Toda explicación sobre LA REALIDAD es una elaboración mental 

Cualquier propuesta artística es siempre de carácter artificial y se materializa  por medio de una narrativa. Toda narrativa, en tanto procedente de las formas lingüísticas aceptadas y practicadas, locales y hegemónicas, posee una estructura que  puede ser explicada desde la sintaxis o gramática del idioma de origen, que en el caso  de las visuales puede encontrar dificultades, sobre todo cuando deseamos apartarnos  de las vías tradicionales y «autorizadas» que han derivado en códigos cerrados o  anquilosados.  Para hablar Y hacernos entender a partir de las nuevas estéticas Y en particular  desde las artes no Objetualistas, de acuerdo a necesidades para su divulgación y  enseñanza a nivel formal y no formal, me he puesto a la tarea de tratar de definir las  estructuras morfológicas posibles presentes en el común de ellas. Desde luego que a  partir de los trabajos de Juan Acha1, la diferenciación entre lo estético y lo artístico  nos ha sido de suma utilidad. De acuerdo a esta necesidad de diferenciación Juan2 nos  dice que desde H. Baumgarten (1750) que introdujo el nombre de Estética, se  independiza esta disciplina de la filosofía general que en adelante ante la nueva  denominación o reconocimiento de su espacialidad, incluirá el estudio de las artes  consideradas bellas para distinguirlas de las útiles. Aparecen así las Bellas Artes.  Si al principio no se hacía la diferencia entre lo estético y lo artístico, hoy, ante  los desarrollos y caminos inéditos que toman los imaginarios colectivos, tal  diferenciación deviene indispensable para evitar la confusión y la promiscuidad  conceptual.  Mientras que toda narración que se refiere a lo artístico recae en la dimensión  de lo estético, no todo lo que surge desde lo estético se consuma en arte. Cualquier  persona experimenta desde su percepción, sensaciones que le permiten identificar lo  estético, pero para poder experimentar, comprender y entender lo artístico requiere  de contar con conocimientos adicionales y aún específicos. Esto sucede de la misma  manera para comprender lo científico. Mientras en general las personas aceptan de  antemano la indudable necesidad de contar con conocimientos y métodos intelectuales  y racionales, particulares aprendidos, para las artes consideran que sólo con  experimentar sensaciones y decidir si les gustan o no, pueden dictaminar acerca de lo  que está bien o mal hecho. Este es un prejuicio común todavía hoy que parte  seguramente de la idea de que mientras para la ciencia hay que saber, para el arte solo  es necesario sentir.  A partir de la investigaciones de Rudolf Arnheim3, profesor de Psicología de  Harvard en la década de los sesenta, desde sus estudios de la Gestalt demuestra que es  un mito la vieja dicotomía entre visión y pensamiento. En mí ensayo El ojo y el cerebro  juntos para producir el pensamiento visual4, que forma parte de la antología que sirvió de  base a los cursos que armé a nivel nacional para apoyar a los maestros encargados de  dar las actividades artísticas plásticas, retorno esta idea fundamental para sustentar las  narraciones artísticas no objetualistas como una muestra del ejercicio de la inteligencia  visual.  Creo que avanzar en el mundo de hoy que se caracteriza por cambios  sustantivos en casi todos los ámbitos, podemos estar de acuerdo en que las artes se  traducen por medio de narraciones tradicionales y no tradicionales. Propongo que a  las tradicionales las denominemos lógicas y a las no tradicionales, alógicas.

