Mónica empieza sentada en primera fila, como un espectador más que espera el inicio. Se abre la obra en Silencio, a la espera a que algo ocurra. Pasa un tiempo, no muy prolongado, sin que nadie aparezca en escena: el espectador se hace presente, ya imagina, se pregunta. Mónica, desde su silla, se voltea buscando al autor, despacio se levanta y camina al escenario. Sospechamos un lazo de cercanía, de viaje conjunto.
“Impregnaciones de la Srta. Nieve y guitarra” se construye sobre la incertidumbre y lo desconocido; no hay entretenimiento para el espectador pasivo. Más bien, una invitación a dejarnos impregnar: recibir el gesto, la resonancia del movimiento, que hablen los silencios y así, si se permite, que la obra cante en cada cuerpo. O te aburres o te traspasa.
No hay una estructura lineal, ni un único hilo que nos lleve. Tampoco un llamado a la razón ni a una lógica imperante que explique lo que ocurre o deja de ocurrir. Exabruptos, saltos repentinos, una voz o varias, frases inconclusas, algo quiere salir, sabemos que está ahí, por reventar; ¿qué?, ¿qué quiere salir del cuerpo?
En Mónica todo la da impresión de ser al mismo tiempo improvisado y medido. Paradoja y respuesta a un trabajo que camina por terrenos de lo instintivo y lo íntimo con los pies bien abiertos. Me viene una sensación de precisión, movimientos puntuales en un tiempo y un espacio que se articulan de manera que así y solo así pueden ser. Algo similar es lo que ocurre con el lenguaje del poema en donde cada palabra es justa; mas, es a través de los silencios, esos momentos en que predomina el no-hacer, que se construye el ritmo que abraza la pieza entera.
Renata Serna Hosie
(continuar leyendo «Reminiscencias (1)», en Blog Círculo de Espectadores)
El proyecto ha dado lugar a una obra escénica, el primer solo de la creadora después de siete años, y un vídeo, realizado por Chus Domínguez. Pueden verse imágenes de la obra y una entrevista muy bonita con la creadora en SNEOdanza.