Introducción al libro Ética y representación, de José A. Sánchez, Paso de Gato, México, 2016, pp. 9-14

 

Representémonos otra situación más —una más, otra, de ningún modo la primera, pues aunque presentada al comienzo, quien pre- senta escribe después, una situación anterior, quizás, para quien lee y posterior de quien escribe; posterior, además, a la lectura de quien presenta y, sin embargo, en el presente del que lee; situada al comien- zo de lo que aún está por comenzar; o bien representada al último, al agotar las páginas, o al medio, en una pausa en la que accidental- mente se abren estas páginas siguiendo una nueva ruta—, representemos, pues, otra situación que habríamos olvidado representar, o suponemos insignificante, insignificancia que, con todo, representa: representémonos el lugar de otro, una posición, la posición de quien escucha, un escucha que mientras se habla sobre la representación, apenas alcanza a escuchar; cuesta escuchar, lo que se escucha no se dice con voz alta ni a gritos, no busca inundar ni sobreponerse a otros sonidos. No es una posición inmóvil: quien busca escuchar se acerca, estira el cuerpo o, al menos, hace un gesto de cercanía para escuchar eso que apenas se oye. En ocasiones, el murmullo debe representarse con lo inferido, con lo sugerido, con lo imaginado; en otras, aparece una repetición, una reconsideración, una reiteración diferente que permita que lo dicho se acerque un poco más a quien escucha, que le toque: a fin de cuentas, un escucha que se acerca para poder escuchar lo hace, sobre todo, para ser tocado por eso que apenas se escucha. […]

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