Estructuras narrativas lógicas

Son las hegemónicas, sustentadas en el pensamiento racionalista europeo  desarrollado en base a un sistema binario que ubica los dos polos de valor como  contrincantes en una eterna pelea, de la que debe siempre surgir un ganador y un  perdedor. Forman parte de nuestra cotidianidad y las podemos desmontar fácilmente,  a pesar de las barreras tradicionales de ubicación geográfica, idiomas, procedencia  social, racial, diferencias de género, información cultural, etc.  Su estructura respeta la siguiente secuencia lineal, desarrollada ampliamente  por el teatro en base a un conflicto o nudo dramático:  principio – desarrollo – continuidad – final o desenlace  Muchas veces ésta secuencia lineal incluye antes del principio un prólogo o  introducción, y después del final, un epílogo.  Los temas son los de siempre y se refieren a la existencia, valores, dolores,  preocupaciones, cualidades o sentimientos y defectos del ser humano, como lo son el  amor, la vida, la muerte, la injusticia, la violencia, el dolor, etc. Estos temas siempre  están en función de un conflicto que es el que desata la acción dramática, desde la  seriedad extrema hasta lo abiertamente humorístico. A través de estos y otros  tratamientos ya conocidos, la narración es vehículo para plantear problemas concretos  y sus soluciones, de acuerdo a los marcos de valor tradicionales.  La traducción morfológica son las formas concretas estético-artísticas que el  autor selecciona para materializar sus mensajes y/o metáforas. Por 1o tanto traduce su  visión, focalizando de manera particular en una determinada situación.  Los sujetos participantes siempre están en función de lograr, incluso mediante  la aspiración ideal de un virtuosismo extremo, una representación. Por ello siempre  son intérpretes de la ficción que otro plantea.  El concepto de tiempo/espacio también es lineal y por ello tradicional, casi  siempre tratado de manera rígida o en cualquier caso como derivado del que domina  nuestra vida cotidiana. Cualquier alteración a esta forma centrípeta, se aprecia como  excéntrica, es decir, desde lo extraño a lo loco. Tal vez los únicos intentos de plantear  opciones alternas el concepto de tiempo tradicional se dan en la literatura de ciencia  ficción, considerada como literatura no convencional.  El espacio siempre se trabaja en las artes de manera bi- o tridimensional, desde  lo gráfico o volumétrico, y tetradimensional cuando se apropian de un espacio  escénico transcurriendo en el tiempo, acotado éste siempre por los límites que  impone el ‘sentido común’, constituido por convenciones como lo son el principio y la  duración de un espectáculo así como todas aquellas limitaciones de la percepción, que  por cierto cambia y es específica de cada momento histórico. La utilización del tiempo  real ha sido trabajado por medio de fórmulas como la edición, para hacer posible su  representación de acuerdo al tiempo que la atención puede tolerar.  El orden lógico ha sido introyectado como el único real, siendo portador de  valores como lo permanente, lo eterno, la justicia, la verdad o la libertad.

Estructuras narrativas alógicas

Son las no tradicionales, es decir, aquellas que en general presentan una  enorme dificultad para ser desmontadas por los espectadores comunes o públicos  amplios, simplemente porque están acostumbrados al orden autorizado o porque se  presentan en lugares y espacios que las excepcionalizan al circular de manera  restringida. Una de las barreras para su aceptación es la sensación de “no entenderlas”,  no importando que esto sea una pseudoexplicación del fenómeno basada en un mito  ya que lo que la gente cree que entiende, en general tampoco lo entiende.  Simplemente lo acepta o rechaza por hábitos previamente adquiridos, o por los  permisos con los que cuenta, otorgados por su momento histórico, grupo social,  cultural, familiar o por la licitación que el mercado de consumo ahora global, hace  aparecer corno de fácil asimilación. Contrariamente a lo que se acepta o piensa, estas  formas alógicas están presentes en nuestra cotidianidad todo el tiempo, pero sólo se  aceptan como parte de una ruptura de la solemnidad sin consecuencias más allá de las  actitudes incoherentes o derivadas de la necesidad de lo humorístico, o como parte de  una ritualidad intrapersonal, códigos compartidos por algunos cercanos que cuentan  con los elementos para descifrar valores crípticos, mundos en los cuales las lógicas no  ordenan completamente. De hecho el orden lógico es más bien externo y social, que  privado y personal. Es una construcción que se reproduce todo el tiempo de manera  artificial, ya que constituye las reglas del juego para vivir en sociedad.  La estructura de las alógicas no respeta el orden secuencial y unilineal  tradicional y por ello se las aprecia como fragmentadas, y aunque la vida cotidiana se  presenta también como fragmentada en general, en ese ámbito de lo privado, no afecta  necesariamente la convivencia. Los conceptos de principios y final existen pero se  muestran de otra manera, pueden ser intercambiables en su ubicación. Siempre  presentan un desarrollo, pero discontinuo. Puede o no incluir una introducción, y más  bien plantea procesos que problemas y soluciones específicos. Pueden focalizarse  situaciones de manera muy particularizada o por medio de visiones más globales o  integrales donde se muestran con la misma validez los ritos personales internos y  externos. Por ello, se prioriza el uso de metáforas textuales, gestuales o icónicoverbales,  acústicas, más que mensajes específicos y desde un solo vehículo. Los temas  son casi los mismos que en las lógicas, ya que son los asuntos referidos a lo humano,  pero recalcando paradojas, enigmas o dilemas en ciclos abiertos, no cerrados.  Desaparece la utilización de parábolas y mensajes.  El binomio espacio-tiempo, menos ‘newtoniano’ y más relativista, es por esto  no lineal sino alterno y flexible, incluyendo el tiempo real como parte de la  presentación que se aleja así de la representación y el concepto de intérprete. En  general los sujetos se convierten en sujetos y objetos de su planteamiento.  Desaparecen planteamientos unilaterales y/o permanentes tan rotundos como ‘lo  único’, ‘la verdad’, ‘el camino’, etc.  En cuanto a los sujetos que ya hemos dicho que se convierten más en  creadores o compositores que intérpretes, podemos decir que son más actuantes que  actores y muchas veces buscan alterar la relación pasiva con sus espectadores que a su  vez pueden convertirse también en copartícipes. No se requiere de estudiar métodos  específicos, sino de derivar los propios y aunque en general se parte de un guión  básico, éste es más un eje rector para su acción que un argumento único. Se  aprovechan los elementos que tradicionalmente diferenciaban y se identificaban de  manera estricta con las diversas disciplinas, como lo son el lenguaje, el texto, los  gestos, las imágenes, los materiales y aún se refuerza la intuición para hacer intervenir  variaciones e improvisaciones según el autor lo requiera en su interacción consigo  mismo en el tiempo-espacio, con los materiales, y la dimensión entre lo íntimo y lo  circundante.  Si bien también el sistema básico sigue siendo binario, su tratamiento ya no es  racionalista sino dualístico. Este desplegar elementos y situaciones se aleja radicalmente  de los desarrollos unilineales y verticales, para explanarse en lo hemisférico, lo  periférico. Se aleja del cuadrado y se reencuentra con la esfera. Ahora las  interrelaciones son intersecciones, donde lo importante es encontrar a los que quieren  establecer el puente para la interacción de valores compartidos en ese momento.  Estas narraciones alógicas ya no condenan la diferencia, simplemente buscan sus  equivalentes para precisamente, intersectar.

