Fenómenos Atmosféricos pretende ser una reflexión física y sonora sobre el tiempo. La necesidad de plantear el proyecto Fenómenos Atmosféricos nace de mi último trabajo Extrarradios, obra en la que se presenta una instalación escénica sobre el insomnio a través de gestos, palabras, música. Los insomnios de Extrarradios marcan una serie de círculos «ad infinitum» acompañados por textos de la obra como «volver sobre el mismo punto para volver siempre sobre el mismo, partir, volver otra vez a sobre el mismo punto, partir del mismo punto y volver al mismo punto inevitablemente». Uno de los círculos de Extrarradios estaba previsto que fuera «el tiempo», así dice el texto «Déjate de embriagar el tiempo, saltas a muchos años después, ¿60 años? No me hables del poder del poder o sométete o prescinde». No hubo réplica. No surgió desarrollo. Enseguida me di cuenta de que «el tiempo» exigía un nuevo espectáculo. Y que el «péndulo-TV» con el que estaba trabajando con José Ángel Navarro debía ser el punto de partida. El «péndulo-TV» marcaría los tiempos, distribuiría el espacio, propiciaría riesgos, sería ojo de sí mismo e informador de su propia visión. Un péndulo capaz de asumir el espacio escénico como territorio, de subir y bajar, de dar vueltas sobre sí mismo, de pararse, de reemprender el movimiento no sólo a velocidad natural, sino a velocidad de las «necesidades escénicas».

Extrarradios trata del insomnio… ¿por qué? No padezco de insomnio. Pero durante los últimos meses se repitieron conversaciones en las que diversas personas me hablaban del insomnio… insatisfacción con el trabajo, falta de perspectivas en la vida, problemas íntimos, la sociedad como prisión… palabras y frases quizá por repetidas asumidas… pero que conducen al insomnio… a este estado -a veces creativo, a veces destructivo- que es el insomnio… Pensé en el insomnio como rebelión… Y ¿el tiempo? Escribo mis espectáculos sobre la escena… mis proyectos son una intención. La intención de hacer un espectáculo. Nada más. Pero ya hay algo más: el péndulo TV y el concepto del tiempo.

Durante el proceso de ensayos de Fenómenos atmosféricos (1990), Graset propuso a sus intérpretes que se dejaran impregnar por las imágenes de otro artista belga, Paul Delvaux. El hieratismo y el sonambulismo de aquellos cuerpos femeninos desnudos debía trasladarse al espectáculo. Por ello les pidió que se ejercitaran en la contención del movimiento, en las acciones ralentizadas, en la afirmación de la pura presencia… La inmovilidad era rota por la palabra, el movimiento retenido, por bruscas explosiones de acción… Graset cedió a una actitud más contemplativa y su anterior interés por el submundo, por la catástrofe humana, se vio desplazado por una nueva idea de la catástrofe más próxima a la concebida por las matemáticas. En paralelo a la definición que René Thom dio de catástrofe, Graset buscó en el movimiento de las actrices, en la alternancia de textos y movimientos, en el contraste de lo orgánico y lo geométrico comprender el patrón que subyace a los comportamientos caóticos de la naturaleza tanto como de la mente.

Pero el protagonista de Fenómenos atmosféricos fue un péndulo mecánico del que colgaba un monitor de televisión. En él se veía durante el espectáculo imágenes del mar, nieve electrónica o los ojos en primer plano de Enrique Martínez. El péndulo oscilaba sobre la escena a distintas alturas sirviendo de contrapunto a la inmovilidad muda de los objetos (bancos y mesas metálicas) y al movimiento orgánico (aunque contenido) de los actores (opacos). El péndulo era como una ventana inasible que introducía en escena el mundo exterior y mostraba constreñido el paisaje del mar y la mirada. Sobre la escena, un mundo que tendía a la oscuridad, al misterio.