboratorio social es una Universidad de la Acción para todos nosotros. No nos proponemos traer resultados en acciones que le gusten al «publico», queremos compartir los hallazgos de nuestra pequeña sociedad experimental a los otros vivientes. Los miembros fundadores de PERFORMA05062005 somos: Diana Olalde (Toti), Alejandro Uranga, Oscar Pérez y yo. Últimamente se han integrado Katnira Bello, Víctor Sulser, Erick Meyenberg y Rodrigo Rigart.

JA.– ¿En qué vertientes del performance ubicarías tu trabajo?

ES.– Actualmente en la Intervención y en los Procesos; aunque sigo haciendo performance a la manera clásica: tiempo, espacio y presencia. He transitado por algunas otras vertientes en una constante investigación personal y renovación de mi trabajo artístico. Grosso modo diré que empecé haciendo una especie, repito, una especie de rito muy personal en búsqueda de una experiencia catártica, de respuestas o de un estado mental que me hiciera posesionarme de mí misma, pues yo vivía entonces experiencias personales muy fuertes, trágicas. Después, con el alma un poco más serena, tendí hacia la simplificación de mis acciones, encontrando un gran interés en el análisis de lo que hacía y en la creación de un tiempo estético que se opone al ritmo de la vida moderna. Trato de potencializar lo mínimo; lo mínimo de una acción es la presencia humana.
Ahora, con algo de todo lo anterior, me interesa desarrollar acciones de larga duración acentuando la importancia del proceso, me interesa también la acción en contextos vivos, la interacción con los vivientes (Guy Debord), crear nuevas formas de aproximación al otro. Tengo también, un interés especial por el aspecto ético de la libertad y los alcances de la conciencia del acto. El arte del proceso y la intervención son formas de creación sobre el tiempo y la vida. Me interesa a través de todas estas formas, la creación de una forma de ser.

JA.– ¿Además del performance qué otras actividades artísticas realizas?

ES.– Hago instalaciones, cosa que había dejado de lado por largo tiempo en pos de una desmaterialización total de mi trabajo. Sin embargo, ahora entiendo cuál es mi relación con el objeto. La actitud también la encarnan los objetos. Ahora necesito una referencia material de mi investigación artística y expresar mis ideas y actitud en la creación de objetos. Mis instalaciones están esencialmente destinadas a la desaparición. En ellas late fuertemente el concepto de lo efímero. Alguna vez utilizando mi cabello, tejí una estructura invisible que duraría sólo el tiempo de la exhibición; he sembrado trigo en una galería; hice una instalación de globos en una plaza o me he vestido de flores y viajado en el metro.
Desde hace 5 años, después de casi 10 años de práctica en Arte Acción, con algo de pudor, empecé a dar talleres de performance y Arte Acción en general. Vi que jóvenes improvisados en el performance empezaban a dar talleres después de haber realizado performance un año o menos tiempo, vi circular ideas muy estúpidas en base de muy clara desinformación sobre estas formas artísticas, y me dije: bueno, si no estás de acuerdo expón tus ideas y trae información ya. Eso me ha comprometido a una continua investigación sobre el Arte Acción. De estos talleres han surgido eventos, colaboraciones y agrupaciones que han nutrido mi experiencia y me han llevado por nuevos caminos tanto en México como en el extranjero.

JA.– ¿Qué influencias han marcado tu trabajo?

ES.– Empecé haciendo performance sobre estas bases: Tiempo y espacio real y yo viva. Lo que había visto hasta entonces, había sido una acción -procesión del artista estadounidense Michael Tracy. Si pudiera hablar de influencias sobre mi proceso de individuación, mi proceso de conciencia como artista de la acción, mencionaría las siguientes: por supuesto, los gestos históricamente rebeldes de Marcel Duchamp; la anarquía Zen de John Cage y muchas de sus piezas que me son verdaderamente simpáticas; los pronunciamientos sobre el arte de Robert Filliou, su humildad e ironía; el ímpetu de Michael Tracy ( EU); la energía, sagacidad teórica y amor al Arte Acción de Richard Martel de Québec; las utopías sobre la conciencia de las situaciones creadas de Guy Debord; el misticismo material de Joseph Beuys; el arte del encuentro que persigue Boris Nieslony; la presencia de Esther Ferrer -creo que es la única mujer que verdaderamente admiro en el performance-; la vena anarquista en la poesía de Serge Pay; la fuerza de la lentitud en Alastair MacLennan de Irlanda, las intervenciones para desenmascarar la alevosía del poder, revelar y dar pie a la transformación de realidades político-sociales de Hans Haacke, y otras tantos que no cabrían aquí, tantas otras influencias que provienen de ámbito fuera del performance recorriendo un poco la historia de la humanidad, y aquellas que me traen mis propios encuentros con la gente con la que me toca vivir. Escribiendo esto y tratando de pensar en una influencia de mis días y contexto mexicano incluyo a Marcos Kurtycz y a Elizabeth Romero y nada más, son presencias de gran fuerza por su perseverancia y lucidez en la vida y por el profundo amor crítico con que viven y ven al performance. Las mejores influencias son las que generan un proceso alquímico en el alma para su individuación.

