¿De dónde parte BIOROOM Buenos Aires, y qué tipo de evolución se ha dado desde entonces?

JU: Bioroom parte de la premisa de entender las cada vez más agresivas limitaciones existentes a la hora de pretender (en un presente mas bien móvil e indefinido) diferenciar la ficción de lo real. Bióroom surge como posibilidad de abordar la vida contemporánea desde un factor que no juegue con la representación o que al menos tome sana distancia de ello. En términos de espectáculo y construcción de subjetividades alternativas a las dominantes.

Entendiendo o partiendo de la premisa de una subjetividad actual dominante que se construye con los procedimientos de la ficción, entonces que margen de juego y de maniobra existe (o no) en la escena a la hora evitar que sea «cómplice» de un sistema lineal y domesticado ?

Me pregunte con Bioroom ¿Es posible una escena con procedimientos que promuevan el distanciarse de la ficción? Y por tal que abra el juego de nuevos procedimientos escénicos y otros parámetros para la experiencia estética escénica y para pensarnos de otro modo? Una escena que coquetee con lo real para a modo de resistencia escapar a la ola expansiva de la representación que a simple vista ha invadido la política, lo social, el vínculo con el otro y con uno mismo y por tal limitado la percepción clara sobre lo que es real y lo que no es? Es posible en ese margen, en ese borde escénico, aún, dar lugar a la emergencia de la experiencia estética como un posible medio de transformación social donde el planteo de otras reglas habiliten al sujeto la reflexión y la posibilidad de algún cambio respecto a su realidad y la del otro?

Preguntarnos si el teatro tiene alguna chance de prescindir y escaparle a la ficción es preguntarnos también sobre la posibilidad de recuperar lo real en el orden de la subjetividad contemporánea. De recuperar al otro. Y por tal de corroborar la capacidad vigente (o no) de resistencia y poder de acción de la escena teatral frente a un mundo cada vez más espectacularizado. Donde tanto lo real como la experiencia de lo real, son codiciadas actualmente a raíz de su incipiente ausencia.

Bioroom es una pregunta en ese sentido. Su edición en Buenos Aires surge como correlato de su primera edición en Barcelona. Una pregunta que en contextos dispares ofrece horizontes singulares y denominadores comunes que sirven como aproximación a una posible respuesta que aún se muestra incompleta parcial y difusa. Y que busca todo el tiempo al ´otro´ de maneras alternativas a las dominantes y masivas.

¿Cómo te sitúas frente al contexto teatral y/o artístico en el que trabajas (Barcelona y Buenos Aires)? ¿Te consideras representante o formas parte de alguna corriente que podamos considerar emergente dentro del panorama teatral actual?

JU: En el caso de Bioroom y algunos proyectos puntuales: me sitúo bastante por fuera de los contextos teatrales establecidos. Incluso de los contextos y circuitos teatrales en sí. Intentó salirme del territorio más sólido y definido porque artísticamente me aburre e insatisface con regularidad. Y creo es muy poco lo que pueda aportar y aportarme. Luego vuelvo a lo definido. Y vuelvo a fracasar en la inconformidad. Cosa que me impulsa a salirme del ghetto. Voy y vengo. Entro y salgo. Me muevo en lo inestable. Soy un nómade escénico.

Si bien puedo en ambos lugares dialogar con otros artistas y espacios escénicos, cada vez me gusta más interpelarme en algún campo o territorio que en principio no parecieran tener que ver demasiado. En esa tensión encuentro una posibilidad que me desafía y retroalimenta a la vez.

Creo que son varios los que intentamos plantear desde hace algunos años una cartografía no sé si nueva pero al menos «otra», emergente en el sentido de que nunca termina de manifestarse. Instalarse. Definirse. Es ambigua. De borde, precaria. Frágil. Subterránea. Y por tal no envasable. Ni clasificable. Se muestra escurridiza. Preguntarse sobre lo real no es algo nuevo. Ni tampoco algo que encuentra respuesta posible en lo certero e inamovible. Es algo que permanece en el campo del interés cultural intelectual artístico desde hace mucho tiempo y que se actualiza y agiorna según los cambios que la realidad decanta. Siempre intentos precarios de responder una pregunta que está en movimiento constante.

¿Cuál es tu forma de producción? ¿Vives de tu actividad artística? ¿A cuánto ha ascendido el coste de sus últimas obras?

JU: Me encanta empezar por el final de tu pregunta. El coste se reduce notablemente. Hay por un lado una necesidad primaria de despojarme de todo para encontrar aquello primario que es la experiencia en sí. Y por otro lado despojarme de aquello que en el mundo actual y en el circuito más convencional termina suponiendo importantes limitaciones para el proceso en sí y para el desarrollo de aquello «creativo» que yace en mí como necesidad y como sujeto. Y que a fin de cuentas es lo único que me empuja casi involuntariamente a seguir alimentandolo. Incluso en situaciones y contextos que desde la lógica pueden resultar inapropiados.

