El artista visual y performer Álvaro Villalobos ha desarrollado parte de sus procesos creativos en ámbitos de marginalidad y pobreza, como formas de accionar en la vida cotidiana. Algunas experiencias se las ha planteado como inmersiones exploratorias, como ‘acto de vida’. Varias de ellas, sostenidas en el ofrecimiento del cuerpo configuran en el sujeto artístico un escenario corporal donde se pone en crisis a la propia materia humana, adelgazando los límites entre experiencia estética y experiencia de vida.

La serie de ayunos que conforman una zona de su hacer, concebidas como ExVotos, sugieren al artista como oferente. Los ExVotos son actos y objetos de agradecimiento ofrecidos por un beneficio recibido; son también un acto de comunión y de fé muy recurrente en las religiosidades populares. En las acciones de Álvaro Villalobos expresan las huellas de una religiosidad sincrética donde se entretejen memorias de prácticas familiares, imaginarios colectivos y ritos sistemáticos que buscan reordenar zonas de la existencia.

Explorando ese umbral Álvaro ha realizado una serie de ayunos, en un alargamiento progresivo del tiempo. La abstención alimenticia durante varias horas, incluso días, se ha llevado a cabo en lugares tan diferentes como un salón en la Universitat Politécnica de Valencia (1), una galería de arte en Medellín(2), a la entrada del Museo del Chopo(3) y en la Plaza de Santo Domingo(4), en el centro de la ciudad de México. En todos los casos el cuerpo fue ofrecido, expuesto a condiciones casi límites de resistencia, y en algunos casos la acción se desarrolló en sitios precarios. El gesto aparentemente solitario de un creador que asume una situación de riesgo vinculada a problemáticas de las márgenes, expresa la voluntad de develar, visibilizar.

Si bien ésta es una experiencia individual y solitaria, observo en ella signos de liminalidad. La marginalidad voluntaria del artista respecto al espacio cotidiano donde circulan los alimentos, lo conecta con el status de inferioridad y exclusión. Poéticamente se instala una votiva communitas: en tanto acción-ofrenda que lo aproxima temporalmente a una comunión física y espiritual con los que viven en ese estado. El ayuno como acto sacrificial, como medio para un proceso de comunión, puede considerarse un ‘rito de paso’ pues es acción transformadora y transitoria, religadora en tanto experiencia que hace de la privación una ofrenda.

El trabajo de este artista ha privilegiado la instancia relacional con un uso mínimo de recursos escénicos y visuales, acotando el cuerpo a estados de quietud y silencio. Otras de sus acciones se realizan como intervenciones que buscan generar algún beneficio inmediato para comunidades en situaciones de precariedad o riesgo. Las acciones realizadas en la calle de El Cartucho, Bogotá, fueron conceptuadas como actos por la vida, como gesto de señalamiento contra el asesinato sistemático de indigentes(5). Sobre los muros del barrio se extendieron carteles con la frase: “En el mercado de la Indolencia. La muerte está demasiado barata”, los que fueron colocados en forma de cruces, a la manera de un  viacrucis. Como en Prometeo (Mapa Teatro), los ejecutantes o performers reales fueron los propios habitantes de las calles de El Cartucho. Más allá de presumirse como obras artísticas, estas acciones son gestos éticos, actos de visibilidad. Construidas con recursos mínimos apuestan a la capacidad relacional y al efecto de convocatoria; su propósito no es la producción de objetos para la contemplación, buscando involucrar a las personas más allá de la condición de espectadores.

En la Ciudad de México Álvaro ha desarrollado convivencias con niños de la calle(6), con el propósito fundamental de propiciar apoyos específicos e inmediatos: facilitar materiales y organizar con los niños la reconstrucción de sus precarias ‘viviendas’, preparándolas también para la época de lluvias.  Más allá de la reparación material la acción se sostuvo en la experiencia humana misma, en el proceso de relaciones e implicaciones afectivas. Como “plus diferencial” habría que señalar el toque de color que propiciaron los nuevos materiales, efecto visual no menos importante al hacer más visibles las tiendas de los niños sobre las calles del centro urbano.

