En 1992 Fernando Renjifo (Madrid, 1972) funda en Madrid la compañía La República. Al igual que él, que por entonces cursa estudios de Filosofía en la Universidad Autónoma de esta ciudad, la mayoría de los integrantes de La República proceden del medio universitario. Esto explica la vocación intelectual del grupo, así como los autores sobre los que trabajan, generalmente a partir de recreaciones textuales elaboradas por el director. La República va a ir evolucionando hacia una forma más austera y más directa en su modo de comunicación. De alguna manera, los procesos creativos recorren un camino que va del pensamiento a la escena.

Los dos primeros espectáculos de La República, todavía en un ámbito semiprofesional, fueron Cretenses, sobre textos de Homero y Ovidio, y ya en 1995 Las moscas, una versión libre de la obra de Jean-Paul Sartre. En 1997, Fausto, sobre un trabajo textual a partir de distintas versiones, aunque centrada en la de Goethe, marca un momento de consolidación, tanto en la búsqueda de un lenguaje propio, como en el nivel de representaciones que alcanza y la respuesta por parte del público. A ésta le seguirán Réquiem, un texto del director inspirado en El mito de Sísifo, de Albert Camus, con tres actores vestidos de blanco y sin apenas movimiento, y Werther (sombra), una creación a partir también de un texto de Renjifo sobre el tema de Goethe; entre medias, para conmemorar el décimo aniversario se reúne a actores que habían pasado por la Compañía, así como a otros nuevos, para hacer una creación colectiva, Estudio sobre la risa.

Homo politicus (2003-2004) expresa un nivel de madurez de una compañía que decide dar el paso a un lenguaje escénico en primera persona, muestra a su vez de un compromiso personal más explícito. Supone un punto de llegada de una trayectoria que había ido desvistiéndose de elementos accesorios. A esta fase final de La República y en condición ya de cocreadores, llegan Rafa Muguruza y Alberto Núñez, a los que se sumaron, invitados para esta obra, Abdel Hamid y Paul Lostau. Homo politicus se convierte en la expresión escénica —física e intelectual al mismo tiempo— de una actitud personal que trata de exponerse con la máxima claridad. La actuación con los cuerpos desnudos se convierte en una suerte de manifiesto escénico. Esta actitud se proyecta hacia el público en forma de pregunta igualmente personal, tratando de remover convenciones teatrales y sociales. En este sentido, es significativa la búsqueda de una frontalidad física que no se agota en un diálogo verbal, en una propuesta comparable con ciertos referentes cinematográficos relevantes para el director, como Godard o Kiarostami. El tono de la obra se caracteriza por una especie de serena radicalidad, que permite entender la disolución del grupo en 2004, tras la versión de Madrid, como resultado de una necesidad de seguir avanzando por un camino que ya no pasa por el modelo de un grupo estable.

El proyecto posterior desarrollado por Renjifo, ayudado por Alberto Núñez, marca a su vez un nuevo estadio de partida de un camino más personal en el que el diálogo entre la creación escénica y su posición intelectual se hace más nítido. Las versiones de Méjico y Río de Janeiro, que seguirán a la de Madrid, significan el desarrollo de este proyecto en contextos sociales distintos y desde grupos humanos constituidos para cada una de las versiones; por otro parte, responde a la necesidad del director de explorar otros horizontes culturales y escénicos.

La escena se convierte en un espacio de creación poética cuyo lenguaje va a ser el cuerpo y las acciones, los ritmos y los modos de decir, un espacio de creación comparable, en cuanto a la libertad expresiva, con el que ha desarrollado paralelamente a través de la escritura poética. La realidad de cada actor es la base de un modo de trabajo en el que se eliminan las mediaciones ficcionales en favor de un lenguaje literal. La voz y la función del director se desplazan, dejando espacio a la de los actores. La acción física y el cuerpo se presentan como territorio de resistencias, un campo de creación en el que Abramovic es otro de los nombres de referencia. Este camino de profundización en la expresión de un yo humano adquiere en sus últimos trabajos un tono cada vez más esencial. Dentro del mapa teatral madrileño, la poética y la figura de Carlos Marquerie puede servir como punto de referencia para acercarse a la postura escénica y personal de Renjifo.

(Extraído de CORNAGO, Óscar. Éticas del cuerpo. Juan Domínguez, Marta Galán, Fernando Renjifo, Madrid, Fundamentos, 2008.)

Compañía

La República (1992-2004)

Textos Críticos:
» Conversaciones (Renjifo, Fernando y Cornago, Óscar )
» Alegorías de la actuación. El actor como testigo (Cornago, Óscar)
» Sobre El exilio y el reino , de Fernando Renjifo (Cornago, Óscar)
» Íntima disidencia (Renjifo, Fernando)

Textos de Creación:
» Homo politicus, versión México (Renjifo, Fernando)
» Homo politicus, versión Madrid (Renjifo, Fernando)
» Homo politicus, version Río de Janeiro (Renjifo, Fernando)

Obras
» Impromptus – 2010
» Tiempos como espacios – 2010
» Serie El exilio y el reino – 2010
» Paisajes invisibles – 2009
» El lugar y la palabra. Conversación interferida. Beirut – 2008
» Homo politicus, versión Río de Janeiro – 2006
» Homo politicus, versión México – 2005
» Homo politicus, versión Madrid – 2003

Otras obras

>> Scanner II: Jornadas de reflexió sobre la investigació en les Arts Escèniques. Fernando Renjifo: sobre la autoría (AUDIO)

>> Cretenses (1994). Sobre textos de Homero y Ovidio.
>> Las moscas (1995). Versión libre a partir de Jean-Paul Sartre.
>> Fausto (1997). Sobre distintas versiones, aunque centrada en la de Goethe.
>> Réquiem (2000). Inspirado en El mito de Sísifo, de Albert Camus.
>> Estudios sobre la risa (2001)
>> Werther (sombra) (2002)