Salarios. Escenografías. Teatros. Necesidad de públicos masivos. Publicidad. Cosas cosas, cosas…. un shopping escénico muy sofisticado varado en un montón de cositas … algunas veces (al menos para mí) difícil de poseer y que me distancia de aquello fundamental que me moviliza e inquieta artísticamente. Es posible que la absurda necesidad de seguir alimentando mi creatividad me haya puesto en un sitio de resiliencia. Bioroom tiene y es algo de eso. En Barcelona. No podía acceder al Liure. Al Mercat. No había un gran circuito off. En Bs As tampoco al San Martín. Y aquí el off puede resultar más exclusivo y difícil que el propio circuito oficial. Incluso si algo de eso sucediera: tampoco resulta fácil entrar a una sala cobrar entrada y llenarla de público y aguantar! Y sobrevivir a un ecosistema cultural tan intenso. Que hacer entonces? Abandonar o conformarse. Ninguna para mí era una opción. Entonces cambiemos las reglas. No teatros. No escenografías. No públicos masivos. Comunicación subterránea. Una escena autosustentable y posible y con basto potencial creativo.

¿Vivo de mi actividad? Claramente si, porque me genera todo el tiempo pulsión de deseo a seguir observando el mundo y la realidad en la que vivo y preguntándome sobre su horizonte y posibilidades. Como también de sus contradicciones y piruetas. Mi trabajo como docente y ahora como funcionario en el campo de la cultura, como también mis roles sociales como pareja, hermano, amigo o hijo me dan margen de actividad. Siempre. Mi actividad no se mide por producciones funciones y teatros. O por lo que gano de ellas económicamente. Se mide por la capacidad de rentabilizar la realidad como un territorio que estimula mi sujeto potencialmente creativo.

¿Qué público recibe habitualmente tus trabajos y en qué tipo de espacios soles presentarlos?

JU: El público que recibo no tiene una norma. Son personas que por variados motivos o circunstancias se vinculan con mi hacer o mi persona. O ninguna de las dos. Y no especialmente por tener un hábito con el teatro. De echo me interesa mas aquel el que está por fuera. Aquel que puede vincularse de forma menos prejuiciosa y sin miramientos a una experiencia que pretendo sea «reveladora» para su esquema Habitual. El público demasiado educado o habituado puede ser el que más dificultades tenga para mostrarse poroso a la experiencia en sí.

Respecto a los espacios. Cada vez me gustan mas todos los universos urbanos y en apariencia sin identidad. Intervenir quirúrgicamente espacios de intimidad y abrirlos a otros. Hacer público aquello que en principio pareciera privado. Poner en tensión aquello que existe y para lo que nunca fue pensado en tanto espacio escénico. Me aburre el escenario. Las gradas. Para mí es una estructura que caducó… lo masivo incluso diría está desvalorado.

¿Tienes algunas referencias teóricas o artísticas que te sirvan como interlocutores de tu trabajo? ¿Creadores o pensadores que hayan influido en tu manera de entender la creación o que sientas que te acompañan en tus procesos?

JU: Si muchísimos. Vivi Tellas. Erica Fischer Litche. Lola Arias. Matías Umpierrez. Sofía Márcalo. Roger Bernat. Compañía Puctum. Beatriz Catani. Florencia Garramuño. Jose A. Sánchez. Mariana SImoni. Rimini Protokol. Quim Pujol. Óscar Cornago. Los de escena pública, entre otros.

¿Cuál es la importancia que suele tener en tu trabajo el situarse en espacios no teatrales? ¿De dónde viene la necesidad de moverse a esos otros espacios?

JU: Básicamente y como te decía antes. Por un lado evitar los costes de esos espacios convencionales que suponen gastos protocolares y dinámicas concretas instaladas. Difícil resulta cambiar de entrada las reglas de juego que el teatro institucionaliza. Un comportamiento determinado imprime un modus operandi difícil de sortear. El espacio teatral te condena de alguna forma desde el primer momento. Es un condicionante, más que un generador de alternativas y opciones posibles.

La escena puede entenderse como un espacio de creación, un modo de producir conocimiento o una forma de activismo social o político. ¿Con cuál de estas aproximaciones te sentís más identificado, y por qué?

JU: Con todas. No creo que puedan resultar compartimentos estancos o diferenciales. Un espacio de creación es de por si una forma de activismo socio político que produce conocimiento o algo. Siempre.

Gracias Juan, hasta pronto!