      

Desde un punto de vista liminal aprecio una serie de atributos que interesa destacar: la emergencia del artista como “ente liminal”: habitante de bordes y ente conector; la instalación de una communitas alterna, espontánea y temporal, construida entre el artista y el grupo de chicos de la calle, al margen de cualquier relación de status; la creación de una situación intersticial en el propio corazón de la ciudad –en pleno Centro Histórico- como acción frente a la inacción de  las estructuras sociales.

El cuerpo como materia sacrificial fue el medio fundamental para la realización de Fosa, acción en la que se cruzan relatos sociales de contextos diversos. El 23 de mayo de 2008 Álvaro cavó una fosa y se hizo enterrar por dos policías en los terrenos del Faro de Tláhuac, en la Colonia Miguel Hidalgo de la Ciudad de México. En un espacio que la memoria colectiva asocia a sitios de enterramientos de restos corporales a raíz de conmociones telúricas o violencia política, Alvaro se enterró -vestido de blanco como un campesino colombiano en un día de fiestas- por más de cuatro horas dejando únicamente su cabeza expuesta. Surgen aquí más de una asociación con acontecimientos recurrentes en la vida sociopolítica de Colombia desde 1948, año marcado por el estallido social del 9 de abril como respuesta por el asesinato del líder liberal, Jorge Eliécer Gaitán: La violencia bipartidista de estos años finales de la década del cuarenta fue seguida de la violencia revolucionaria desde finales de los cincuenta, hasta la actual violencia narcotizada encabezada por el vicariato y el paramilitarismo. Desde entonces la mutilación de cadáveres se volvió una terrible práctica que generó un inventario de cortes y técnicas de manipulación. El corte de mica, es la frase con la cual se nombran las decapitaciones y el correspondiente arreglo de la cabeza entre las manos o sobre el pubis de la víctima. Los enterramientos, dejando visible la cabeza, han sido también una práctica de manifestación pública, como las realizadas en la localidad de Usme en Bogotá (2002), en protesta por la falta de servicios públicos, tal y como aparece en la iconografía que incluye José Alejandro Restrepo en su libro Cuerpo Gramatical. Cuerpo arte y violencia (Bogotá: Universidad de los Andes, 2006).

 

En el texto que circuló Villalobos anunciando la realización de Fosa, hacía referencia al enterramiento de cuerpos inertes en terrenos baldíos que convierten el campo en cementerio de fosas comunes, problema que ya es ordinario en las situaciones de conflictos armados y particularmente en Colombia. El sometimiento del cuerpo “con fuerza de voluntad”, coartando sus movimientos con el peso de la tierra en un tiempo y lugar específico, fue el presupuesto desde el cual se construyó esta acción-ofrenda.

Las prácticas de Álvaro Villalobos se mueven en una frontera difícil de enmarcar, fuera de la mirada ‘curatorial’ que regresa las acciones a la condición de ‘obras’ para ser exhibidas en bienales y museos. Villalobos explora la dimensión activista de una práctica que deviene política por la naturaleza de la propia acción, implicándose en situaciones de las márgenes urbanas y de los espacios subalternos. Saliendo del arte y entrando en la esfera cotidiana, este creador produce una parte de su práctica como ofrendas que a corto o largo plazo parecen incidir en la calidad de vida de algunos grupos humanos. Y en esta zona más de un artista elige resguardar su propio hacer de la categoría de obra de arte.

       

Notas

  1. Acto Sincrético Ex Voto, 1999.
  2. Acción sincretizada, Ex Voto, octubre 2004, Sala de exposiciones COMFENALCO, Medellín, Colombia.
  3. Durante el Primer Festival de Performagia en el Museo Universitario del Chopo, México, DF, 2003.
  4. La acción titulada Mientras todos comen, fue realizada desde las 8 de la mañana del 24 de diciembre del 2003, hasta la noche del día siguiente.
  5. La acción fue realizada el 17 de septiembre de 1993, en la carrera 11 con calle 6ta, en Bogotá, y fue titulada La Facción. Agradezco a Álvaro Villalobos toda la información, así como los valiosos documentos visuales facilitados.
  6. Esta acción fue titulada La caja negra o el espacio de Iván y fue realizada en mayo del 2004, sobre la calle Juárez, en la Alameda Central.