Estructuras narrativas ilógicas

Para tener un mejor acercamiento g comprensión de las alógicas, siempre será  necesario referirlas a las lógicas, como lo he hecho. Para redondear la explicación,  siempre hago una referencia adicional a las ilógicas, diciendo que por serlo, no hay  mucho que decir sobre ellas, ya que la intención al hacer estas definiciones, no es otro  que el de facilitar la mayor divulgación y entendimiento de las artes nuevas, para su  disfrute por aquéllos no profesionales de ellas, es decir, para los aficionados.  Retomando una idea de Juan Acha, intentar profesionalizar a los aficionados de estas  artes de fin de siglo.  La mayoría de las personas no familiarizadas con las nuevas narraciones, al  presenciarlas, las reciben como ilógicas, lo que impide su consumo. Mientras las lógicas  parten del orden conocido, las alógicas proponen un nuevo orden. Por ello, las ilógicas  simplemente no son nada.  Sin embargo, saltan para la discusión varios asuntos, entre ellos el hecho de que  al proponerse un nuevo orden, ha sido parte de la historia de las ideas el enfrentar  rupturas o vanguardias a los discursos dominantes. Cuando han demostrado el  responder a una necesidad social y cultural, las formas que aportan algo nuevo, pasan  de romper y abrir, a construirse y constituirse en nuevas vías de significación, y con el  tiempo serán las academias.  Con razón o sin ella, los que conceptualizamos y realizamos alógicas, hemos  creído ver en ellas opciones alternas a los sistemas tradicionales, por lo que las  defendemos como portadoras de un nuevo orden para la interpretación de la  realidad por esta especie substancialmente diferente a los anteriores.  Si tuviéramos razón, quedaría pendiente la interrogante de si, al ser formas  substantivarnente diferentes las anteriores, ¿por qué las estructuramos de manera  lógica, y no de manera alógica desde su misma enunciación?  Cuando se llega a puntos de discusión como éste, lo único que queda por decir  es que, después de todo, lo que menos importa es tener la razón …

Notas

  1. Teórico peruano nacionalizado mexicano que vivió en México durante muchos años. Su obra es ampliamente conocida sobre todo a nivel latinoamericano. Murió en el año de 1996.
  2. «Lo estético y 1o artístico diferenciados», en Juan Acha, introducción a 1a Teoría de los Diseños, Editorial Trillas, México, 1988, pp. 17-25.
  3. Rudolf Arnheim, El pensamiento visual, Editorial Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires,, 197 1.
  4. Maris Bustamante, El ojo y el cerebro juntos para producir el pensamiento visual. Antología, Dirección General de Promoción Cultural,, Secretaría de Educación Pública, Proyecto PACAEP (Proyecto de  Apoyo a la Educación Primaria y Artística nacional), México, 1988.