JA.– ¿Qué características destacarías de tus performance?

ES.– Hoy en día, la importancia de la presencia, pues este es el soporte del performance. He logrado, a través de los años, concentrar la fuerza de la acción en el mínimo de elementos para que dicha presencia se manifieste de forma total en el presente. Mi trabajo es una suerte de improvisación que trata de intervenir todos los espacios de mi presente. El acto creativo, la espontaneidad, la improvisación dan lugar a un encuentro auténtico con el otro.
Mi trabajo también es situacional: creo una situación y la situación me crea a mí. Aquí las dimensiones de la obra son difíciles de calcular, sólo la conciencia del observador o el viviente es lo que cuenta. El performance escénico aún me interesa por ser un espacio de la concentración en la creación; un laboratorio perfecto para la creación de imágenes temporales y la concentración emocional.

JA.– ¿Qué espacios prefieres para realizar tus performance?

ES.-Todo espacio es un campo investigación en performance. Esta idea me atrae muchísimo. Experimento en diferentes contextos, incluso en aquellos en donde no hay público. En ocasiones lo hago por una necesidad contemplativa de mí misma, como una especie de Tai-chi que pone en relación mi cuerpo, mi mente y el espacio exterior. Si hay otro ser humano conmigo se puede crear un momento existencial a través de la presencia creativa. El trabajo del artista de la acción es potencializarse en un espacio. No importa cual. Los espacios públicos, y prefiero llamarlos vivos, me colman de intensidad; se puede volver un campo minado por el arte de la acción, aunque trabajes sólo con flores. El encuentro con la gente bajo una situación ilógica puede desenmascarar la humanidad del que vive la experiencia. Donde estoy hay una acción porque respiro. Todo lugar tiene interés para mí.

JA.– ¿Crees que hay algo que caracterice al performance en México?

ES.– Al ser nuestro país un contexto de diversidades, de contradicciones en continuo cambio (históricas, económicas, políticas, sociales, etc.) es de esperarse, en performance y en el arte en general, una compleja gama de manifestaciones; las hay en performance, pero pocos quieren reconocerlo. El performance en México es considerado arte de segunda clase por los entendidos en el «arte» oficial y esa será la principal característica que marque al performance para muchos. Sin embargo, hay un continuo hacer en acción que obedece a necesidades más auténticas que las de cualquier mercado.
Por otro lado, puedo decir que el performance en México es más practicado por mujeres desde principios de los noventas (en las décadas anteriores fue diferente), muchas de ellas con una tendencia feminista, a mi parecer, poco reflexiva. Hay muchos clichés. Esta tendencia es sólo la recuperación de temas sociales en boga o la representación de rupturas cliché, pero pocas veces es la encarnación de la conciencia. Quizás lo que he hecho es caracterizar la escena del performance en México de forma muy general, dominada en su gran mayoría por mujeres, pero quisiera decir que veo en las nuevas generaciones una rica variedad: hombres y mujeres más liberados de tendencias, discursos y temáticas políticamente correctas y accionando fuera del ámbito artístico, lo que me parece un paso importante en la evolución del Arte Acción y de una conciencia artístico-existencial en México.

JA.– ¿Qué artistas crees que han influido de manera más profunda en el desarrollo del performance en nuestro país?

ES.– Las influencias no son suficientemente claras. Alejandro Jodorowsky es una referencia para los jóvenes de los 70s, una leyenda viva que aún nutre cierta forma de hacer performance. Los grupos, de los que en verdad se sabe poco, hicieron un movimiento artístico importante como en otros países, sin embargo no tuvieron continuidad o muy poca. La influencia extranjera ha tenido presencia todo el tiempo. Desde la década pasada la presencia de artistas extranjeros en los festivales de performance han influido en mi generación y las siguientes abriendo posibilidades de variedad en esta práctica artística. Marcos Kurtycz y Melquíades Herrera fueron presencias decisivas como cultivadores incesantes del performance, además, ambos de manera muy singular. Yo llamo a Kurtycz el artista de la resistencia de la forma, pues nunca dejó de hacer acciones hasta el día de su muerte.

JA.– ¿Qué medidas consideras indispensables para apoyar el desarrollo del performance en nuestro país?

ES.– La iniciativa de los mismos artistas para desarrollar proyectos y eventos de performance que no sólo abarquen la realización del evento, sino la documentación y su promoción. A nivel institucional sería ideal que hubiera apoyos tanto para prioridades inmediatas como para proyectos a largo plazo. Pero antes que nada, un poco de más reflexión sobre la importancia del Arte Acción en nuestros días.

JA.– ¿Tú cómo definirías al performance?

ES.– Como una forma amorfa de la creatividad en actos: sobre los soportes reales del tiempo y espacio físico, la presencia humana manifestándose en acción. El performance se ha emancipado en tiempo y espacio; la obra dura lo que el artista decide, se hace donde se quiere y se puede. El performance es el arte de crear experiencias y conciencia de la vida finita.